Nikita Jruschov fue un firme defensor del proyecto. Fuente: AP
Los escritores de ciencia ficción no fueron los únicos que soñaron
con una máquina que, al igual que el topo, pudiera excavar túneles
subterráneos y alcanzar las profundidades del planeta. Esta idea también
inspiró a reputados científicos y constructores de la URSS.
En la URSS el diseño de los “topos” de
combate se mantuvo envuelto en un velo de misterio. Estos aparatos eran capaces
de destruir las comunicaciones subterráneas del enemigo, liquidar sus puntos de
control blindados bajo tierra y hacer saltar por los aires los arsenales que se
escondían en los estratos rocosos.
También podían prorrumpir sigilosamente en
el mismísimo centro de la retaguardia enemiga y arrastrarse hasta la superficie
para realizar un desembarco de asalto en el punto más inesperado. A principios
del siglo XX estos barcos subterráneos parecían ser armas incomparables.
Se considera que el primer proyecto de
unidad autopropulsada subterránea de combate fue concebido por el moscovita
Piotr Rasskázov en 1904. Sus bosquejos se perdieron al comenzar de la Primera
Guerra Mundial para reaparecer más tarde en Alemania.
A principios de la década de los 20 la
URSS retomó la idea. El ingeniero Trebeliov fue quien se encargó de diseñar el
“topo de combate”. Su intención era construir una máquina que imitara un topo
de verdad. Incluso llegó a construir un prototipo y ponerlo a prueba, pero su
proyecto no llegó a materializarse.
Fuente: Leonid Kuleshov/Rossíyskaya gazeta
La fabricación del “topo de combate”
gozaba de mayor confidencialidad que el propio proyecto nuclear soviético. Los
informes sobre el plan son de lo más aproximado. Se sabe que Nikita Jruschov fue un firme defensor del proyecto.
En concreto, se sabe que en Ucrania se
construyó una planta secreta para fabricar barcos subterráneos. En 1964 se
lanzó la primera subterrina de
propulsión nuclear, que se llamaba “Topo de combate”. En realidad se conocen
muy pocos detalles acerca de este proyecto.
El armazón de la subterrina era un cilindro alargado de
titanio con un extremo afilado y una potente perforadora. Según distintos
datos, la subterrina nuclear medía de
2 a casi 4 metros de diámetro, y de 25 a 35 metros de longitud. La velocidad de
movimiento bajo tierra podía alcanzar de los 7 a los 15 km/h.
Algunos informes apuntan que el académico
Andréi Sájarov también participó en la fabricación del aparato. Se diseñó una tecnología única
para fragmentar la tierra, y un sistema motriz. Alrededor del cuerpo del “topo”
se producía una especie de corriente de cavitación que reducía la intensidad de
la fricción permitiendo que la unidad se abriera paso incluso a través de los
estratos de granito y basalto.
La tripulación del “topo de combate”
constaba de cuatro personas. Además, la máquina podía transportar hasta 15
efectivos de asalto y cerca de una tonelada de carga de explosivos o armamento.
Estas máquinas de combate estaban
diseñadas para destruir edificaciones fortificadas, búnkeres subterráneos, puestos
de mando y dispositivos de lanzamiento de misiles en las minas. Pero los “topos
de combate” fueron concebidos para cumplir una misión especial.
En caso de que las relaciones con los EE
UU se agravaran, el plan del mando militar de la URSS contemplaba emplear las subterrinas para atacar Norteamérica
desde el subsuelo. Los “topos de combate” se podían trasladar en submarino
hasta las aguas costeras de California, una zona muy inestable debido a la actividad sísmica.
A continuación podrían penetrar en
territorio de EE UU e instalar cargas nucleares subterráneas en las zonas donde
había objetivos estratégicos norteamericanos. En caso de accionarse las minas
nucleares, se producirían terremotos y tsunamis de la máxima potencia que se
achacarían a un desastre natural común.
Hay algunos datos que indican que se puso
a prueba la subterrina en distintos
tipos de subsuelo, como en Podmoskovie, la provincia de Rostov y los Urales.
Pero lo que causó una mayor impresión a los testigos fueron los resultados de
las pruebas que se llevaron a cabo en los montes Urales.
El “topo de combate” adentelló sin
dificultad unos duros estratos rocosos y liquidó un objetivo subterráneo. Pero
al repetir el experimento, por causas desconocidas, la máquina explotó en las
entrañas de los Urales matando a toda la tripulación. A raíz de eso, el
proyecto quedó suspendido.
Artículo basado en material de Rossiyskaya Gazeta.
http://es.rbth.com
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