En noviembre de 1952 realizó su primer vuelo el Tu-95, el primer
bombardero intercontinental soviético y el último avión fabricado por
orden de Stalin.
Cuando el Tu-95 se empezó a fabricar, se
estudió la posibilidad de dotar al bombardero de turbohélices y motores a
reacción, o bien de seis motores a reacción. En el primer prototipo, el ‘modelo
95/1’, se instalaron ocho motores de turbohélice que giraban hélices de cuatro
palas y 5,6 metros, consiguiendo el récord de eficiencia energética en todos
los regímenes de funcionamiento.
La estructura de estas hélices y la gran potencia
de los motores hicieron que el Tu-95 se convirtiese uno de los aviones más
ruidosos del mundo: incluso los sistemas de sonar de los submarinos podían
determinar su posición.
Tupolev Tu-95
Además, el Tu-95 es el avión de hélices más
rápido del mundo y el único bombardero de serie con turbohélices. Comparte la
fama de ser un aparato longevo con el avión norteamericano B-52: ambos
despegaron por primera vez en 1952 y a día de hoy se siguen utilizando.
En verano de 1955 se realizó una
presentación pública del bombardero durante un desfile celebrado en
Moscú con ocasión del Día de la aviación. El Tu-95, al que la OTAN dio
el nombre en clave de Bear (Oso), obtuvo muy buenas críticas entre los
especialistas extranjeros.
En total, a lo largo de toda la historia del
Tu-95, se crearon más de 20 modificaciones del mismo y la Oficina de Diseño
Experimental Túpolev construyó varios aviones basados en este modelo. Por
ejemplo, en 1957 voló por primera vez el Tu-116, un avión destinado a las
visitas internacionales de los dirigentes de la URSS. Era prácticamente igual
que el Tu-95; la diferencia residía en la bodega de carga, donde se acomodó una
cabina hermética con dos salones para 20 personas, una cocina y un espacio de
trabajo.
Un poco más tarde, salió la serie de aviones
de pasajeros Tu-114: un aeroplano de largo recorrido diseñado también a partir
del Tu-95. Debido a la larga duración de los vuelos, la cabina estaba equipada
con un compartimento con camas y una cocina, y entre la tripulación siempre
había un cocinero.
En el Tu-95 se instaló, por primera vez en la URSS, un microondas para calentar la comida de la tripulación.
La Bomba del Zar y otros experimentos
Durante las pruebas nucleares y
termonucleares, el Tu-95 transportaba proyectiles a los campos de ensayo;
además, el avión estaba equipado con un lanzador con tambor para seis misiles
de crucero Х-55 en el compartimento de carga. Aparte del compartimento de
carga, el Tu-95 tenía capacidad para transportar otros diez misiles bajo las
alas.
Para realizar las pruebas con el dispositivo
termonuclear АН602 —capaz de liberar una potencia de 60 megatones—, al que se
bautizó como la Bomba del Zar (Tsar Bomba
en ruso), se construyó un único ejemplar del avión Tu-95В. La bomba —con el
sistema de paracaídas incluido— pesaba más de 27 toneladas y no cabía en el
compartimento de carga, por lo que se tuvo que montar un potente soporte en el
avión, se eliminaron los batientes de la escotilla para bombas y se cubrió el
casco con pintura reflectante.
El Tu-95 no cuenta con asientos
eyectables, de modo que en una situación de emergencia la tripulación
debe abandonar el avión a través de la escotilla reglamentaria situada
por detrás del tren de aterrizaje delantero. Entre los asientos hay un
transportador que el ingeniero de vuelo pone en marcha; los pilotos, los
navegantes y los ingenieros se sientan en él y se dirigen a la salida, y
el francotirador de la cola abandona el bombardero por sí solo.
Durante la explosión, que se efectuó el 30 de
octubre de 1961, el Tu-95В se encontraba a una distancia de 39 kilómetros.
Después del aterrizaje, una inspección reveló que el fuselaje y las alas se
habían quemado y las piezas de aluminio que sobresalían se habían fundido y
deformado. La tripulación del avión, con Andréi Durnóvtsev a la cabeza, se
alegró de la decisión inmediata de no poner a prueba otra bomba de tercer grado
(la cual superaba la potencia de esta hasta en 100 megatones).
En 1962, el Tu-95В participó, con la misma
tripulación, en otras pruebas termonucleares. El avión se volvió a necesitar en
los años 70 para trasladar urgentemente de Moscú a Novosibirsk el planeador
Tu-144, al que colgaron del mismo soporte que la Bomba del Zar.
Aplicación militar
En la época soviética, el Tu-95 estaba
destinado, principalmente, a estar en alerta y preparado para atacar objetivos
estratégicos de algún enemigo potencial en caso de necesidad. Estos ataques se
efectuarían por la ruta más corta, a través del polo norte. Para ello, se
instalaron aeródromos en plataformas de hielo a la deriva. En 1958, dos Tu-95
aterrizaron con éxito en uno de estos aeródromos, a pesar de la dificultad que
suponía frenar sobre el hielo. Pero con el desarrollo del repostaje en vuelo
desapareció la necesidad de instalar estos aeródromos flotantes.
Entre otras tareas, el bombardero se encargaba
también de intimidar a los portaaviones estadounidenses.
“Recibíamos una misión: se ha detectado un
portaaviones en el Atlántico, bajo tales coordenadas... Y despegábamos. Mucho
antes de llegar al objetivo descendíamos unos 200 metros —para que no pudieran
detectarnos con el radar— y nos acercábamos. Sobrevolábamos la cubierta, la
fotografiábamos y les hacíamos gestos intimidantes”, recuerda el veterano de la
aviación de largo recorrido, Vitali Vólkov.
“En una ocasión nos sorprendieron: desde el
portaaviones ‘America’ (junto a las Azores) despegaron cuatro cazas, nos
retuvieron y nos enviaron a los EE UU. El comandante se puso en contacto
con la base e informó de lo sucedido. Desde la base nos ordenaron que nos
abriéramos paso a través del cerco enemigo. Así que pisamos el acelerador y nos
alejamos...”
0 comentarios:
Publicar un comentario