La actual situación de Ucrania, que afecta profundamente a Europa y a sus relaciones con Estados Unidos y Rusia,
confirma alguno de los pronósticos sobre el panorama estratégico
internacional que nos podemos encontrar en el futuro recogido, tanto en
la Directiva de Defensa Nacional 2012 (DDN 2012) como en la Estrategia de Seguridad Nacional 2013 (ESN 2013).
Especial interés presenta, no sólo para España sino para la Unión Europea, la existencia de regiones inestables, como el Sahel, que hacen que la atención a la situación en la ribera meridional del Mediterráneo sea prioritaria para nuestra seguridad nacional.
Los escenarios operativos futuros, según la OTAN, exigirán una mayor preponderancia de las operaciones terrestres
sobre las marítimas o aéreas. Así, se considera la necesidad de
mantener siempre una presencia de fuerzas terrestres en el teatro que
aseguren el cumplimiento de la misión.
El empleo de la fuerza militar terrestre sobre el terreno será más probable que la necesidad de sólo llevar a cabo actuaciones ‘quirúrgicas’
empleando exclusivamente armamento de precisión a largas distancias.
Además, las operaciones se desarrollarán, en muchos casos, entre y por
la población, y actuando con otras agencias y organizaciones civiles. En
estos escenarios, el hombre y la dimensión humana del conflicto tendrán un papel clave, característico de las operaciones terrestres.
La ESN 2013 exige mantener la capacidad necesaria para reaccionar y neutralizar cualquier riesgo o amenaza de orden militar, al mismo tiempo que señala una activa participación de las Fuerzas Armadas (FAS) en operaciones en el exterior con nuestros socios y aliados.
La
actual DDN 2012 exige a las FAS la necesaria transformación para hacer
frente a los crecientes riesgos estratégicos en el actual momento de
limitada disposición de recursos. Sin embargo, esta transformación, que
tiene como objetivos el potenciar las capacidades operativas y alcanzar
una mayor eficiencia, no tiene por qué llevar consigo una reducción de efectivos en el Ejército de Tierra (ET), y nunca su pérdida de eficacia.
Las sucesivas reducciones
sufridas por el ET, en efectivos y unidades, son llamativas. En cuanto a
efectivos, en los últimos 20 años se ha reducido un 48% del total,
desde 135.500 hasta 70.305 para 2016. Esto supone un monto del 22% de
cuadros de mando y del 44% de tropa.
Con referencia a Unidades de la Fuerza –la parte más operativa-, desde la organización anterior al Plan Norte
de 1995 hasta la actual, se han perdido 6 divisiones, 9 brigadas, 27
regimientos y 36 batallones, permaneciendo actualmente sólo 8 brigadas.
En los países de nuestro entorno, la transformación
se consigue mediante el establecimiento de un nuevo modelo con la
suficiente capacidad de adaptación. Es lo que ya ha hecho el Ejército de
Tierra, que ha desarrollado el concepto de la ‘Polivalencia’ en sus 8 brigadas para conseguir mayor rendimiento y flexibilidad en cualquier situación que se presente.
Lo que sí se puede asegurar es que una nueva reducción supondría para el Ejército de Tierra
la pérdida irreversible e irrecuperable de capacidades militares
esenciales para que sea capaz de cumplir eficazmente sus misiones dentro
de las Fuerzas Armadas.
José Armada Sarriá
José Armada Sarriá es general de Brigada de Infantería
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