Cuadro de José Casado del Alisal (1863) 
 
Comentario sobre el 23 y 24 de julio de 1808.
La
 obviedad del título se debe a una polémica que, no obstante su fácil 
resolución, tuve que sostener hace ya un tiempo con el que entonces era 
uno de mis jefes. Él aseguraba firmemente que la batalla de Bailén (19 
de julio de 1808) constaba entre las victorias napoleónicas inscritas en
 el Arco del Triunfo de París. Y yo que no; y él que sí. Y yo otra vez 
que no; y él otra vez que sí.
Ese
 aparente, para los que asistían a esa conversación, diálogo de besugos,
 no era tal pues yo estaba absolutamente seguro de mi afirmación, a la 
vez que llegaba al convencimiento de que mi entonces jefe hablaba sólo 
por referencias y daba por cierto tan gran dislate.
El
 dislate sería que, en un inmenso ejercicio de manipulación de los 
hechos, Napoleón hubiera decidido convertir en victoria su primera gran 
derrota en campo abierto. Pudiera haber sido así porque Napoleón cometió
 inmensos excesos, ya se sabe.
Pero
 no se olvide que el 19 de julio de 1808, tras perder más de 2.500 
hombres entre muertos y heridos, el general francés Dupont se reconiocía
 derrotado, rindiéndose al general Castaños, nada menos que todo un 
cuerpo de ejército francés.
El
 23 de julio se rindieron las divisiones de los generales Barbou y 
Fresia, y el 24, las de los generales Vedel y Dufour. En total, unos 
18.000 hombres. Invito a nuestros lectores a que localicen cuántas veces
 en la historia se ha rendido un cuerpo de ejército entero, veterano y 
bien fogueado.
Hay
 batallas cuya victoria queda disputada por ambos contendientes y otras 
en las que ambos se la apropian o queda como vencedor el que gana otro 
tipo de batalla, la de la propaganda. No es este el caso. Bailén fue una
 absoluta victoria española que resonó por toda Europa, pues era la 
primera vez que allí oían que los ejércitos napoleónicos eran derrotados
 en una batalla campal en campo abierto. Su repercusión se derivaba de 
la esperanza que concibieron los ya subyugados por Napoleón, de 
liberarse de él porque sus ejércitos no eran invencibles, si no que se 
les podía derrotar.
En
 aquel aparente diálogo de besugos yo jugaba con ventaja, pues en mi 
primera visita a París (eran tiempos sin Internet) fui expresamente al 
Arco del Triunfo a averiguar qué había de cierto en esa afirmación, 
injustificadamente extendida entre españoles. Verdaderamente me rompí el
 cuello mirando hacia arriba y hacia cualquier rincón a la espera de 
sorprenderme viendo Bailén, pero no; no estaba.Lo que aquel diálogo de 
besugos mostraba es la frecuente actitud apreciable entre los españoles 
de creer más lo que nuestros enemigos dicen de nosotros que lo que dicen
 los españoles de nosotros mismos. Entra en el terreno de lo 
extrañamente arraigado que está en la mentalidad de los españoles 
preferir creer lo de la leyenda negra antes que discutirla por simple 
orgullo nacional. Con lo fácil que es leer verdadera historia y cargarse
 de argumentos.
Antonio Manzano
http://www.revistatenea.es







Es verdad, no se encuentra.
ResponderEliminarhttp://www.bicentenariobailen.com
No, no se encuentra ! y si estuviera fuera la falsedad mas grande de la historia.
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