Cuando se preparaba el ingreso de Rumanía en la OTAN los políticos rumanos confiaban en que la adhesión a la alianza militar tan potente contribuirá a fortalecer las Fuerzas Armadas del país.
Ahora sólo algunos rusófobos siguen sirviéndose de estos argumentos mientras la realidad no deja lugar a las ilusiones.
El
 ingreso de Bucarest en la OTAN condujo a la paralización de la 
industria militar nacional, sin que los militares rumanos hubieran 
recibido nuevos armamentos de EEUU. 
Todo lo contrario, el gobierno de 
este país de Europa Oriental tuvo que financiar la compra de dos 
ruinosas fragatas a Reino Unido, por un precio bastante alto, en 2006, 
que luego tuvo que reparar completamente, debido a su mal estado. Los 
aliados estadounidenses se niegan a armar de manera desinteresada a sus 
“vasallos” en Europa del Este, es más - les obligan a pagar el triple 
por armamentos de dudosa calidad.
El último contrato de
 suministros para el Ejército rumano despertó indignación incluso entre 
los periodistas más pro-estadounidenses. Bajo presión de Washington el 
parlamento de Rumanía aprobó la compra de una docena de cazas ligeros de
 cuarta generación F-16 Fighting Falcon fabricados por General Dynamics. 
Estos aviones de segunda mano, que estarán disponibles después de que 
los pilotos rumanos hayan finalizado su entrenamiento en 2016, costarán a
 Bucarest 628 millones de euros, una suma colosal para el país que está 
atravesando una crisis económica. Los medios nacionales no tardaron en 
bautizar a los viejos aparatos provenientes de Portugal “ataúdes 
voladores” señalando que las máquinas están a punto de agotar su vida 
operativa.
Anteriormente la empresa sueca SAAB hizo al 
gobierno rumano una oferta de compra de los aviones nuevos Saab JAS 39 
Gripen bajo condiciones de financiación mucho más ventajosas. Los 
diplomáticos estadounidenses sabotearon abiertamente los esfuerzos del 
fabricante sueco de vender sus aparatos y triunfaron: finalmente el plan
 fue desechado.
Ahora las autoridades de Rumanía 
tendrán que pagar un precio desorbitado por aviones usados y a los 
pilotos rumanos sólo les queda confiar en que los “ataúdes voladores” 
aguanten un poco más. 







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