La Voz de Rusia, Autor: Borís Pávlischev 
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Rusia debe mantener su industria espacial en
 un elevado nivel mundial y reforzar el lugar que ocupa en la primera 
"troika" de potencias espaciales. Tales son las tareas básicas de la 
“Estrategia de desarrollo espacial hasta el año 2030”, que el Gobierno 
ruso empezó a analizar. El proyecto de documento fue presentado días 
atrás por la Agencia Federal Espacial de Rusia Roscosmos.
El texto del documento no fue publicado. A juzgar 
por los fragmentos filtrados por la prensa, los objetivos son bastante 
ambiciosos. Para 2030 los cosmonautas deberán volar a la Luna, que 
previamente será explorada por aparatos ‘lunojod’. Se tiene proyectado 
lanzar aparatos a Venus y Júpiter, desplegar en Marte una red de 
estaciones científicas, diseñar un cohete pesado que será lanzado desde 
el cosmódromo Vostochny para llevar al espacio hasta 180 toneladas de 
carga, y naves de uso múltiple. Por último, crear una reserva para una 
estación orbital de nueva generación y para una expedición a Marte. Esta
 lista tiene tareas irrealizables –asegura el director de la revista Nóvosti Kosmonávtiki (Novedades de la Cosmonáutica), Igor Marinin:
—Una
 misión a Marte con descenso en el Planeta rojo atraerá inversiones en 
la industria espacial y supondrá  un gran salto tecnológico. Por otra 
parte, el proyecto no es muy costoso: una cosa es dar una vuelta al 
planeta y otra cosa diferente es crear una base permanente en la Luna. 
Tenemos planeado un descenso. Más adelante, si alguien se suma a 
nosotros, se realizarán dos vuelos, y diez también. Al fin de cuentas, 
la base la construiremos con ayuda internacional.
El
 carácter internacional de los aparatos espaciales rusos se garantizará 
mediante el traspaso a una base electrónica nacional de alta calidad. 
Para 2020 la utilización de piezas electrónicas extranjeras en los 
satélites se reducirá al mínimo. Tal imperativo se hizo evidente después
 del reciente fracaso del lanzamiento de la sonda espacial Fobos-Grunt. 
Entre las posibles causas se mencionan fallos de los microesquemas 
importados. El Ministerio de Energía Atómica, que tradicionalmente se 
ocupa de la industria electrónica, está dispuesto por encargo de 
Roscosmos a diseñar los equipos necesarios.
Si la 
financiación llega a ser suficiente todos los objetivos son realizables 
–suponen los expertos. No obstante, el espectro de tareas delineado, por
 el momento no es un programa, sino tan sólo la estrategia, que los 
críticos comparan con un caldo en el que se echaron todas las verduras a
 la vez. Ellos destacan la vaguedad de las fuentes de financiación 
declaradas: las asignaciones del presupuesto más las 
extrapresupuestarias. Este principio mixto hace mucho tiempo que se 
emplea en diferentes ramas. Pero los hombres de negocios rusos de 
momento no se apresuran a invertir en el ámbito espacial, si bien 
aquellos que trabajan con vistas al futuro están dispuestos a estudiar 
tales proyectos –considera el académico de la Academia de Cosmonáutica 
de Rusia, Alexander Zhelezniakov:
—Están
 pasando los tiempos cuando los inversores pensaban obtener ganancias 
entre uno y tres años. Los más perspicaces empiezan a hacer inversiones 
en proyectos duraderos. Si llega a crearse un clima apto para las 
inversiones, los inversores darán señales de vida. Pero el Estado deberá
 trabajar con ellos de igual a igual y compartir con ellos no sólo los 
aportes, sino también las ganancias. Entonces será posible captar 
inversiones privadas.
En todo caso existen 
motivos para el optimismo: el crecimiento en flecha de los últimos años 
de la financiación de la industria espacial de Rusia es evidente. Basta 
comparar los medios que se asignan para el programa espacial con fines 
civiles en EEUU y en Rusia. Si diez años atrás esa diferencia equivalía a
 veinticinco veces, ahora es tan sólo de cuatro veces.






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