EE.UU. y China se hallan inmersos en una 'guerra de 
radios de alcance' ('range war') en el océano Pacífico occidental, en la
 que intentan demostrar quién puede llegar más lejos con sus misiles y 
quién tiene la mejor y mayor fuerza aérea y naval.
El despliegue tecnológico militar de uno genera una respuesta del 
otro para determinar quién domina más espacio de la región en disputa en Asia Pacífico. 
Aunque el aumento y desarrollo de armamento y de los misiles tácticos 
en ambos bandos pueda parecer algo secreto, el caso es que su exposición
 influye notablemente en sus opciones y decisiones políticas dentro del 
juego geopolítico de la región en caso de crisis. La revista digital National Interest analiza la situación.
El desarrollo armamentístico chino
Desde la década de los noventa, Washington se mostró preocupado por la 
creciente capacidad militar de China. Tras el imponente despliegue 
militar estadounidense en el golfo Pérsico de 1991 y con la tercera 
crisis del estrecho de Taiwan entre 1995 y 1996, el Ejército Popular de 
Liberación chino tomó la decisión de embarcarse en una reforma completa 
de su estructura y capacidad militar, con el objetivo de crear una zona 
de seguridad dominada por el ejército chino en la región occidental del 
océano Pacífico, lo suficientemente peligrosa como para que las fuerzas 
militares adversarias no puedan operar en ella durante una futura crisis
 mundial. 
Once años después, en 2007, un estudio financiado por la Fuerza Aérea de Estados Unidos
 determinó que el ejército estadounidense podría ser vencido por el 
Ejército Popular de Liberación chino debido a su estado y capacidad 
militar actual.
China ha incrementado de manera considerable sus unidades 
navales, además de desarrollar modernos misiles antibuque, como el YJ-83
 (de 160 kilómetros de alcance), el SS-N-22 Sunburn (hasta 250 
kilómetros de alcance) y el SS-N-27 Sizzler (de 300 kilómetros de 
alcance). En caso de batalla naval, la armada estadounidense lo tendría 
muy difícil para resistir y salir airoso de una ofensiva china. Además, 
China está ganando ventaja gracias a sus bases aéreas y baterías de 
misiles desplegadas en la zona, lo cual presenta otro gran problema para
 Estados Unidos y sus fuerzas aliadas en la región. 
El ejército chino usa actualmente modificaciones del diseño del 
cazabombardero ruso Su-30 (con una autonomía de vuelo de 1.500 
kilómetros), que podrían empezar a armarse con YJ-12 ASCM (alcance de 
400 kilómetros), misiles antibuque supersónicos de fabricación china.
De
 este modo,Pekín tendría una efectividad militar en un radio de 1900 
kilómetros desde China, excediendo así el rango de combate de los 
portaaviones de la marina estadounidense (1300 kilómetros de alcance) y 
sus misiles Tomahawk (1.600 kilómetros de alcance). A esto se suma la 
capacidad de fuego del ejército chino desde sus costas, cuyas bases 
militares armadas contienen baterías de misiles balísticos Dong Feng 21 
(DF-21D) con una alcance efectivo de 1800 kilómetros.
       
        La respuesta estadounidense
La actual situación 
representa diversos desafíos para las fuerzas armadas estadounidenses 
que, para mantener su posición en la zona, sigue con su política de 
conseguir y crear nuevos aliados ya presentes en la región, además de la
 construcción de sus bases militares en territorios extranjeros, desde 
la cuales obtienen cierta ventaja logística y estratégica para maniobrar
 militarmente.
Estados Unidos no puede permitirse quedarse atrás en el juego geopolítico y militar mundial, por lo que sigue invirtiendo en el desarrollo de nuevos y mejorados sistemas de misiles,
 como la adaptación de los misiles de crucero auto-guiados ASSM-ER, para
 ser transportados por los nuevos modelos del caza F-35, y los futuros 
misiles antibuque de largo alcance LRASM (1.000 kilómetros de alcance).
La Marina estadounidense también trabaja en el desarrollo de sus
 capacidades defensivas en caso de ataques aéreos y de misiles contra 
sus portaaviones, integrando nuevos tipos de radares, contramedidas, 
misiles y software. Destaca el proyecto en fase de desarrollo conocido 
como UCLASS, un portaaviones con la capacidad de transportar y gestionar
 el funcionamiento de todo tipo de VANTs (Vehículos Aéreos No 
Tripulados).
El crecimiento paulatino de los arsenales militares
Con
 total seguridad, esta tendencia por controlar el mayor terreno y 
alcance efectivo militar posible seguirá aumentando según surjan 
innovaciones tecnológicas. Sin embargo, cabe recordar que la producción 
militar china tiene una razón de peso: la presencia militar 
estadounidense en la región. China no ha mostrado ambiciones ni interes 
por expandir su poderío militar fuera de sus fronteras, algo que Estados
 Unidos sabe hacer y aplicar mejor que cualquier otra nación. 
Según 
expertos, esto podría indicar que la política militar china está 
condicionada y motivada por la presencia estadounidense, la autodefensa y
 la prevención en caso de una crisis que provocase un conflicto armado. 
Un caso muy similar se da entre Rusia, Irán y Estados Unidos,
 cuya presión, provocada por la presencia militar de éste último, obliga
 a Rusia e Irán a reforzarse y aumentar su capacidad bélica y así 
mantener su estatus independiente y de autoridad en sus respectivas 
regiones.
Esta situación beneficia a la industria armamentística, tanto 
estadounidense, como rusa, iraní y china, por ejemplo, pero está 
ocasionando el debilitamiento de la supremacía militar estadounidense, 
pues queda patente en los últimos años que la situación militar global 
actual no permite intimidar ni actuar contra otras naciones sin 
represalias de terceros países posicionados entre los más poderosos, 
política y militarmente.
© lockheedmartin.com
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