El miércoles pasado el sistema antiaéreo y antimisil MEADS demostró su eficacia frente a dos amenazas simultáneas en un ensayo real en Nuevo Mexico, EE UU. Esta es la última prueba a la que Washington se había comprometido antes de abandonar a sus socios de Italia y Alemana en este programa pensado para sustituir, entre otras, a las viejas baterías de misiles Patriot.
Ese mismo día, el grupo de influencia sobre asuntos de seguridad y defensa en EE UU, Lexington Institute publicaba un artículo pidiendo a su Gobierno que reconsidere la salida de este proyecto, anunciada el año pasado por cuestiones presupuestarias.
“En un momento en el que el Ejército está tratando de ser más expedicionario, ágil, ligero y receptivo a las nuevas amenazas, la decisión de cancelar el MEADS, un sistema que sustenta todos estos objetivos, parece extraño”, apunta Daniel Goure, analista de este centro de reflexiones especializado, y financiado en buena parte por la industria militar.
En
el texto llega a esgrimir precisamente la actual “era de austeros
presupuestos y renovados llamamientos para la reforma de las
adquisiciones” como motivo de peso para replantearse la cancelación de
este programa, en el que ya se han desembolsado en torno a 4.000
millones de dólares (3.000 millones de euros).
En los presupuestos de este año el Pentágono
incluyó una última partida de 310 millones de dólares (más de 230
millones de dólares) para pagar la prueba final de la semana pasada y
cerrar el programa.
Italia y Alemania advirtieron a EE UU a
principios de este año que el abandono del proyecto le supondría un
coste extra de 400 millones de dólares (300 millones de euros) como
penalización, precisamente la misma cantidad que pretende ahorrar con el
abandono del programa.
Goure recuerda que el MEADS
estaba destinado a ser la próxima generación de plataforma móvil
antiaérea y de defensa contra misiles en sustitución de numerosos
sistemas occidentales.
Confinanciado con Italia y Alemania
Entre
sus “características atractivas” el autor destaca la condición
multinacional del programa, en el que Alemania y Francia hacen frente a
más del 40% de su financiación; la alta movilidad del equipo y el radar y
el sistema de gestión de batalla que le permiten una cobertura de 360
gados para neutralizar veloces aviones en movimiento y misiles de
crucero. Su “capacidad sin precedentes para seguir, interceptar y
destruir simultáneamente dos objetivos que se acercan desde direcciones
opuestas”, añade, acaban de ser demostradas en la prueba de Nuevo
México.
Los críticos a esta programa, recuerda Goure, han
esgrimido su carácter multinacional como fuente de mayores complejidades
y costes, y responde a este punto recordando que lo mismo podría
decirse del avión de combate F-35 JSF, en cuyo desarrollo participan otras ocho naciones, además de EE UU, lo que ha sido destacado por el Departamento de Defensa, que se vanagloria de esta participación internacional.
Goure cierra su artículo recordando que Polonia acaba de expresar su interés por formar parte del MEADS,
poniendo fondos a cambio de una participación industrial significativa
del país en el proyecto. “Si otras naciones pueden ser seducidas para
participar, quizá el Departamento de Defensa debería decirle al Ejército que le diese un segundo vistazo al MEADS”.
La firma MEADS International
es el contratista principal del sistema antiaéreo móvil MEADS, un
proyecto militar con el que se trata de reemplazar a antiguos sistemas
de misiles de defensa aérea como los Patriot. Se trata de una empresa multinacional conjunta con sede en Orlando, en el estado norteamericano de Florida, formada por las divisiones de MBDA en Italia y Alemania, y la norteamericana Lockheed Martin. Estados Unidos financia el 58% del programa, Alemania el 25%, e Italia el 17%.
Infodefensa.com
Foto: MBDA
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