La semana pasada el Ministerio de Defensa 
ruso anunció sus planes para desplegar un escuadrón de bombarderos 
Tu-22M3 de largo alcance en Crimea, y lo describe como "una de las 
medidas de respuesta al despliegue de la base antimisiles en Rumanía". 
La decisión reducirá significativamente la capacidad del escudo 
antimisiles del sur de Europa, y es muy probable que venga acompañado de
 acciones similares por parte de la OTAN.
Al mismo tiempo, la ubicación estratégica de Crimea obligará a la 
Alianza a revisar a fortalecer sus planes de defensa en la región del 
Mar Negro. Cabe señalar, que Moscú se ha referido a este tipo de medida 
como “una medida extrema”.
Antes de que se desarrollase la aviación militar, el control sobre Crimea significaba ante todo el control del Mar Negro, ya que desde la Península era más rápido alcanzar cualquier barco en este mar.
Además, la excepcional protección natural de Crimea convertía a la 
ciudad en invulnerable, por lo menos a nivel marítimo.  Así ocurrió en 
los conflictos con Turquía y durante la guerra de Crimea (1853-56) , que
 enfrentó a Rusia con tropas británicas, francesas y turcas.
Sin embargo, mientras que en la época del Impreio ruso se tardaban 
días en destruir al enemigo, en la guerra actual apenas supone unos 
minutos. Hay un precedente histórico que ilustra claramente la ventaja 
de contar con bases aéreas en regiones como Crimea. La mañana del 5 de 
junio de 1967 aviones israelíes despegaron en dirección al Mediterráneo e
 infringieron un gran daño a la Fuerza Aérea de Egipto, que esperaba una
 incursión desde el Sinaí, la frontera con Israel.
En la actualidad, si los bombarderos desplegasen desde Crimea, los 
comandantes de la OTAN no sabrían hacia dónde se dirigen hasta su 
llegada a aguas del Mar Negro.
La Alianza siempre ha entendido la importancia estratégica de los 
puertos y bases aéreas de Crimea. Una base aquí posibilitaría a 
Washington y sus aliados controlar todo el Mar Negro y amenazar a la 
marina rusa.
Por su parte, el despliegue del escuadrón de Tu-22M3 era esperable 
desde el año pasado. En marzo de este año, Rusia desplegó diez aviones 
cerca de Crimea.
El escudo antimisiles en Deveselu, Rumanía, no supone una amenaza 
para los bombarderos rusos, ya que está dirigido para detectar e 
interceptar misiles balísticos. En este sentido, Rumanía acoge 24 
complejos de tierra de lanzamiento de misiles SM-3. Su objetivo serán 
misiles de medio y corto alcance.
Para poder proteger sus sistemas de defensa de misiles, es probable 
que la OTAN despliegue modernos sistemas de defensa aérea y cazas en 
Rumanía, Bulgaria y otros países del Mar Negro. De modo que, en caso de 
conflicto, será difícil detectar estos aviones.
En la guerra contra Georgia en 2008, Rusia
 perdió un aparato aéreo. Inmediatamente después, el general Anatoli 
Nogovitsin declaró que el mando ruso "había hecho algunos ajustes en el 
entrenamiento de combate de la Fuerza Aérea de Rusia".
El nuevo despliegue de Tu-22M3 hará que la OTAN se apresure a 
defender el espacio aéreo de los países miembro. El precio de este nuevo
 despliegue será superior para la Alianza, que tal vez expanda su 
presencia en Georgia o entre en un mayor acercamiento a Turquía, que ha 
establecido buenas relaciones de vecindad con Moscú.
Parte de esta nueva infraestructura adicional podrá utilizarse contra
 el Estado Islámico, aunque no llegará tan al sur como Sofía, Bucarest o
 incluso Tbilisi.
De una manera u otra, el resultado puede ser la escalada de una nueva
 carrera armamentística. El Kremlin quiere dejar claro que tiene el 
derecho de desplegar tropas en cualquier parte de Rusia, lo que disuade a
 la OTAN de aumentar su presencia en el Mar Negro.
Posiblemente el objetivo de Moscú sea reducir la tensión 
internacional y la vuelta a un diálogo constructivo con Occidente en un 
futuro próximo. Sin embargo, todavía se desconoce si la táctica escogida
 acabará provocando el efecto esperado.







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