El coste previsto de los dos portaaviones que Gran Bretaña está construyendo para su Armada Real
ya alcanza los 6.200 millones de libras (cerca de 7.400 millones de
euros), casi el doble de los 3.500 millones (4.170 millones de euros al
cambio actual) estimados originalmente por el Gobierno cuando se proyectaron en 2007.
El secretario de Defensa, Philip Hammond,
será el encargado de anunciar oficialmente el nuevo sobrecoste de 800
millones de libras (950 millones de euros), según el diario Financial Times. Los buques, de 65.000 toneladas cada uno –el triple que los anteriores portaaviones de la clase Invencible a los que sustituirán–, no entrarán en servicio antes de finales de esta década.
El British Forces Broadcasting Service,
servicio de radiodifusión de las fuerzas armadas británicas, que se ha
hecho eco de la información, explica que Hammond espera desviar las
preocupaciones por los sobrecostes anunciando una renegociación del
proyecto en condiciones más favorables para el contribuyente.
El
secretario de Defensa prevé comunicar que cualquier encarecimiento
adicional a partir de ahora será soportado a partes iguales por el
ministerio y los contratistas, apunta Financial Times. Hasta la fecha las subidas han sido soportadas sobre todo por las arcas del Gobierno.
De
momento las negociaciones entre las partes “se encuentran en una etapa
avanzada”, explica un portavoz ministerial citado por el diario
económico. Aunque, reconoce, “aún no se ha tomado ninguna decisión
final”.
El
nuevo incremento de los costes es otro contratiempo más de un programa
que ya ha pasado por duros momentos. En 2010 se gestó uno de los más
sonados cuando se anunció que el diseño de las naves sería revisado para
adaptarlo a un sistema de catapultas, para el despegue, y cables de
frenado, para el aterrizaje (como los de los portaaviones
norteamericanos y el francés Charles de Gaulle). De esta manera, los buques estarían preparados para acoger aviones de combate F-35C JSF, de mayores capacidades que el F-35B, de despegue corto y aterrizaje vertical (STVOL), previsto inicialmente.
Una vergonzosa marcha atrás
Sin
embargo, los cambios estaban generando un encarecimiento (se calculó en
hasta 2.000 millones de libras más) y un retraso del programa que
llevaron al Gobierno a volver a la versión inicial sin catapultas ni
cables y con una rampa de proa con la que facilitar los despegues de la
versión F-35B, que será la que finalmente adquiera la Royal Navy.
La marcha atrás devino en un vergonzoso momento del desarrollo de los
buques y levantó las críticas de la oposición al Gobierno del actual
primer ministro, David Cameron.
Gran Bretaña se ha planteado incluso la venta de la segunda de las naves, el Prince of Wales, actualmente en una fase de construcción mucho menos avanzada que su gemelo, el Queen Elizabeth,
del que hace un mes se concluyó la unión de las últimas secciones que
completan su cubierta de vuelo, y que da nombre a esta clase de
portaaviones de 280 metros de eslora y preparada para acoger a más de
cuarenta aeronaves, entre aviones y helicópteros, por unidad.
Foto: Ministerio de Defensa del Reino Unido
Infodefensa.com
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