domingo, 8 de junio de 2014

Así nació la actual bandera de España

En 1785, tras analizar diversas propuestas que se le presentaron, el Rey Carlos III decidió sustituir las banderas blancas de los buques de guerra por una nueva bandera; dio otra a los mercantes y, poco después, una tercera a los buques corsarios (mercantes que llevaban cañones y tenían licencia real para atacar a los buques enemigos). Los tres modelos, diferentes entre sí, eran de los colores rojo y amarillo.




Las razones de esta decisión eran lograr mayor vistosidad de los buques y que se identificaran mejor como españoles, porque en aquel tiempo había por los mares demasiados barcos franceses, napolitanos, ingleses, etc. con banderas también blancas y con muy pocos elementos distintivos.

Además de por su vistosidad, Carlos III eligió el rojo y el amarillo por ser los de los escudos de Castilla, Aragón y Navarra, los grandes reinos peninsulares que llevaron a cabo la reconquista de España. Castilla se representa por un castillo de oro sobre campo de gules, cuartelado con León, representado por un león de este color sobre campo de plata, y Granada en la punta; Aragón es un campo de oro y cuatro palos de gules; y Navarra, cadenas de oro con una esmeralda verde en el centro sobre un campo de gules.

Es decir, prácticamente todo es gules y oro; o sea, rojo y amarillo. Así pues, si hay un colorido que representa a España desde hace 6 o 7 siglos, ese es la combinación del rojo y el amarillo.

SÍMBOLO DEL TERRITORIO

Poco después de estrenar los barcos de guerra la nueva bandera, se asignó a los castillos de la costa y a las instalaciones de la Armada, empezando a identificar los límites costeros del territorio español. Y, desde finales del siglo XVIII, también se izó en las fortificaciones terrestres fronterizas. Así se completó el proceso por el que la misma bandera rojo-amarillo-rojo decía ya, de modo general e interpretado adecuadamente por todos, españoles y extranjeros: “Este es el territorio español”.

SÍMBOLO DEL PUEBLO

La invasión francesa de 1808 y la equívoca actuación del Rey y las más altas autoridades, provocaron entre los españoles nuevos sentimientos populares, cuyo ejemplo lo pusieron los madrileños en la célebre jornada del 2 de mayo

A causa de la pérdida de la independencia a manos francesas, fue extendiéndose entre los españoles el deseo de ser los protagonistas de su propio destino y luchar por recuperar la independencia ante los invasores napoleónicos.

Durante y tras la Guerra de la Independencia, el pueblo llano fue haciendo un uso creciente de los colores rojo-amarillo-rojo al sentirse representado por ellos, por ejemplo, cuando engalanaba sus calles en las fiestas patrióticas y populares y en las plazas de toros, como ejemplos más señalados.


 
SÍMBOLO DE LOS IDEALES DE PROGRESO

Cuando, en el Cádiz asediado por los franceses, las Cortes elaboraron la primera Constitución de 1812 estaban sentando los cimientos de nuestra realidad política actual. La nueva concepción de la política derivaba del concepto de Soberanía Nacional, que sustituía a la Soberanía del Rey absoluto. A partir de ahí, fueron dándose pasos adelante muy importantes hasta el desarrollo pleno de la Democracia y las libertades públicas.

Aquellos ideales políticos, liberales, modernizadores y progresistas, que pretendían acabar con los privilegios de las clases superiores y reconocer como ciudadanos-protagonistas a los que hasta entonces eran sólo súbditos-pasivos, también adoptaron unos colores expresivos de sus valores. Estos colores fueron, también, el rojo-amarillo-rojo, -por influencia de las banderas más habituales de Cádiz, las navales- y así fueron las banderas de la Milicia Nacional.

CONCENTRACIÓN DE LOS TRES SIMBOLISMOS

Estos tres simbolismos se consolidaron y fueron aceptados sin discusión como representaciones del territorio, del pueblo -por su conciencia de unidad y protagonismo histórico- y el de sus ideales políticos modernos. Este es el momento en el que nace, verdaderamente, la bandera ‘nacional’, la fusión de los tres componentes de la Nación española. Eso ocurrió tras el fin de la Primera Guerra Carlista, en 1840, cuando los ‘absolutistas’ opuestos a la Monarquía Parlamentaria fueron derrotados.

Tras la victoria liberal y progresista, la Reina Isabel II, consolidada en su Trono, se identificó con el pueblo y los modernizadores ideales políticos y, por ello, el preámbulo del Real Decreto del 13 de octubre de 1843 dice: “Siendo la bandera nacional el verdadero símbolo de la monarquía española…”.


Extracto del documento original del 28 de mayo de 1785:

“Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa Mi Armada Naval y demás Embarcaciones Españolas, equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con la de otras Naciones, he resuelto que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de enmedio, amarilla, colocándose en ésta el Escudo de mis Reales Armas, reducido a los dos quarteles de Castilla y León, con la Corona Real encima…”. Señalado de mano de S.M. En Aranjuez, a veinte y ocho de mayo de mil setecientos ochenta y cinco”.

Antonio Manzano
http://www.onemagazine.es 

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