Distintivo XIII Bandera/ Colección A. Manzano
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El
Mando de las tropas había ordenado un reconocimiento armado para
delimitar y cuantificar las bandas del llamado Ejército de Liberación
que agredían nuestras posiciones y que acumulaban medios para atacar el
mismo Aaiún, la capital.
La
XIII Bandera de la Legión, reforzada por otras unidades, comenzó el
movimiento al amanecer hacia la zona de Edchera - Tafudart. Alrededor de
las 10:00 horas la vanguardia inició la toma de contacto con un grupo
enemigo en la Saguía del Hambra, el cauce ancho de un río seco.
Tratando
de delimitar al enemigo que, bien protegido, ofrecía una tenaz
resistencia, la inicial toma de contacto evolucionó en poco tiempo en un
combate abierto. La presión sobre el citado enemigo se llega a
materializar acortando la distancia, hasta llegar en alguna parte del
escenario del combate a los 100 metros de sus posiciones.
El
combate continuó hasta el anochecer, ocasión en la que la Bandera se
reorganizó para volver a atacar al amanecer en un frente estrecho y
fuego concentrado. Pero el enemigo, muy quebrantado, había aprovechado
la noche para romper el contacto y retirarse a sus bases.
Bajas en el combate
La
dureza del combate la proclama el número de bajas españolas: 43 muertos
y 64 heridos de la XIII Bandera; alguno más falleció después por la
gravedad de sus heridas. Además, hubo 5 muertos en las unidades de
refuerzo.
Fue
un balance sangriento pero que obligó al enemigo, aprovechando la
noche, a romper el contacto y retirarse hacia el interior, recogiendo
sus heridos y dejando parte de sus muertos sobre el terreno; 50
cadáveres suyos fueron enterrados.
Con el combate de Edchera desapareció la presión de las bandas irregulares sobre el Aaiún.
En Honor de los caidos en Edchera
Dos
Cruces Laureadas de San Fernando recompensaron en dos hombres, el
Brigada Legionario Francisco Fadrique Castromonte y el Legionario Juan
Maderal Oleaga, su extraordinario comportamiento y el de toda la
Bandera.
Tumbas de los combatientes caídos en Edchera / Colección privada
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La arena sencilla del desierto acogió los restos de aquellos legionarios que cumplieron un deber y obedecieron hasta morir.
En
la fotografía se pueden ver las tumbas que acogieron los restos de los
que lucharon con bravura sin igual aquel 13 de enero de 1958 en el
Sahara español. La fotografía no puede expresar el dolor por sus
compañeros, a los que rinden honores, pero sí nos deja un recuerdo para
siempre.
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