Sobre el telón de fondo de la guerra en Siria, la inestabilidad en Iraq y en la región en general, se teme un reparto de las fronteras en todo el Oriente Próximo.
Por paradójico que parezca, en ello no están interesados 
ni los organizadores de la “primavera árabe”, ni Occidente, ni tampoco 
los seratistas de toda índole.
El desarrollo de la 
situación en Siria ha hecho prácticamente imposible preservar la 
integridad territorial del país –escribe el diario turco Zaman.
 El vecino Iraq, liderado por el gobierno del “dictador chií” Nuri al 
Maliki, también está próximo a desintegrarse. El experto no excluye que 
la situación en ambos países pueda conducir a una unión de los kurdos 
iraquíes con los kurdos sirios. Es posible asimismo que aparezcan otras 
formaciones regionales, que incluyan, por ejemplo, a los suníes iraquíes
 de la provincia de Ambar y a sus correligionarios sirios.
En
 efecto, la situación en Iraq no permite hablar de una sólida unidad 
estatal. El Kurdistán de hecho ya está emprendiendo actividades 
independientes de Bagdad tanto en materia política como económica. La 
petrolera provincia de Basora, poblada por chiíes, no oculta su afán de 
formar la Confederación del Sur de Iraq con otras tres provincias. 
Grupos de Al Qaeda en Iraq, que conjuntamente con extremistas sirios de 
hecho se hicieron con el control de la frontera, están intensificando 
sus acciones en la provincia de Ambar, fronteriza con Siria.
El
 panorama en Siria es aún más complicado. Las numerosas comunidades 
religiosas con frecuencia están mezcladas por su ubicación geográfica. Y
 es muy difícil imaginarse que estas comunidades puedan ser separadas 
unas de otras y crear los estados independientes alautita, druso, 
cristiano. Por lo que se refiere a los kurdos sirios, a quienes EEUU les
 prometió armas para defenderse de los islamistas, son mucho más débiles
 que los kurdos iraquíes y difícilmente puedan existir de forma 
independiente.
En general, es difícil que algún actor 
influyente respalde en esa región turbulenta algún proceso 
integracionista, que altere las fronteras existentes –estima el 
orientalista Serguéi Demidenko: 
–Es my difícil la 
unión de los kurdos sirios e iraquíes. De ahí que ahora sea imposible 
hablar de la unidad del pueblo kurdo como tal. Existen cuatro pueblos 
kurdos: los kurdos turcos, los iraníes, los iraquíes y los sirios. Sus 
líderes son absolutamente diferentes, tienen organizaciones diferentes y
 diferentes plataformas políticas. La idea de crear un Kurdistán único 
es un gran mito. Los kurdos iraquíes no piensan compartir su petróleo 
con nadie, no quien mantener ni defender a nadie. Más complicado aún es 
lo concerniente a la unión de los suníes sirios e iraquíes. Con respecto
 a la provincia de Ambar es mayoritariamente suní y no chií. En primer 
lugar, se trata de aquella zona de residencia mixta. Y, en segundo 
lugar, los suníes no tienen una plataforma política única ni una 
plataforma religiosa única, ni líderes comunes, ni nada en común. 
Casi
 todos los estados de la región surgieron tras la I Guerra Mundial no 
por impulsos internos, sino por la desintegración del Imperio Otomano y 
la rigurosa expansión europea –recuerda el experto del Instituto de 
Oriente Próximo, Grigori Kosach. Esto significa que las fronteras no 
fueron trazadas en consonancia con la ubicación geográfica de tal o cual
 etnia, sino en dependencia directa de los intereses de las grandes 
potencias de aquel tiempo. Pero ahora el quid de la cuestión es otro 
–subraya Grigori Kosach: 
–Todo depende de cuán 
artificiales son esas fronteras. La comunidad no quiere hoy divisiones 
de esos estados. Tenemos el ejemplo de Iraq, donde se hizo todo lo 
posible para evitar la desintegración del Estado. 
Nadie
 se propone recortar las fronteras de Oriente Próximo porque resulta muy
 costoso en todos los sentidos –afirma Serguéi Demidenko. Ningún centro 
de influencia, salvo Arabia Saudí o Qatar, lo hará. Y lo más probable es
 que estos dos últimos tampoco lo hagan, ya que si se emprende el 
recorte territorial de Siria e Iraq, el siguiente será la propia Arabia 
Saudí.
Por lo demás, cada vez son más las preguntas que
 las respuestas. ¿Quién ha organizado la “primavera árabe? ¿Realmente ha
 tomado por sorpresa a Occidente? ¿Y lo que hoy estamos observando es 
una pérdida de control por los verdaderos “operadores” de las 
revoluciones árabes de la reacción en cadena? Sea como sea, no se 
excluye que todo lo que ocurre sea una suerte de juego de azar, cuyo 
objetivo es adivinar las cartas del rival y llevarse todas las apuestas.
 Los jugadores son conocidos, grandes son las apuestas y la partida 
continúa…
mj/kg







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