En
 la madrugada del 6 de enero de 1782 Mahón y casi toda la isla tembló: 
toda la artillería española destinada al asedio disparó simultáneamente,
 iniciando el bombardeo del castillo de San Felipe donde se había 
refugiado la guarnición británica de Menorca ante el desembarco español 
pocas semanas atrás.
Los
 cálculos más recientes de Terrón ajustan las cifras a 100 cañones y 35 
morteros. Como dotación inicial, cada cañón disponía de 50 disparos por 
día y cada mortero 20.
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Plano de la villa y Puerto de Mahón y fuerte de San Phelipe : en la isla de Minorca Mahón (Menorca).  
Planos , 1706 (1756) / Biblioteca Digital Hispánica  | 
Con
 este estremecedor amanecer comenzó el asedio artillero a la fortaleza. A
 lo largo de todo el asedio se dispararon 66.815 proyectiles de cañón y 
17.160 de mortero según los cálculos aproximados de Riudavets. Ello 
supone 695 disparos por cada cañón, y en el mes que duró el asedio, una 
media de 22 disparos por día. Por cada mortero hubo 520 disparos de 
media, unos 16 por día.
La derrota británica
Tras
 sufrir encerrados el intenso y constante bombardeo y efectuar algunas 
salidas de la fortaleza para intentar desmontar las obras españolas, en 
las que incluso se llevaron prisioneros, el 5 de febrero el general 
británico, siguiendo las costumbres de aquellas guerras, ofreció al 
general Crillón, Capitán General de las tropas españolas y de las 
aliadas francesas, condiciones para rendirse y abandonar Menorca; 
Crillón aceptó unas y otras no, imponiendo su criterio. Al final, la 
guarnición británica se rindió; fueron 2667 militares (entre ellos, 2 
tenientes generales, 1 mariscal de campo y 3 coroneles) y 434 civiles. 
En total, 3101 personas. Se les tomaron sus banderas, armamento, 347 
cañones, morteros y obuses, víveres y otros efectos de la defensa. 
Sufrieron 59 muertos, 149 heridos y 35 desertores, además de los 
enfermos.
Las tropas españolas vencedoras
Las
 tropas españolas atacantes eran inicialmente más de 8.000 hombres de 
Infantería, Dragones y Artillería, a los que habría que añadir los 
Cuarteles Generales, Estados Mayores y Ayudantes. Se recibieron 
refuerzos de otros 2.238 españoles y de 4.128 franceses. En total, las 
tropas ascendieron a más de 14.500 hombres, a los que habría que añadir 
proveedores y civiles. Es de reseñar la cifra de 206.000 cartuchos de 
fusil enviados con la expedición.
Las
 bajas españolas fueron: 4 Oficiales y 180 de Tropa muertos y 20 
Oficiales y 360 de Tropa heridos. Además, hubo que contar a los enfermos
 y, caso insólito, a los desertores al lado británico, 20, casi todos 
del Regimiento irlandés de Ultonia.
Los
 Regimientos con mayores bajas fueron, de los de Infantería, el de 
Burgos (29 muertos y 54 heridos) y el de Cataluña (23 muertos y 68 
heridos). En los de Dragones, el de Almansa (8 muertos y 28 heridos). 
Entre los artilleros hubo 13 muertos y 38 heridos, 3 de éstos Oficiales.
 Todo esto quiere destacar que, proporcionalmente a su número, 
padecieron más los artilleros, pues contra ellos iba la defensa 
británica y aquellos de infantería destinados a las obras de zapa y 
fortificación.
La
 contribución de la Armada llegó hasta los 33 buques de guerra y 51 de 
transporte españoles, más 27 mercantes extranjeros contratados.
El Rey da las gracias![]()  | 
Carlos III. Francisco Goya. 1786-88.  
Colección Del Arco, Madrid.  | 
El
 reinado de Carlos III (1760- 1788) se caracterizó por una incesante 
actividad bélica: asedio y bloqueo para la reconquista de Gibraltar, 
defensas de las plazas norteafricanas de Ceuta y de Melilla ante los 
asedios de los moros, la operación -fallida- de socorro de Argel, las 
expediciones a Sacramento -en la Banda Oriental o Uruguay- contra los 
portugueses y a la Florida para ayudar a la independencia de las 
colonias británicas norteamericanas, y la participación en la Guerra 'de
 los 7 años' a raíz de la pérdida de La Habana y Manila ante los 
británicos, y la misma de reconquista de Menorca, entre otras quizá no 
tan importantes.
En
 aquel entonces, para recompensar los méritos destacados en las 
campañas, el Rey Carlos III otorgaba ascensos en "grado" o en "empleo" a
 muchos de los intervinientes. Otros modos de premiar en aquella época, 
en la que no había un sistema reglado de recompensas tal como hoy en día
 está establecido, podían ser desde el ingreso en alguna de las Órdenes 
Militares (Santiago, Calatrava, Alcántara o Montesa) o en la de Carlos 
III -que premiaba tanto méritos civiles como militares-, hasta publicar 
en la Gaceta la noticia del heroísmo con los detalles de los hechos.
Pero
 otro modo era "dar el Rey las gracias a." quien mereciera ser 
reconocido por el Monarca en persona. Éste fue el detalle originador de 
lo que, con el tiempo, acabó siendo la característica más peculiar de la
 celebración de la reconquista de Menorca.
La
 importancia que se dio a su reconquista perduraría a lo largo del 
tiempo, si bien variando paulatinamente su significado hasta llegar a la
 situación actual en que la celebración se ha configurado como la Pascua
 Militar en la que el Rey, como mando supremo de las Fuerzas Armadas, se
 reúne con representantes de los Ejércitos y del Ministerio de Defensa, 
entre otras Autoridades.
Antonio Manzano  http://www.revistatenea.es/ 









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