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Durante varios años de confrontación, EE.UU. y la 
URSS intentaron familiarizarse con el material bélico de su adversario. 
Abajo les presentamos algunas de las lecciones que aprendió la Fuerza 
Aérea rusa de EE.UU.
El estudio del adversario es uno de los axiomas del arte de la 
guerra, y durante décadas de confrontación entre Rusia y EE.UU. ambos 
países emplearon numerosos esfuerzos para conseguir ejemplares del 
material bélico de su adversario y decidir las medidas adecuadas para 
hacer frente a estos sistemas. Particularmente se prestó mucha atención a
 la aviación como el equipo bélico más complejo, de alta tecnología y de
 mayor peligro.
       
        
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¿Qué aeronaves extranjeras han 'visitado' los secretos 
centros de prueba de la Fuerza Aérea de la URSS y de la Rusia 
postsoviética? El impacto tuvo este estudio sobre el desarrollo de la 
aviación en Rusia es analizado en un artículo publicado en el portal militar ruso TopWar.
Dejando aparte la historia del B-29 Stratofortress, que tomó nueva vida 
en forma de los bombarderos estratégicos soviéticos Tu-4, el artículo se
 centra en los aviones de propulsión a chorro.
Documentos desclasificados de la URSS informan del estudio de dos 
aviones de combate de fabricación de la OTAN en el centro de vuelos de 
prueba de Ajtúbinsk en 1976. Se trata del caza estadounidense F-5E 
Tiger-II y el avión de ataque a tierra Cessna A-37B Dragonfly. 
Ambas aeronaves fueron capturadas de la Fuerza Aérea de Vietnam e inmediatamente trasladadas a la Unión Soviética.
El mayor interés lo presentó el F-5 Freedom Fighter: pudo haberse conseguido en su versión más moderna, el Tiger-II.
Lo que la URSS 'adquirió' de Tiger-2
       
        
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¿Para qué fueron concebidos los F-5? Los estadounidenses 
desarrollaron la aeronave como un caza pensado para la exportación a sus
 aliados más pobres, así como para otros países del 'tercer mundo' que 
estarían necesitados de una aeronave lo suficientemente sencilla y 
barata como para ser empleada en 'batallas locales'.
Sin embargo, la familiaridad con este 'caza barato' ofreció una cantidad
 de sorpresas a pilotos soviéticos y a ingenieros aeronáuticos.
Cedemos la palabra al conocido piloto de pruebas soviético y héroe de la URSS, coronel Vladímir Kandaúrov: 
"(...)
 Me daba cuenta de que cada empresa tiene puntos fuertes en su diseño. 
En comparación con los cazas nacionales [de la URSS] de serie, el Tiger 
tenía un pedal de freno, un elemento de que disponíamos solo en aviones 
más pesados. La cabina no estaba repleta de interruptores y 
conmutadores, innecesarios durante el vuelo. Todos ellos están unidos en
 un tablero en el panel horizontal, fuera de la zona de controles de 
avión. Sabía que el F-5 no era la aeronave más moderna y sus 
características eran inferiores a los MiG-21.
 Sin embargo, me gustó el diseño de la cabina y su gran visión. El panel
 de control era de muy buena calidad, mientras que la buena iluminación 
de los vidrios de pantallas de los equipos no generaba brillos y los 
dejaba ver desde cualquier ángulo (…)".
Pero la principal 'sorpresa' estaba por venir. Las 18 batallas de 
entrenamiento contra los MiG-21 terminaron a favor del pequeño pero muy 
maniobrable 'estadounidense'. Los pilotos se intercambiaron aviones, 
pero el resultado seguía siendo el mismo. En teoría, el MiG-21 tenía una
 clara ventaja en velocidad (2 Mach contra el 1,6 Mach), en relación 
empuje-peso y velocidad de ascenso (225 m/s frente a 175 m/s), pero 'el 
diablo estaba en los detalles' del ala. Extensines desarrollados en las 
raíces de las alas, la original 'nariz de tiburón' con los generadores 
de vórtice, menor carga alar de flaps ranurados proporcionaban la 
posibilidad de llevar a cabo peleas de perros con ángulos de ataque 
inalcanzables para los cazas rusos.
Como resultado, fue 'convocado' el MiG-23M,
 más moderno, que pudo 'fusilar' al F-5 de misiles guiados de mediano 
alcance, pero también fue derribado en una pelea de perros contra un 
adversario tan ágil.
La conclusión de esta historia resultó mala pero al mismo tiempo 
reconfortante. Subestimando las 'modestas' características de la 
aeronave, EE.UU, desplegó contra la Fuerza Aérea de la URSS los pesados 
F-4, apostando por combates con misiles guiados a larga distancia.
Las lecciones aprendidas del A-37B Dragonfly
       
        
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Muchos descubrimientos interesantes aportó también el estudio de otro trofeo: el avión de ataque a tierra A-37B Dragonfly.
Inicialmente, esta baja y fea aeronave pareció muy poco atractiva y no 
causó ninguna emoción especial. Igual de modestas parecieron sus armas y
 otras características: una velocidad subsónica, cañón automático de 
seis tubos y tanques para echar napalm. Daba la impresión de tratarse de
 una curiosidad 'voladora' para luchar contra los 'papúes'.
Sin embargo, un conocimiento del avión más profundo mostró un elemento 
muy importante del diseño: el blindaje que protegía toda la cabina de 
metrallas y balas. En este contexto cabría señalar que la causa de tres 
cuartas partes de la pérdida de aviones de la Fuerza Aérea de EE.UU. en 
Vietnam, así como de importante porcentaje de bajas de la aviación 
soviética en Afganistán era un habitual fuego de ametralladoras y no los
 sofisticados misiles tierra-aire.
Muchas cosas interesantes se encuentran también dentro: un llenado 
'antillamas' de tanques de combustible desarrollado a partir de espuma 
de estructura celular, una emisora de radio VHF de 20 canales tamaño 
palmo de mano, etc. Destacaba un diseño muy pensado del avión: cierres 
simples y fiables, interesantes soluciones de conexión de cables. Todo 
lo descubierto fue posteriormente recomendado para su uso en la 
industria aeronáutica de la URSS.
Tras una serie de pruebas de vuelo la aeronave fue reclamada para el 
estudio por la oficina de diseños Sukhoi, donde se decidió desarrollar 
un avión de ataque de concepción similar (más tarde este proyecto 
desembocó en el famoso Su-25 Grach).
Reunión con un OVNI
       
        
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Este 'objeto volador no identificado' fue encontrado en la Unión 
Soviética, en estepas en la zona cercana al cosmódromo espacial de 
Baikonur. A primera vista, se hizo evidente que el hallazgo era un algo 
muy inusual y misterioso.
Resultó que en medio de la estepa kazaja 'reposaba' el furtivo Lockheed 
D-21, un drone supersónico, equipado con una cámara panorámica con 
función de coordenadas vinculantes. La aeronave estaba repleta de 
tecnologías: cuerpo de titanio, motor estatorreactor, tecnologías que 
reducen la visibilidad a radares, un diseño y perfección aerodinámica 
con velocidad de crucero de 3,6 Mach y techo de vuelo de 30 kilómetros.
Aeronaves robóticas de este tipo fueron operadas por la CIA para 
misiones de inteligencia estratégica, siendo lanzados desde una aeronave
 portadora para después, de regreso, 'disparar' un contenedor con la 
película, y 'echarse' al mar.
Sin embargo, en noviembre de 1969, después de sacar fotos de un polígono
 de pruebas nucleares chino, el drone D-21B 'se negó' a regresar y al 
consumir todo el combustible cayó en territorio de la URSS.
El aparato fue transportado para su estudio por Andréi Túpolev, 
quien no tardó en redactar la siguiente nota: "El nivel de desarrollo de
 la industria nacional hace posible reproducir el dron de reconocimiento
 con las mismas características de vuelo". Así nació el proyecto Voron, 
un avión-espía de mejores características que su análogo estadounidense,
 capaz de llevar a cabo misiones de inteligencia óptica y electrónica 
sobre cualquier zona del planeta.
Otros aparatos estudiados
       
        
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Además de los aviones mencionados, la Unión Soviética fue 
'visitada' por muchos fragmentos de aeronaves extranjeras: los de F-111 
Aadvark, el primer bombardero con alas de geometría variable o los 
restos del avión-espía a gran altitud U-2, derribado sobre Sverdlovsk en
 1960.
El almacén de artefactos a estudiar se rellenó con varios trofeos de
 Vietnam. Expertos soviéticos fueron capaces de estudiar toda la gama de
 bombas. Entre los elementos que parecieron interesantes figuraban el 
nuevo sistema de navegación inercial y bombas no explotadas con cabeza 
de guiado láser.
El más reciente éxito fue el derribo del bombardero furtivo F-117 sobre 
Belgrado en 1999. Después de la guerra, los expertos rusos obtuvieron 
acceso completo a los restos de la secreta aeronave sigilosa.
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