Existe una relación directa entre el número de combates en los que participa un soldado durante las operaciones y los problemas de salud mental que sufrirá. Ese es uno de los resultados del noveno informe del Equipo Asesor sobre Salud Mental (`The Mental Health Advisory Team 9´, MHAT 9)
El MHAT realiza encuestas sobre salud mental de los soldados estadounidenses en Afganistán
desde hace varios años para evaluar su evolución. En el año 2013, la
novena misión que se le impuso al MHAT fue centrarse en la influencia
del liderazgo de las pequeñas unidades en la salud mental y el bienestar
de los soldados. En el informe previo ya se había encontrado una disminución pequeña pero significativa en la percepción de los soldados sobre el liderazgo de las pequeñas unidades.
Las
dos misiones del MHAT 9 fueron, por un lado, proporcionar una
valoración de la salud mental y del bienestar de los soldados en el
conjunto de las fuerzas desplegadas en Afganistán; por otro, centrarse en el liderazgo de las pequeñas unidades, encuestando a soldados de las unidades de maniobra y proporcionando recomendaciones para optimizar la salud de la unidad.
Las encuestas se realizaron desde el 4 de junio al 30 de junio de 2013, a 888 soldados de 41 secciones del Ejército, si bien se desecharon las respuestas de dos secciones por no cumplir los criterios de selección, al ser muy diferentes de las otras por composición.
Esta
nueva misión era una continuación de las ocho anteriores, lo que
permite un seguimiento coherente de los resultados para realizar comparaciones anuales, incluyendo las preguntas para evaluar el liderazgo de las pequeñas unidades desarrolladas en colaboración con el Centro del Ejército sobre Liderazgo (CAL) .
En
general, la encuesta mostró unos resultados generalmente positivos y
reflejan unas mejoras constantes en relación con el estado de salud
mental de las pequeñas unidades en Afganistán, permaneciendo bajas las tasas de estrés agudo, depresión, ansiedad y tendencias suicidas,
a la vez que mejoraron o se mantuvieron respecto al 2012 los índices de
bienestar, liderazgo y eficacia de las unidades.
Las mejoras de la
moral respecto a años anteriores fueron atribuidas por los soldados a la
disminución del tiempo de despliegue (nueve meses) y a la calidad de vida.
Algunas de las razones para esta mejora de la moral de los soldados, según el informe, se deben a que había disminuido significativamente en Afganistán el principal factor de riesgo, el combate, así como la naturaleza de las propias experiencias de combate y el nivel de factores de estrés no relacionados con el combate; en segundo lugar, la importancia de la evaluación previa de la salud mental antes de ir a la zona de operaciones, lo que permitió que soldados con problemas fuesen excluidos; en tercer lugar, aquellos a los que se diagnosticaron en Afganistán problemas de comportamiento se les repatrió para realizar su seguimiento en lugar de tratarlos en la zona; en cuarto lugar, mejoró la percepción de los soldados sobre el liderazgo de sus jefes; en quinto lugar, la frecuencia de instrucción relativa a problemas de salud mental (prevención de suicidios, reducción de estrés y formación en resiliencia, resistencia) fue significativamente mayor que en 2012 y hubo más instructores en resiliencia (`Master Resilience Trainers´) a nivel compañía; y en sexto lugar, fue el año en que se aplicó la política de duración de los despliegues en el teatro de operaciones de nueve meses, en lugar de los doce meses que se realizaba con anterioridad.
El informe analiza aspectos más concretos desde índices de bienestar (moral, problemas psicológicos, tendencias suicidas, problemas de sueño, análisis de conmociones cerebrales), factores de riesgo (experiencias de combate, número de despliegues realizados, preocupación por el propio despliegue y problemas de relaciones, como los planes de divorcio o separación), factores de protección psicológica (clima de la unidad, estigmas y barreras por recibir tratamientos de salud mental, prevención de suicidio y formación en control del estrés y apoyo a fomentar la resiliencia de los soldados y sus familias, elemento clave del apoyo a los soldados) y mejora del liderazgo en las pequeñas unidades.
Como se indicó al comienzo, uno de los aspectos más importantes descubiertos en la misión fue la relación entre el número de combates en que han participado los soldados y la existencia de problemas psicológicos, como se observa en la figura. El informe indica que existe una relación directa entre el número de combates y los índices de bienestar de los soldados, más que la existente entre el número de despliegues en la zona de operaciones, si bien a mayor número de despliegues habrá una posibilidad mayor de participar en combates. En estas experiencias de combate se encuentran haber sufrido explosiones en la proximidad del soldado, haber recibido disparado al enemigo, haber matado algún enemigo o haber muerto algún miembro de la propia unidad en combate.
En el gráfico se observa que los soldados pueden resistir hasta diez combates sin aumentar los problemas psicológicos, y a partir de ese número la resistencia psicológica de los soldados comienza a romperse. “La exposición a experiencias potencialmente traumáticas es uno de los factores de riesgo más importantes para tener problemas de salud mental en los escenarios de combate,” señala el informe. En resumen, como indica Mark Thompson comentando el informe, la repetición de despliegues en los teatros de operaciones conduce a tener más experiencias de combate (tal como se han definido previamente), lo que conduce a presentar mayores síndromes de estrés postraumático, mayor número de heridas cerebrales, más ansiedad, más depresión y más suicidios. Lo que a su vez implica que la participación en guerras de gran duración necesita unos ejércitos de mayor volumen si se quiere mantener un bajo nivel de bajas por problemas de salud mental.
Algunas de las razones para esta mejora de la moral de los soldados, según el informe, se deben a que había disminuido significativamente en Afganistán el principal factor de riesgo, el combate, así como la naturaleza de las propias experiencias de combate y el nivel de factores de estrés no relacionados con el combate; en segundo lugar, la importancia de la evaluación previa de la salud mental antes de ir a la zona de operaciones, lo que permitió que soldados con problemas fuesen excluidos; en tercer lugar, aquellos a los que se diagnosticaron en Afganistán problemas de comportamiento se les repatrió para realizar su seguimiento en lugar de tratarlos en la zona; en cuarto lugar, mejoró la percepción de los soldados sobre el liderazgo de sus jefes; en quinto lugar, la frecuencia de instrucción relativa a problemas de salud mental (prevención de suicidios, reducción de estrés y formación en resiliencia, resistencia) fue significativamente mayor que en 2012 y hubo más instructores en resiliencia (`Master Resilience Trainers´) a nivel compañía; y en sexto lugar, fue el año en que se aplicó la política de duración de los despliegues en el teatro de operaciones de nueve meses, en lugar de los doce meses que se realizaba con anterioridad.
El informe analiza aspectos más concretos desde índices de bienestar (moral, problemas psicológicos, tendencias suicidas, problemas de sueño, análisis de conmociones cerebrales), factores de riesgo (experiencias de combate, número de despliegues realizados, preocupación por el propio despliegue y problemas de relaciones, como los planes de divorcio o separación), factores de protección psicológica (clima de la unidad, estigmas y barreras por recibir tratamientos de salud mental, prevención de suicidio y formación en control del estrés y apoyo a fomentar la resiliencia de los soldados y sus familias, elemento clave del apoyo a los soldados) y mejora del liderazgo en las pequeñas unidades.
Como se indicó al comienzo, uno de los aspectos más importantes descubiertos en la misión fue la relación entre el número de combates en que han participado los soldados y la existencia de problemas psicológicos, como se observa en la figura. El informe indica que existe una relación directa entre el número de combates y los índices de bienestar de los soldados, más que la existente entre el número de despliegues en la zona de operaciones, si bien a mayor número de despliegues habrá una posibilidad mayor de participar en combates. En estas experiencias de combate se encuentran haber sufrido explosiones en la proximidad del soldado, haber recibido disparado al enemigo, haber matado algún enemigo o haber muerto algún miembro de la propia unidad en combate.
En el gráfico se observa que los soldados pueden resistir hasta diez combates sin aumentar los problemas psicológicos, y a partir de ese número la resistencia psicológica de los soldados comienza a romperse. “La exposición a experiencias potencialmente traumáticas es uno de los factores de riesgo más importantes para tener problemas de salud mental en los escenarios de combate,” señala el informe. En resumen, como indica Mark Thompson comentando el informe, la repetición de despliegues en los teatros de operaciones conduce a tener más experiencias de combate (tal como se han definido previamente), lo que conduce a presentar mayores síndromes de estrés postraumático, mayor número de heridas cerebrales, más ansiedad, más depresión y más suicidios. Lo que a su vez implica que la participación en guerras de gran duración necesita unos ejércitos de mayor volumen si se quiere mantener un bajo nivel de bajas por problemas de salud mental.
Por Julio Garulo
http://www.onemagazine.es
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