viernes, 13 de enero de 2012

7 de enero de 1921. Baltasar Queija de la Vega, la primera baja en combate de La Legión

  Antonio Manzano  

Legionario en campaña, 1921 /
Lámina José Mª. Bueno
Una escuadra de La Legión en servicio de seguridad sufre un tiroteo, como tantos que han de soportar las patrullas, los destacamentos y los convoyes de tropas españolas que, por la decidida acción del Gobierno español, estaban tratando de devolver a Marruecos su seguridad y viabilidad como Estado.
El día se acababa y la escuadra estaba replegándose hacia el campamento de la II Bandera, situado en el Zoco el Arbáa de Beni Hassán, al sur de Tetuán. Como casi siempre, los moros rebeldes al Sultán hostigaban a las tropas españolas cuando se encontraban en inferioridad numérica o táctica y atacaban con la esperanza además de capturar sus armas.
Uno de los legionarios quedó gravemente herido y murió. Se llamaba Baltasar Queija de la Vega y en sus bolsillos encontraron un poemita:
Somos los extranjeros legionarios
El Tercio de hombres voluntarios
Que por España vienen a luchar

El impacto de ser la primera baja mortal y esta circunstancia inspiró la composición de la famosa canción "El novio de la muerte".

El primer muerto en combate de La Legión

Cabo legionario con capote manta /
Lámina José Mª. Bueno
Baltasar Queija de la Vega había nacido el 21 de mayo de 1902 en Minas de Riotinto, Huelva. Se había incorporado a la II Bandera de La Legión el 9 de octubre de 1920.
Murió en una acción intrascendente para el conjunto de las operaciones que estaban desarrollándose en la zona occidental del protectorado, porque en muchas partes se sufrían bajas casi continuamente en un sinfín de pequeños encuentros, emboscadas y hostigamientos, y también en combates formales de mucha intensidad.

Sin embargo, su muerte tuvo una gran importancia para La Legión porque era el inicio deseado de un camino de inmensos sacrificios que se correspondían con el Espíritu de Combate: "La Legión pedirá siempre, siempre, combatir sin turno, sin contar los días, ni los meses ni los años".
Y así se cumplió: con Baltasar Queija de la Vega, en la guerra por la pacificación de Marruecos y combatiendo en las filas de La Legión murieron 116 jefes y oficiales y 1871 sargentos, cabos y legionarios; además quedaron heridos 319 de los primeros y 5775 de los segundos. Total, más de 8.000 bajas sufrió La Legión entre este día del 7 de enero de 1921 y el 27 de mayo de 1926, fin de las operaciones y día de la victoria; poco más de cinco años de participación en la guerra.
Tan grande sacrificio, sin parangón con los de otras Unidades y plagado de casos meritorios y heroicos que hoy en día siguen recordándose -como el famoso blocao de la Muerte, cerca de Melilla-, fue posible por la mística guerrera y heroica que impregna el Credo Legionario, cuyo Espíritu de la muerte establece que "El morir en el combate es el mayor honor; no se muere más que una vez; la muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde".
EL NOVIO DE LA MUERTE
Nadie en el Tercio sabía
quién era aquel legionario
tan audaz y temerario
que en la Legión se alistó.
Nadie sabía su historia,
mas la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo el corazón.
Más si alguno quién era le preguntaba,
con dolor y rudeza le contestaba:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera,
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tan leal compañera.
Cuando más rudo era el fuego
y la pelea más fiera,
defendiendo su Bandera,
el legionario avanzó.
Y sin temer al empuje
del enemigo exaltado,
supo morir como un bravo
y la enseña rescató.
Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera,
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.
Cuando al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato
de una divina mujer.
Y aquella carta decía:
"...si algún día Dios te llama,
para mí un puesto reclama
que a buscarte pronto iré".
Y en el último beso que le enviaba,
su postrer despedida le consagraba:
Por ir a tu lado a verte,
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi Bandera
.

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