Los ataques se produjeron 
en el aeropuerto de Saná, la capital del país, y en la base militar de 
Dulaimi. La operación, que empezó el miércoles por la noche y continúa 
todavía, la han llevado a cabo cinco países del Golfo (Catar, Bahréin, 
Emiratos Árabes Unidos y la propia Arabia Saudí) y ha contado con la 
colaboración de Estados Unidos y Egipto.
Estados Unidos ha confirmado que ha dado apoyo logístico y de 
inteligencia a la coalición pero que no ha tomado parte directa en los 
bombardeos. El presidente yemení había pedido una intervención militar 
internacional tras el avance de los rebeldes que desde hace semanas han 
avanzado hacia Adén, donde se encuentra Mansour Hadi.
Los hutíes han calificado los ataques como una declaración de guerra y han señalado que responderán de manera contundente.
Yemen está envuelta en el caos desde septiembre, cuando los rebeldes 
hutíes –musulmanes chiíes– tomaron Saná y lograron hacerse con varias 
ciudades de mayoría suní. 
El presidente yemení, que cuenta con el apoyo 
de Washington y de Rihad, está a favor de la campaña llevada a cabo por 
Estados Unidos contra Al Qaeda con drones.






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