La incapacidad de hacer volar con garantías un ejemplar del Joint Strike Fighter, el avión de combate más avanzado del mundo, en la reciente feria aeronáutica internacional de Farnborough (Reino Unido) es el último capítulo de una serie de contratiempos que lleva al The New York Times a dedicar un editorial al F-35,
 como habitualmente es conocido este modelo a cuyo frente está la firma 
norteamericana Lockheed Martin. 
En el artículo, firmado el domingo por 
su Junta Editorial, el diario apunta que el episodio de
 Farnborough no es más “que el último de una serie de reveses”  que 
deberían llevar a una “reevaluación” del programa.
“A pesar de su tormentosa historia, el Congreso todavía sigue 
derramando dinero sobre un programa que está previsto que produzca más 
de 2.400 F-35 para la Fuerza Aérea, la Marina y el Cuerpo de Marines hasta el año 2037”, explica el texto.
En él se recuerda que el último problema detectado fue el fallo de un motor Pratt & Whitney de uno de los aviones en una base de Florida el pasado 23 de junio, cuando el aparato se preparaba para el despegue. El incidente llevó al Pentágono a prohibir temporalmente los vuelos de las 97 unidades del modelo construido por Lockheed Martin, lo que impidió días después su puesta de largo en Europa aprovechando la expectación que Farnborough levanta en el sector.
The New York Times recoge la opinión del Pentágono y los fabricantes confiando en que el caso, todavía bajo investigación, se trate de un problema menor, pero recuerda que el F-35 ya lleva 14 años de un desarrollo trufado de problemas. Paradójicamente, este programa debía probar la capacidad de Estados Unidos
 para construir un arma de tecnología avanzada de manera asequible y sin
 grandes retrasos. 
Sin embargo, el precio estimado del proyecto ya se ha
 elevado un 42 por ciento desde 2007, hasta estimarse en 400.000 
millones de dólares. El coste de cada avión ya es el doble del previsto,
 y se estima que entre en plena producción en 2019, seis años más tarde 
de lo planeado.
El periódico pone el acento en los sucesivos informes –tanto del Gobierno, como del Pentágono,
 como de grupos no gubernamentales– en los que se “han expuesto graves 
deficiencias” en el desarrollo del avión. Cita, como ejemplo, la gran 
capacidad con la que el F-35 se ha concebido para integrar sensores y armas, y en la que aún no se ha logrado que funcione el software pertinente.
 Mejor comprar más F-15, F-16 y F-18, y modernizar los A-10
Incluso William Hartung, del Centro de Política Internacional,
 ha argumentado que aunque el avión llegue a resolver todos sus 
problemas técnicos “será demasiado pequeño para servir como un 
bombardero efectivo, no maniobrará lo suficiente para los combates 
aéreos y será demasiado rápido y vulnerable como para hacer bien el 
trabajo de apoyo a las tropas en tierra”.
En este punto, el editorial recuerda que no sólo están en las “necesidades americanas”, sino que una docena de países planea comprar estos aviones. La situación ha llevado a algunos expertos a afirmar que el Pentágono podría ahorrar dinero y asegurar que Estados Unidos tiene un avión mejor que sus adversarios comprando menos F-35 y más F-15, F-16 y F-18, cazas que ya están operativos, y modernizando aparatos de ataque al suelo A-10 Warhog.
El diario concluye advirtiendo que, en este caso, “el sentido común 
se evapora cuando se trata de armamento de alto precio, y los miembros 
del Congreso están siendo fuertemente presionados por los adinerados contratistas de defensa”.
Foto: Lockheed Martin
Infodefensa.com









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