El Parlamento de Rusia ha dado luz verde al despliegue de tropas sobre la región autónoma de Crimea, territorio ucraniano cuyos habitantes pertenecen mayoritariamente a la comunidad rusa y que alberga el estratégico puerto de Sebastopol, base naval de la flota rusa del Mar Negro.
Rusia podrá desplegar así sus tropas en
esta región de Ucrania, pasando por encima de las presiones de la Casa
Blanca y Europa. Según la autorización del Parlamento, el Ejército está
capacitado para intervenir en cualquier rincón de Ucrania que se
considere vital para proteger los intereses rusos. De hecho, Moscú
podría haber desplegado ya hasta 6.000 efectivos en Crimea.
Por
su parte, el nuevo gobierno de Ucrania ha puesto en estado de alerta
máxima a sus tropas, ante la posible intervención de Rusia en la
península de Crimea, donde se ha adelantado el referéndum previsto para
modificar la autonomía de la región al próximo 30 de marzo.
Con todo ello, y según confirmó el nuevo presidente interino Aleksandr Turchinov, Kiev ha mejorado la vigilancia en puntos estratégicos como “plantas atómicas, infraestructuras, o aeropuertos”, mientras que el también nuevo ministro de Defensa, Igor Teniuj, ha especificado que el Ejército ucraniano se encuentra ahora mismo “en plena disposición de combate”, aunque se espera que las negociaciones que se siguen realizando con Moscú consigan rebajar esta tensión.
Con todo ello, y según confirmó el nuevo presidente interino Aleksandr Turchinov, Kiev ha mejorado la vigilancia en puntos estratégicos como “plantas atómicas, infraestructuras, o aeropuertos”, mientras que el también nuevo ministro de Defensa, Igor Teniuj, ha especificado que el Ejército ucraniano se encuentra ahora mismo “en plena disposición de combate”, aunque se espera que las negociaciones que se siguen realizando con Moscú consigan rebajar esta tensión.
Para Kiev,
las malas noticias no dejan de llegar, y según el diario ELPAÍS, en las
últimas horas del día de ayer también se habría conocido que el
comandante en jefe de la Armada de Ucrania, Denis Berezovski, habría
rechazado al nuevo gobierno ucraniano y dado un paso al frente para
liderar a la nueva Marina de Guerra de Crimea, independiente de la de
Ucrania. Mientras tanto, y ante la cada vez mayor presencia de efectivos
de Rusia en este península, las calles de la capital del territorio
autónomo, Simferópol, se están llenando de símbolos rusos.
La
respuesta internacional, sobre todo desde Estados Unidos, no ha cesado
durante todo el fin de semana, llevando a Washington a tener que
trabajar en la gestión de una nueva crisis internacional que sin comerlo
ni beberlo podría desembocar en un, primeramente, conflicto diplomático
con el Kremlin, con quien la administración Obama no ha tenido buenas
relaciones en los últimos años.
Según fuentes especializadas consultadas por defensa.com, Estados Unidos “estaría enfrentándose a la peor crisis diplomática desde la revolución iraní de 1979”, sabiendo que “Putin siente Crimea como suyo y hará lo posible por conseguir que este territorio permanezca ajeno a los intereses de Bruselas o Washington”.
Según fuentes especializadas consultadas por defensa.com, Estados Unidos “estaría enfrentándose a la peor crisis diplomática desde la revolución iraní de 1979”, sabiendo que “Putin siente Crimea como suyo y hará lo posible por conseguir que este territorio permanezca ajeno a los intereses de Bruselas o Washington”.
De esta manera, y pese a que el presidente norteamericano tuvo que
hablar directamente con Putin pidiéndole la rectificación inmediata
sobre Crimea y que el propio John Kerry ha amenazado incluso con
bloquear la presencia de Moscú en el G-8, lo cierto es que todavía no se
han establecido qué medidas o sanciones se podrán imponer a Rusia,
además no se baraja de ninguna manera la intervención militar.
Por
su parte, la postura europea no ha mostrado el más mínimo rechazo
frontal al desafío ruso como voz única representante de los 27, salvo
algunas declaraciones aisladas de los representantes de exteriores de
Gran Bretaña o Francia.
En esta postura que puede llegar desde el viejo
continente influye y mucho la cuestión energética, puesto que un
distanciamiento con Rusia supondría el aterrizaje de una grave crisis
que podría desembocar en un recorte del suministro de energía para buena
parte de Europa, que se asegura un 25% del gas que consume de Rusia y
un 80% de éste lo recibe a través de los gasoductos que pasan por suelo
ucraniano.
La cuestión también está en saber qué posición adoptará la OTAN, y en sí podrá enviar tropas a las fronteras europeas que lindan con Ucrania.
Determinante será en el transcurso de los próximos días la versión que mantenga el Consejo de Seguridad de la ONU (donde Rusia es miembro con derecho a veto), además de conocerse la gran incógnita de cuál será la actitud de China ante el conflicto, que hasta ahora ha mostrado un silencio sepulcral.
La cuestión también está en saber qué posición adoptará la OTAN, y en sí podrá enviar tropas a las fronteras europeas que lindan con Ucrania.
Determinante será en el transcurso de los próximos días la versión que mantenga el Consejo de Seguridad de la ONU (donde Rusia es miembro con derecho a veto), además de conocerse la gran incógnita de cuál será la actitud de China ante el conflicto, que hasta ahora ha mostrado un silencio sepulcral.
Con todo ello, la
situación va adquiriendo tintes cada vez más dramáticos y recuerda más a
la Guerra de Osetia del Sur en 2008, que desembocó en el reconocimiento
de Abjasia y Osetia del Sur como estados independientes y que hasta ese
momento habían pertenecido a Georgia, otro país resultante de la caída
de la URSS.
Javier Martínez
defensa.com
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