En los últimos tiempos ha sido noticia la modernización de la marina 
de guerra del Reino de Marruecos. Es hora de hacer un balance, 
debidamente interpretado. Aunque la primera sensación que uno tiene es 
que la cosa va en serio pues, al margen de cuáles sean los estándares 
alcanzados, el salto cuantitativo y cualitativo realizado en el último 
lustro es más que evidente.
En efecto, si hasta hace pocos años la marina de guerra de nuestro vecino era, resumiendo un poco, una corbeta de la clase Descubierta (ligeramente modificada) y unos pocos patrulleros de la clase Lazaga (adaptación española del tipo Lurssen
 de 57 metros), en la actualidad podemos comprobar la presencia de una 
retahíla de buques con una vocación más claramente oceánica que la de 
cualquiera de los antes citados que, al menos en alguno de los casos, 
equivale a los últimos diseños que están entrando en servicio con 
algunas de las marinas de guerra más importantes de Europa y del mundo.
En realidad, la primera señal de este proceso la tuvimos con la adquisición de dos “fragatas” de diseño francés del tipo Floréal.
 Lo entrecomillo porque, en realidad, este tipo de buque suele ser 
considerado por algunos expertos como un buque patrulla de alta mar más (Offshore Patrol Vessel, OPV). Por mi parte, creo que para definirlo deberíamos recuperar un viejo concepto: el que se halla tras la sigla PF (Patrol Frigate
 o Fragata de patrulla) que, no hace tantos años, lucían en sus amuras 
algunos buques de guerra de la US Navy. 
Se trata de buques de casi 3.000
 toneladas a plena carga (94 m de eslora y 14 de manga), no 
especialmente veloces (18 nudos) pero con una gran autonomía (10.000 
millas a 15 nudos) que vienen a ser un anticipo de nuestros buques de 
acción marítima (BAM, a los que, por cierto, también se las debería 
considerar como PF), con la salvedad de que incorporan un par de misiles
 anti-buque (Exocet, si bien de la versión “antigua”: MM-38). Como 
curiosidad, añadir que los dos buques marroquís sustituyen el cañón de 
100/55mm C/L por un OTO Melara de 76/62 y el radar de exploración aérea 
DRBV-21 por una DT WM-22, ambos de procedencia española.
Pero,
 en realidad, las capacidades de combate de las PF son limitadas. 
Propias de escenarios de baja intensidad. 
De hecho, esta primera oleada 
modernizadora no causó especial sensación. En cambio las (auténticas) 
fragatas incorporadas en los últimos tiempos sí marcan un claro punto de
 inflexión. 
Las de menor porte son las tres SIGMA. Dos de 2.100 
toneladas a plena carga (98x13 metros) y la restante de 2.400 tpc 
(105x13 metros), en ambos casos dotadas de sistemas electrónicos y 
armamento de última generación: radares de exploración aérea, 
direcciones de tiro radáricas, cañones de 76/62 super-rapid (120 dpm); 
misiles antiaéreos MICA con sistema de lanzamiento vertical, misiles 
anti-buque Exocet (pero esta vez los más poderosos MM-40); torpedos 
antisubmarinos A244 y hangar para un helicóptero. 
Es decir, cubren la 
trilogía propia de un buen buque de combate (misiles antiaéreos y 
antibuque, más un sistema antisubmarino constituido alrededor de un 
sonar de casco e integrado por tubos lanzatorpedos y helicóptero). Pero 
las tres SIGMA no son más que los fieles escuderos de la mayor de las 
fragatas recientemente incorporadas.
La de mayor capacidad es, de facto, el buque insignia de la nueva 
marina de guerra. Se trata, nada menos, que de una flamante FREMM. Un 
buque de porte similar a nuestras F-100, ligeramente más cortas de 
casco, pero también algo más “mangudas” (6.000 tpc, 142x20 metros). 
Estamos ante un diseño franco-italiano que también está entrando en 
servicio en dichos países, en diferentes versiones (11 buques en 
servicio o previstos en Francia y 10 en Italia). La unidad marroquí, por
 su parte, incorpora un cañón de 76/62 super-rapid; misiles antiaéreos 
Aster-15 en con sistema de lanzamiento vertical; misiles anti-buque 
Exocet MM-40; torpedos antisubmarinos MU-90 y un helicóptero. Esta vez 
con radar multifunción Herakles y con sonares tanto de casco como 
remolcado.
Este hecho, unido a la modernización de sus fuerzas de patrulleros de
 altura mediante la incorporación de hasta cuatro OPV-70 (1 OTO Melara 
de 76/62mm y “spot” para un helicóptero) unidades menores al margen, 
significa que la marina de guerra del país vecino ha multiplicado por 
varias cifras su capacidad de combate en alta mar en relación con lo que
 había sido habitual hasta hace poco más de un lustro.
Sea
 como fuere, un análisis más detallado de la opción marroquí deja 
entrever algunas lagunas relevantes. Sin ir más lejos, es cierto que se 
ha apostado por la incorporación de misiles antiaéreos de última 
generación en los eficaces “pozos” para lanzamiento vertical. Sin 
embargo, la dotación de las baterías de misiles antiaéreos de todos esos
 buques es bastante limitada, mientras que su alcance los sitúa entre 
los mejores misiles de defensa de punto, pero los incapacita para una 
adecuada defensa de zona: 12 MICAs (15 kms de alcance) y 16 Aster-15 (30
 kms). 
Eso las hace muy vulnerables a ataques aéreos de saturación o, 
simplemente, a varias oleadas de ataques sucesivos. Mientras que en el 
caso de los misiles anti-buque, si bien la FREMM posee 8, las SIGMAS 
sólo embarcan 4. Por último, la potenciación de la flota de helicópteros
 embarcados en Marruecos viene siguiendo un ritmo más lento del 
previsto, de modo que el escaso potencial de la aviación naval marroquí 
lastra las posibilidades de maximizar el potencial de estos buques.
Por lo demás, como era de esperar y algún lector habrá notado, la 
FREMM marroquí no está dotada de los 16 misiles SCALP que sí constituyen
 el “puño de acero” de sus homólogos galos. Realmente, este arma hubiera
 sido temible, incluso a efectos puramente disuasorios (más de 1.000 kms
 de alcance –se dice que hasta 1.400 km). De todos modos, es evidente 
que el diseño del buque permite ulteriores modificaciones para 
incorporarlos, previa obtención de la licencia correspondiente, que 
suponemos no será fácil de conseguir.
Leyendo los indicios…
Más allá de los detalles técnicos y de algunas limitaciones de diseño
 como las comentadas, detrás de la adquisición de este tipo de buques 
parece deducirse una voluntad marroquí más que evidente por potenciar su
 flota de combate de superficie. De hecho, con estas incorporaciones 
pasa a ser una de las marinas de guerra más importantes del continente 
africano.
Esta
 sensación se vería reforzada en la medida en que finalmente diese otro 
paso al frente, dotándose de tres o cuatro submarinos convencionales de 
última generación. Los rusos ya les han ofrecido algún Amur, que es la versión de exportación de la nueva clase Lada (a su vez, una mejora de los Kilo, con
 posibilidad de disponer de propulsión AIP). 
Aunque las autoridades 
marroquís también están a la expectativa de lo que suceda con nuestros 
S-80. En todo caso, llama la atención la prisa que nuestros vecinos 
parecen tener por entrar en el mercado de los submarinos convencionales 
“por la puerta grande” cuando no disponen de tradición alguna al 
respecto. De nuevo, pues, un cambio de rasante digno de ser tenido en 
consideración, más allá de los detalles tecnológicos.
Si se confirma dicho programa, de hecho, eso puede traer 
consecuencias indirectas para otras marinas de guerra de la zona. Sobre 
todo porque un solo submarino (incluso convencional, máxime si está 
dotado de AIP) puede traer de cabeza a las armadas más importantes del 
mundo. Son siempre difíciles de detectar y destruir, llegado el caso. 
Algo que se agrava por el hecho de que desde el final de la guerra fría,
 tras el colapso de la URSS, las marinas de guerra occidentales se han 
relajado mucho en el apartado de la lucha antisubmarina, reduciendo 
sobremanera el número de sumergibles disponibles (el arma antisubmarina 
más eficaz suele ser otro submarino… si lo hay), desembarcando sistemas 
de armas (sonares remolcados/rastras y, en ocasiones, lanzadores de 
torpedos y/o misiles ubicados a bordo tanto de buques como de 
helicópteros), así como relajando su adiestramiento en estas lides.
Por Josep Baqués*
http://www.defensa.com
*Josep Baqués es Profesor de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona y miembro del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI)








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