2012 ha pasado a ser un año decisivo para muchos conflictos territoriales.
Pese a que hay aún un trecho 
bastante largo para la reconciliación de algunos países, se aclaró por 
qué se riñen los estados. Cada conflicto se basa en la economía y la 
lucha por los minerales útiles.
En el centro de todas
 las disputas territoriales de 2012 se encuentra Japón. Pretende 
declarar sus derechos sobre islas de países vecinos y lograr aunque sea 
un resultado positivo. Lo que pudiera sentar un precedente para la 
solución de los demás conflictos. Hace poco parecía que así se 
manifestaba el complejo de Estado insular y el saber de apreciar cada 
pedazo de tierra. Ya durante casi cincuenta años Japón y Corea no pueden
 dividir viarias islas pequeñas en la parte del Mar del Este (Mar de 
Japón). Los coreanos las llaman las islas Dokdo y los japoneses las 
Takeshima. Actualmente las controla Corea. 
A diferencia de las Kuriles 
del Sur que pertenecen a Rusia, allí prácticamente no se puede vivir, 
lisa y llanamente no hay donde vivir, son tan chicas. De modo que los 
países no disputan por ciento ochenta y ocho metros cuadrados de tierra,
 sino por el mar que las rodea, explica Konstantin Asmolov, colaborador 
científico del Instituto de Estudios sobre el Extremo Oriente de la 
Academia de Ciencias de Rusia.
—En el marco del 
actual panorama del mundo cualquiera piedra que aflora del agua no es 
una piedra como tal sino piedra que tiene en torno suyo doscientas 
millas de zona económica exclusiva. Correspondientemente, esto significa
 plataforma, pesca y muchas cosas más.
De
 la manera más aguda se acentuó en 2012 la lucha con China por las islas
 Diaoyuidao o Senkaku, como las llaman los japoneses. En septiembre el 
gobierno de Japón compró al propietario privado tres islas de las cinco.
 China exigió anular este acuerdo y envió hacia el archipiélago cuatro 
lanchas patrulleras. Japón censuró estos actos y amenazó con usar la 
fuerza. La tirantez de este conflicto se debe a que al lado de las islas
 Senkaku se encuentra un yacimiento de gas natural, dilucida Pável 
Kamennov, experto del Instituto de Estudios sobre el Extremo Oriente de 
la Academia de Ciencias de Rusia.
—Hace cuatro o 
cinco años, hubo un intento de llegar a un acuerdo entre estos dos 
países y organizar una cooperación económica en esta zona antes de 
resolver el conflicto. Pero surgieron desavenencias en la línea de 
delimitación del yacimiento. Por eso el problema de las islas 
Senkaku-Diaoyuidao sigue sin dirimir.
El
 conflicto repercutió negativamente en la economía de ambos países. En 
septiembre en China se produjo una ola de manifestaciones anti-niponas. 
De la manera más grave sufrieron las empresas automovilísticas. En el 
otoño de este año las ventas de coches japoneses, como Toyota, Mazda, 
Honda y Nissan, en China disminuyeron en dos veces, aproximadamente.
Con
 Rusia Japón prosigue en su conflicto por las Kuriles del Sur tan solo 
por la línea diplomática. Debido a esta disputa entre los países no ha 
sido firmado el tratado de paz. En julio, después de la visita del 
primer ministro Dmitri Medvédev a las Kuriles, los japoneses volvieron a
 exigir la devolución de las islas. Moscú se negó -y con razón- a 
transigir. Para ella, igual que para Japón, poseer las Kuriles del Sur 
no es solo cuestión del honor. En torno a las islas han sido 
descubiertos importantes yacimientos de indio, hafnio, selenio y 
telurio, metales que conforman la principal base de “tecnologías 
verdes”.
vs/mo
Anastasía Pérshkina  / http://spanish.ruvr.ru








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