La industria de defensa española ha conocido 
grandes efemérides en sus muchos años de historia. Si nos remontamos 
solo al siglo XX, hay momentos para el recuerdo que tuvieron un impacto 
radical sobre el sector y para el conjunto del país. La fundación de 
hispano suiza fabricante de los motores de avión más cotizados en Europa
 en su época; de Construcciones aeronáuticas en 1923, la transformación 
de la sociedad de construcciones navales en Bazán, la primera ley de 
dotaciones para las fuerzas armadas de 1971; el programa AMX 30; el 
desarrollo del Saeta y el supersaeta; la construcción de un 
portaaeronaves y la primera exportación de la historia de un portaviones
 nuevos a un tercer país.
Pero sin duda, conviene recordar que 
hace treinta años, exactamente en mayo de 1983, se firmaba la compra de 
72 aviones F-18 a la compañía Mc Donnell Douglas, y como consecuencia de
 ese contrato se firmaba un acuerdo de compensaciones industriales que 
supuso una transformación radical de la industria, que gracias a este 
programa, y en paralelo al programa Eurofighter, y sin duda este segundo
 no hubiera sido posible sin el primero, puso a la industria en paridad 
con los grandes países europeos.
Gracias al FACA la tecnología de ultima
 generación en el campo de la electrónica y la aviación llego a nuestro 
país, lo que no se había conseguido con los acuerdos de cofabricación 
del F-5 con Northrop o de los Mirage con Dassault. Desde el punto de 
vista operativo puso a nuestra fuerza aérea en la primera línea junto a 
nuestros aliados. Sin los F 18 no hubiéramos podido estar en ni en 
Bosnia ni en Kosovo.
No se trata ahora de enumerar todo lo que 
supuso en términos de transferencias de tecnología, pedidos, 
coproducción, apertura de mercados etc el programa de compensaciones 
calificado como el más exitoso a nivel internacional y del que todavía 
se habla en todos los foros internacionales. Por mencionar solo dos 
pequeños ejemplos de su impacto, la consolidación de la capacidad en 
simulación y bancos automáticos de prueba, el banco de ensayo de 
reactores del INTA y el mantenimiento de motores.
El programa 
FACA, abrió una política de cooperación industrial ejemplar y modelo 
para otros muchos países, especialmente del área iberoamericana. Pero 
sin duda Europa también vieron en España un ejemplo países como Polonia y
 Hungría que se fijaron mucho en nuestra experiencia para desarrollar su
 propia política de offsets. Sin duda es lo que los nostálgicos de 
aquellos tiempos llamamos una auténtica y fortalecida imagen nacional en
 el exterior. Fue un acierto del ministro Serra crear una gerencia 
empresarial para gestionar un activo público como es el acuerdo de 
compensaciones, lo que no fue nada fácil en momentos en los que los 
funcionarios se creían capaces de hacer cualquier cosa.
Desde esa
 fecha de 1983 y hasta 2007, el ministerio de defensa  a través de la 
Gerencia de Cooperación industrial tuvo una política industrial activa 
 en el campo de la defensa, protegiendo a la industria nacional pero con
 inteligencia y no con medidas proteccionistas que devinieron inútiles; 
poniéndola en condiciones de competir con terceros países, y con un 
decidido apoyo a la internacionalización.
 
Si miramos los 
problemas actuales de la industria española; no muy diferentes de los de
 1984 o 1996, no hay nada que inventar, solo echar mano de los libros y 
las hemerotecas, para conocer que lo que en el pasado fue un éxito.
El
 consejo de ministros que aprobó el programa F 18 decidió reducir el 
pedido final de 84 a 72 aviones, asignando el presupuesto sobrante a 
capacitar a la industria de defensa para recibir de forma eficiente sus 
compensaciones y proyectar sus capacidades para los próximos años. A 
esto se le llama visión industrial. Después vinieron otros muchos 
éxitos. El programa AV8B; la exportación de las fragatas a Noruega sobre
 la base de un gran acuerdo de compensaciones gobierno gobierno; la 
creación de la oficina de exportación de Eurofigther; los programas de 
cooperación industrial del carro Leopardo 2E y del submarino S-80 y el 
programa Tigre con la creación de Eurocopter España;  la resolución del 
contencioso del programa de alquiler de los carros Leopard 2, la 
exportación de patrulleros a Venezuela; los acuerdos estratégicos con 
Lockheed Martin que dieron píe al programa de Australia, la venta de 
sistemas de simulación y bancos de prueba al US Marine Corp y los 
programas de entrenamiento de las tripulaciones de los submarinos 
Scorpene vendidos a Malasia y Chile. Nadie puede acumular mayor bagaje 
de éxitos que lo que fue la Gerencia de Cooperación industrial 
obviamente de la mano de los cuarteles generales, Dirección General de 
Armamento y Material y las industrias.
Sin embargo, la nefasta 
política zapaterista que ha llevado al desarme unilateral a nuestro 
país, jibarizando su prestigio e influencia exterior, y llevándonos a la
 crisis más dura sufrida por los españoles desde la posguerra, ha echado
 por tierra todos los esfuerzos realizados, lo que ha sido reconocido 
por no pocos colegas de su partido que tuvieron un papel esencial en el 
desarrollo de la exitosa política de cooperación industrial y en 
especial Narcís Serra y Julián García Vargas.
Hoy tenemos la 
industria de los expedientes de regulación de empleo; de la inactividad;
 del cierre, del abandono y de la desesperación. Hace treinta años 
comenzábamos un camino de ilusión y hoy estamos repartiéndonos los 
despojos. No se ve un horizonte, ni claridad en la política de defensa; 
es mas no existe. El país y sus ciudadanos están abandonados a su suerte
 y a esperar que por el azar del destino no tengamos que movilizarnos un
 día para defender nuestra soberanía o la seguridad de nuestros 
ciudadanos porque lo tendremos que hacer a palos mientras que los 
potenciales adversarios continúan su proceso de modernización alterando 
el equilibrio estratégico.
Lamentablemente la situación actual no
 es culpa de los gestores del ministerio, que bastante hacen con pagar 
la nómina. Cuando uno no sabe si va a comer mañana, que proyecto de vida
 a largo plazo se puede hacer, el único afán es que cada día vaya 
pasando y que por lo menos no estemos peor; esta en definitiva la 
política que el gobierno puede hacer.
Pero, sí que al menos hay 
acciones que no cuestan dinero, y que solo son una cuestión de voluntad.
 Todos sabemos que a menudo las decisiones políticas se basan en 
instintos o motivaciones como la envidia, el egoísmo o la codicia, y que
 cuando alguien se encuentra con el poder, bien sea porque otro estúpido
 lo nombró, o bien porque sus jefes hacen dejación de sus funciones, o 
bien sea por puro capricho, es capaz de poner en marcha una aberrante 
maquinaria que puede llevarse por delante el esfuerzo y los logros 
conseguidos, y siempre confluyen más los intereses en destruir que en 
construir; y así ocurrió.
No es un país que esté acostumbrado a 
premiar el celo y la honestidad, pero creo que ha llegado el momento de 
que el gobierno y la industria reconozcan a la persona que fue el máximo
 artífice en el día a día de estos éxitos, con motivo de este 
aniversario. El gobierno y la industria deben hacer un reconocimiento 
público de quien ha demostrado en más de cincuenta años de vida al 
servicio de España vocación, rigor, profesionalidad y honestidad y que 
todavía sigue en la brecha. Hace treinta años comenzó una fascinante 
historia para la industria de defensa que hoy es justo rememorar y 
extraer lecciones para el futuro.
Infodefensa.com
Enrique Navarro
Enrique Navarro es consejero delegado de la consultora IC2 y analista experto en temas de Defensa y Seguridad.Actualmente trabaja en Estados Unidos.












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