domingo, 16 de marzo de 2014

Una explosión te puede hacer daño... aunque creas que has salido ileso


 

Un estudio realizado a soldados que habían estado expuestos a explosiones de explosivos improvisados cuando estaban desplegados en Irak y Afganistán ha encontrado daños cerebrales duraderos, incluso cuando los soldados no mostraran síntomas externos de dichos daños, como dolores de cabeza, mareos o desconcierto.

En el estudio, publicado en el `The Journal of Head Trauma Rehabilitation´, se analizaron los datos de 45 soldados veteranos de Irak y Afganistán; 23 habían estado expuestos a explosiones y no presentaban síntomas de heridas cerebrales; 6 habían estado expuestos a explosiones y sí presentaban heridas cerebrales traumáticas leves y los 16 restantes eran el grupo de control y no habían estado expuestos a explosiones.

Los resultados del estudio indican que las imágenes de resonancias magnéticas cerebrales de los soldados que estuvieron expuestos a explosiones, tanto si presentaban síntomas de heridas cerebrales traumáticas. como si no los presentaban, mostraban cambios en relación con los soldados que no habían estado expuestos a explosiones.

Y ello supone que el no presentar síntomas claros de haber sufrido heridas cerebrales traumáticas tras estar expuesto a una explosión podría no reflejar adecuadamente la extensión de la herida cerebral. 

Los autores proponen por ello que el protocolo actual de realizar diagnósticos de heridas cerebrales traumáticas leves basándose exclusivamente en la historia clínica y en los síntomas agudos observados se complemente con criterios diagnósticos basados en imágenes de resonancia magnéticas.

Asimismo, los autores advierten que no está claro si esos cambios alterarán el comportamiento a largo plazo de los soldados. “Hay preguntas que necesitamos seguir investigando,” afirma Katherine Tabe, cientifíca del Departamento para Asuntos de Veteranos y principal autora del artículo.

Estos resultados son preocupantes porque sugieren que podría haber un número incalculable de heridas cerebrales traumáticas no diagnosticadas entre los soldados de las Fuerzas Armadas estadounidenses, miles de los cuales estuvieron expuestos a explosiones de explosivos improvisados cuando patrullaban en Irak y Afganistán.

“Un gran número de estos soldados no habrán presentado síntomas, como sentirse aturdido o confuso, pero no obstante pueden tener daños cerebrales,” según Rajendra A. Morey, uno de los autores del informe y psiquiatra en la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke.

“Fue una sorpresa encontrar cambios relativamente similares (en las imágenes del cerebro) en ambos grupos, indicó Taber, aunque señaló que no se conoce que esto supone a largo plazo. Otra investigación ha sugerido que heridas cerebrales traumáticas leves múltiples causadas por la exposición repetida a explosiones de bombas podrían enlazarse con signos tempranos de envejecimiento mental o, en unos pocos de los peores casos, con enfermedades cerebrales graves con deterioro crónico.

Un estudio de la RAND Corporation de 2008 estimó que los incidentes por explosiones de explosivos improvisados (IED) eran tan frecuentes que unos 320.000 soldados pueden haber sufrido heridas cerebrales traumáticas leves.

Los autores del informe señalan que la mejor forma de confirmar cambios en el cerebro tras la explosión de una bomba es utilizar imágenes de resonancias magnéticas que pueden “observar bajo la superficie” [del cerebro] para detectar problemas. Sin esta prueba se puede llegar a la “errónea suposición de que ha habido pocos efectos o ninguno sobre el sistema nervioso central”, se indica en el informe.

Precisamente, se enviaron tres equipos de resonancias magnéticas avanzadas en Afganistán a finales de 2011 para ayudar a los médicos a mejorar el tratamiento de heridas cerebrales traumáticas leves. 

Estas resonancias tenían la misma intensidad de campo que las utilizadas en el informe de la Administración de Veteranos, aunque los médicos finalmente consideraron que las resonancias magnéticas en la zona de operaciones no eran efectivas y las retiraron en 2013.

El estudio ha sido financiado por el Pentágono y la Administración de Veteranos, con datos de 2006 a 2009.

Julio Garulo
http://www.onemagazine.es 

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