Ya
 saben subir escaleras y hacer flexiones y pronto podrán conducir 
vehículos, retirar escombros y reparar averías en situaciones extremas. 
Son los nuevos androides del Pentágono, robots más autónomos y fuertes 
que nunca. Los
 robots humanoides con autonomía supervisada podrán ser utilizados en 
rescates, introducirse en terrenos de difícil acceso y asistir en 
desastres naturales y operaciones relacionadas.
La
 firma a la que el Pentágono ha encomendado la misión es Boston 
Dynamics, que obtuvo este mes un contrato de 11,2 millones de dólares 
para construir estos robots, que tendrán dos piernas, dos brazos con 
manos y una estructura similar a una cabeza humana con sensores y un 
ordenador a bordo.
La
 concesión se ha hecho a través del programa de robots de alta movilidad
 de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA,
 por sus siglas en inglés) que ha puesto unas normas muy concretas.
El
 robot tiene que tener "caderas, espalda y hombros; cuello y muñecas; 
hombros, rodillas y tobillos", que le den capacidad de movimiento y 
flexibilidad. Las extremidades y el torso deben estar, además, cubiertos
 por un armazón que dan al androide un aspecto más humano, al menos 
físicamente.
El
 objetivo principal del proyecto, que ya está en marcha, es desarrollar 
un robot terrestre capaz de ejecutar "tareas complicadas en ambientes 
peligrosos", según especifica el Pentágono en los documentos para la 
concesión del contrato, que salió a concurso en abril. El
 programa se centra en robots que pueden utilizar herramientas humanas, 
desde instrumentos que pueden ser agarrados con las manos como martillos
 para derribar puertas en caso de emergencia, a vehículos.
El
 Pentágono busca avanzar en nuevas tecnologías consideradas claves para 
lograr mejorar la autonomía de estos autómatas, que todavía tienen que 
ser manejados con supervisión, así como su movilidad, destreza y 
fortaleza. Al
 mismo tiempo, se busca que puedan ser controlados por operadores no 
expertos y funcionen pese a dificultades de comunicación como un ancho 
de banda bajo o intermitencia en las comunicaciones. Otro
 de los objetivos es hacer el desarrollo del software y del hardware de 
los robots de tierra más accesible y a un coste menor, mientras se 
siguen dando pasos para aumentar su capacidad. Los
 robots ya se están entrenando en los laboratorios de Boston Dynamics 
donde son sometidos a pruebas de resistencia, suben escaleras y hacen 
flexiones para demostrar que cumplirán con las misiones de rescate que 
les serán asignadas en el futuro.
Se
 espera que los robots estén a punto en 2014 pero antes tendrán que 
probar que pueden conducir un vehículo utilitario de carga, de unos 450 
kilogramos, a una velocidad máxima de 15 kilómetros por hora; cambiar de
 marchas, acelerar y frenar; retirar escombros que bloqueen el acceso a 
una puerta y abrirla para entrar a un edificio.
Los
 androides podrán levantar hasta 5 kilos de peso, de momento, y además 
de fuerza tendrán que disponer de destreza para utilizar herramientas de
 trabajo como un escoplo y otras herramientas para derribar un muro de 
cemento. Una
 de las tareas más difíciles será la de detectar y cerrar una válvula en
 un escenario ficticio en el que se supone que hay una fuga en una 
tubería y tener la habilidad de cambiar un componente mecánico, por 
ejemplo, de un sistema de refrigeración.
Esta no es la primera colaboración entre el Pentágono y la empresa con sede en Massachusetts. Dentro
 de los proyectos para asistir en el futuro a soldados en el campo de 
batalla, el centro de investigaciones del Pentágono y Boston Dynamics ha
 desarrollado un robot de cuatro patas, apodado "cheetah" (guepardo), 
capaz de correr a 18 millas por hora (29 km/h). El
 felino robótico, presentado en marzo, causó sensación al batir el 
récord marcado en 1989 por otro autómata creado por científicos del 
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) de 13,1 millas por hora (21
 kilómetros por hora).
La
 compañía también ha diseñado para el Pentágono una especie de arácnido,
 RiSE, que puede escalar en una pared totalmente vertical, por ejemplo 
la fachada de un edificio, pero también árboles y muros. Así
 como BigDog, un cuadrúpedo con capacidad para cargar hasta 150 kilos de
 peso, por lo que puede ser equipado con armas, y una destreza sin igual
 para acceder a terrenos difíciles. Todos ellos se perfilan como los nuevos compañeros de los soldados en el campo de batalla.
Elvira Palomo / EFE 
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