"Este paso se inscribe dentro de la línea general de reducción del diálogo con Rusia en las cuestiones de defensa antimisiles que está llevando a cabo últimamente EE UU y sus aliados de la OTAN, afirma el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. 

En el ministerio indican que los organizadores de la conferencia se remitieron a "las complicaciones que han surgido recientemente" que no permiten crear las "condiciones apropiadas para la recepción de los invitados rusos". 

Sin embargo, la causa real del rechazo de la solicitud rusa ha sido más probablemente la vuelta de Rusia a Crimea, condenada por los países de Occidente donde la consideran una "anexión". EE UU y los países de Europa introdujeron sanciones y redujeron de forma drástica la colaboración tecnológica y militar con Rusia. 

En una situación como esta hay pocas esperanzas de que continúe el diálogo sobre el escudo antimisiles.

 
En una declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores se dice que "hemos propuesto en más de una ocasión a nuestros colegas extranjeros reiniciar el trabajo conjunto para luchar contra los posibles retos y amenazas relacionados con los misiles". 

“Estas propuestas siguen en vigor, sin embargo difícilmente lleguen a hacerse realidad cuando la realidad es que una de las partes se niega completamente a negociar. La situación actual no hace sino reforzar nuestra opinión sobre el verdadero objetivo del potencial antimisiles creado por los EEUU y sus aliados", dicen desde el Ministerio.

El callejón sin salida de los antimisiles

La afirmación de Washington de que el escudo antimisiles en Europa está destinado a defender a la región de un ataque de misiles por parte de Irán o Corea del Norte es poco creíble.
 
Los misiles norcoreanos no están en condiciones de superar los miles de kilómetros que la separan de Europa. Más aun sabiendo que el régimen norcoreano no tiene ni ha tenido enemigos en Europa. La situación es muy parecida en cuanto a la amenaza iraní. El escudo antimisiles que está desplegando Washington en Europa no está destinado en realidad contra Teherán o Pionyang sino contra Moscú. Esa afirmación resuena en el comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.

Moscú le ha ofrecido repetidamente a sus colegas extranjeros reanudar la colaboración en la esfera de la defensa antimisiles frente a la intranquilidad manifestada por los EE UU y la OTAN en cuanto a las amenazas de misiles por parte de Irán y Corea del Norte.

 
En octubre de 2013 después de la sesión del Consejo Rusia-OTAN de ministros de Defensa, el titular ruso, Serguéi Shoigú, declaró que no se puede realizar un trabajo conjunto con Occidente sobre el escudo antimisiles porque Occidente no tiene en consideración las preocupaciones rusas. "No nos basta con la predictibilidad de los planes estadounidenses y de la OTAN sobre el escudo antimisiles", señaló Shoigu.

Sarmat e Iskanders frente a Aegis

En Rumanía, en la base de Devesel, ya ha comenzado la construcción de la base del escudo antimisiles con sistema Aegis y misiles de interceptación SM-3. La puesta en marcha del sistema está prevista para 2015. 

En 2017 debería haber una base similar, con sistemas Aegis, en Polonia, en la población de Redzikowo. 

Además, en la base del puerto español de Rota ya han llegado barcos estadounidenses con sistema Aegis y antimisiles SM-3. Actualmente se encuentran allí de forma permanente y de vez en cuando van al Mar Negro. 

EE UU ha enviado a Rumanía y Polonia aviones de alerta temprana y control aerotransportado AWACS. Todo esto no puede más que provocar la intranquilidad de Moscú y obligarle a tomar medidas de respuesta que compensen la influencia negativa del escudo antimisiles sobre la seguridad rusa.



Una de las posibles respuestas de Rusia ante el despliegue del escudo antimisiles es el despliegue en el territorio de Kaliningrado de complejos operativo-tácticos Iskander-M. Sus misiles tienen una distancia de vuelo de 480 kilómetros y puede alcanzar la base estadounidense en Redzikowo. Es más se trata de un arma de alta precisión que no es detectable por ningún tipo de sistema antimisiles ni de defensa antiaérea, ya que el misil vuela con una trayectoria impredecible.

Otra medida de contención sería la construcción, por parte de Rusia, del nuevo misil estratégico de líquido superpesado Sarmat que debería entrar en el ejército en 2018. El misil podrá portar decenas de bloques nucleares. Puede atacar objetivos no solo a través del Polo Norte sino a través del Polo Sur. 

Y si se despliega en Siberia el misil resultaría inalcanzable para los sistemas antimisiles. Ni siquiera para los sistemas Aegis con antimisiles SM-3 de tierra o mar.

Es decir que la negativa al diálogo con Rusia en cuestiones de defensa antimisiles augura un aumentó en la confrontación al tiempo que no mejora en nada la seguridad europea.

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