Treinta años de combates y luchas fratricidas han destrozado Afganistán pero no han podido en Kabul con un islote de resistencia animal; un zoológico que ha sobrevivido al horror de la guerra y aún hoy entretiene a los más pequeños.
El zoo de Kabul registra una suerte de renacimiento tras pasar por penurias que casi le llevaron a la desapariciónEn la actualidad, y entre otras especies,
los visitantes pueden contemplar leones, zorros, lobos, erizos,
ciervos, monos, pavos, loros y flamencos en un recinto que ha sufrido
todas y cada una de las vicisitudes de la trágica historia reciente del
país.
Porque el zoo de Kabul registra una suerte de renacimiento tras pasar por penurias que casi le llevaron a la desaparición.
Según explicó el director de la institución, Aziz Gul Saqeb, el zoo de la capital afgana fue inaugurado en 1967, con instalaciones de investigación y atracciones turísticas, como parte de un intento de construir un Estado moderno.
Unos 700 ejemplares de 92 especies poblaban entonces el parque, donde
las cosas se empezaron a torcer al cabo de poco más de una década,
cuando se produjo la invasión soviética y, de acuerdo con Saqeb, los soldados disparaban a los animales a modo de distracción.
Más que mejorar la situación empeoró con la guerra civil
que se desató tras el fin de la invasión soviética.
"Desafortunadamente, el zoo estaba en el frente de guerra entre las
milicias de etnia hazara y los partidarios del líder islamista Gulbudín
Hekmatyar, así que la mayoría de los animales murieron por disparos o
bombardeos", relata Saqeb.
Los talibanes mataron a tiros a una cebra y a dos elefantes que habían sido regalados por la IndiaLa llegada del régimen talibán
a mitad de los noventa marcó, a continuación, uno de los periodos más
negros del parque. "Los talibanes mataron a tiros a una cebra y a dos
elefantes que habían sido regalados por la India", asegura Saqeb, que
recuerda que "un ciervo también sufrió un destino trágico, porque no
paraban de tirarle palos y piedras".
Sobre el zoo pesó en aquellos años la amenaza de cierre.
La iniciativa surgió de un comandante que estimaba que mantener animales en jaulas era contrario a los preceptos del islam. Y que mantenía que los animales habían sido creados por Dios y por tanto debían vivir en libertad.
La iniciativa no salió adelante porque otros mandos talibanes se
opusieron con el argumento de que el jardín zoológico era prácticamente
la única opción de entretenimiento de la que disponían los sufridos habitantes de Kabul.
La leona Marjan
Para entonces, según Saqeb, los casi únicos inquilinos del lugar era un grupo de monos, que no tardarían en morir por una plaga infecciosa, y una leona de nombre Marjan y que pasó a convertirse en el símbolo del zoo y, de alguna manera, también del país.
De carácter orgulloso, belicoso e independiente, como el pueblo
afgano, Marjan ganó celebridad por haberse convertido en el inquilino
más antiguo del zoo y por un incidente que protagonizó durante la
cruenta guerra civil. Saqeb cuenta que un señor de la guerra que
presumía de valiente quiso impresionar a sus hombres y para ello no se
le ocurrió mejor idea que meterse en la jaula de Marjan "para jugar con
ella y mostrar así su coraje". Marjan terminó por enfadarse y devoró al intruso pese a los esfuerzos de los compañeros de la víctima por rescatarle.
El animal sobrevivió después a una granada que le tiró un hermano del devorado; quedó ciega pero conservó la vida.
La leona acabaría muriendo en 2001 debido a un problema renal pero su caso atrajo la atención de la comunidad internacional hacia el zoo de la capital afgana, que debe mucho a Marjan.
Ese mismo año la Asociación Estadounidense de Zoología donó 400.000 dólares
para reconstruir las jaulas y que también sirvieron para iniciar la
construcción de las instalaciones veterinarias con que el parque cuenta
en la actualidad.
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