Que
 el título de este artículo no llame a engaño: el Príncipe de Asturias 
que está en peligro y camino del desguace es el Portaaviones R-11, santo
 y seña de nuestra Armada durante casi treinta años, y cuyo horizonte 
final es acabar achatarrado en Ferrol. Si antes no lo impide un 
movimiento cívico militar que está fraguándose en las últimas semanas
La
 noticia de la 'jubilación' del Príncipe de Asturias en el Grupo de 
combate Alfa no ha pillado por sorpresa, pero lo que ha causado honda 
preocupación en muchos de los amantes de la navegación es su destino. 
Por ello, ha comenzado un movimiento para intentar que el Ministerio 
reconsidere su decisión y, por ejemplo, se dé un destino más "honroso" 
al Príncipe
Por
 ejemplo, convertirlo en museo. Los que defienden esta opción esgrimen 
que hay precedentes en España (el submarino del puerto de Torrevieja, 
uno de los más visitados de la zona) y, por supuesto, en el extranjero, 
donde los barcos visitables son reclamos turísticos y de exportación de 
la 'marca' del país: el 'Cutty Sark' en Greenwich o el 'Warrior' en 
Southampton, aunque el caso más similar es el "Intrepid", el 
portaaviones anclado en Nueva York que acoge el "Sea, Air & Space 
museum Complex" y que ha recibido en su colección nada menos que una de 
las lanzaderas recientemente retirada de servicio.
Quienes
 impulsan esta "amnistía" para el Príncipe de Asturias aseguran que el 
barco sería un un gran atractivo turístico para la ciudad que lo acoja. 
Incluso, no descartan su uso combinado, como base operativa de los 
helicópteros de salvamento marítimo y contra incendios. Dispone de 
hangares de mantenimiento, y su utilización como apoyo de salvamento 
marítimo tendría una mejor acogida en los sectores sociales. Como museo,
 podría integrar Museo Naval, de la aviación naval, fuerzas 
aerotransportadas, Infantería de Marina, Comandos especiales, etc. Todo 
en un sólo enclave que, por su tamaño, podría albergar, además de la 
colección museística, instalaciones de formación y sede para cursos 
especiales, incluyendo alojamiento para 800 personas o espacios para 
eventos gracias a sus 2.400 metros cuadrados.
El
 proyecto está en marcha. Ahora, se busca implicar a cuantos más 
sectores mejor, para obligar a Defensa a 'indultarlo'. Militares, 
autoridades locales de los puertos que puedan estar interesados, Liga 
Naval, Asamblea de Capitanes de yate, captación de firmas... La empresa 
es homérica, pero el fin vale la pena. El primer portaaviones construido
 en España se lo merece.
Alberto Pérez Giménez
*Alberto Pérez Giménez es periodista y analista político
Twitter: @albertopgimenez
Alberto P. Giménez en facebook
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