La llegada al poder de los conservadores
australianos tras seis años de gobierno laborista ha elevado la
expectación en el sector industrial militar. La coalición entre el Partido Liberal y el Partido Nacional, que obtuvo la mayoría absoluta del Parlamento
del país el pasado 7 de septiembre, planea elevar los gastos de defensa
hasta alcanzar el 2% del PIB dentro de diez años, lo que supone un
aumento anual superior al 5%.
Las expectativas australianas levantan especial interés en España,
que se ha situado en los dos últimos años como segundo proveedor de
armamento del país. Los grandes programas navales contratados a Navantia
explican unas cuantiosas ventas –casi 500 millones de euros en el
último lustro– que podrían aumentar en el futuro con nuevos submarinos y
barcos de aprovisionamiento.
El proyecto de nuevos submarinos ha sido precisamente uno de los más destacados por el político conservador David Johnston durante la campaña. Johnston, nombrado el lunes ministro de Defensa por el nuevo primer ministro, Tony Abbott, se ha comprometido a afianzar los acuerdos militares con EE UU y culminar la adquisición de importantes recursos, como aviones F-35 Joint Strike Fighter, además de los nuevos submarinos.
En realidad, tal y como informa Defense News,
ambos contendientes por hacerse con el Gobierno prometieron aumentar
los gastos de defensa, aunque el anterior primer ministro, el
laboralista Kevin Rudd, planteó la reubicación de una
importante base naval, lo que hubiera sido inadecuado y muy caro, según
Johnston.
La intención de este traslado se hizo pública a finales de
agosto, apenas un par de semanas antes de las elecciones, lo que pilló a
muchos por sorpresa, además de contradecir las conclusiones del libro
blanco de la Defensa que el mismo Gobierno publicó el pasado mayo.
Un presupuesto anual de 20.000 millones
En su información Defense News recoge los cálculos de un experto del Instituto Australiano de Política Estratégica, Mark Thompson,
acerca de la promesa de volver a emplear en gastos militares el 2% del
PIB del país. Según Thompson, para ello sería necesario un crecimiento
real del 5,3% de esas partidas cada año durante un periodo en el que
habrá al menos tres elecciones generales más.
Australia, que
destina este año a defensa en torno a 20.000 millones de euros, recibirá
en la próxima década el 65% de de sus adquisiciones militares de
empresas extranjeras, principalmente estadounidenses, según el informe Futuro de la industria de defensa australiana – atractivo del mercado, panorama competitivo y previsiones para 2018, publicado en junio por ASD Reports.
La nueva coalición de gobierno nombra tres programas específicos que pretende desarrollar: el del Joint Strike Fighter de la norteamericana Lockheed Martin, el de un drone de vigilancia naval del tipo del MQ-4C Triton de la también estadounidense Northrop Grumman y el mencionado programa de futuros submarinos.
Sobre el F-35
la coalición asegura que mantendrá el compromiso de adquirir
inicialmente hasta 72 aeronaves. Y más adelante se considerará la
posibilidad de llegar al centenar, para lo que se tendrá en cuenta la
decisión del anterior Ejecutivo de encargar una docena de nuevos aviones E/A 18G Growlers a Boeing y la decisión final acerca del futuro de la actual flota de cazas Super Hornet.
En cuanto a la adquisición de vehículos aéreos no tripulados (UAV,
por sus siglas en inglés) para vigilar las extensas costas del país, la
coalición se mostró durante la campaña electoral más contundente de lo
que su declaración políticas tras las elecciones muestra. Aún así, sigue
contemplando la compra de modernos drones para este cometido.
Finalmente, los partidos del nuevo Gobierno se han comprometido a asegurar que la actual clase de submarinos Collins
alargue su vida operativa antes de que salga adelante el proyecto de un
futuro sumergible. Sobre este punto, Johnston ha descartado que haya un
interés de Australia por adquirir naves de propulsión nuclear, lo que
elimina una importante opción de una carrera en la que compite España.
Un destacado cliente de Navantia
De momento, la española Navantia ya ha vendido a la Marina australiana dos buques anfibios de la misma clase que el Juan Carlos I, doce lanchas de desembarco del tipo LCM-1E
–cuya primera unidad ha sido puesta a flote esta misma semana– y diseño
y tecnología para la construcción de tres destructores basados en las
fragatas españolas F-100.
Todo ello coloca a España en
un buen lugar para ser elegida constructora, entre otros, de barcos de
aprovisionamiento de combate como el Cantabria, que opera actualmente con Australia a modo de prueba; y submarinos similares a los S-80 españoles en sustitución de los viejos Collins.
Infodefensa.com
Ginés Soriano
0 comentarios:
Publicar un comentario