A pesar de los avances tecnológicos en la guerra convencional, a mediados del siglo XX los ataques de torpedos por parte de submarinos  seguían siendo la principal amenaza para los barcos y sus tripulaciones.

Los submarinos, principalmente armados con torpedos, seguían teniendo que acercarse sin ser detectados a una distancia de ataque, como habían hecho siempre. Sin embargo los nuevos sistemas antisubmarinos y antitorpedos permitían a los buques de superficie y a los submarinos del enemigo superar de forma mucho más efectiva las amenazas subacuáticas. 

Como los submarinos soviéticos de los años 60 y 70 eran inferiores a los modelos estadounidenses en cuanto a los niveles de ruido, los ingenieros de Moscú desarrollaron un nuevo y revolucionario arma para equilibrar la situación. El Shkval, que se diseñó durante una década, entró en servicio finalmente en 1977.
 
Con una velocidad que sigue sin tener rival de 200 nudos, el Shkval era dos veces más veloz que los torpedos tradicionales.

La ventaja de la velocidad se obtuvo con un motor de cohete y utilizando la supercavitación, gracias a la cual un cono en la punta del torpedo crea una burbuja de gas alrededor de toda la superficie a alta velocidad para reducir la fricción con el agua.

Una vez lanzado el torpedo el piloto automático programado utiliza combustible sólido de cohete para alcanzar el rumbo y la profundidad necesarias durante la aceleración para crear la burbuja de gas. 

Cuando el combustible del motor inicial se termina, la parte trasera del torpedo se separa y el motor principal, alimentado por un combustible con base de litio hidroreactivo, entra en acción.

El agua de mar entra ahora a través de un agujero en la punta, lo que permite al torpedo alcanzar su velocidad máxima durante 15 kilómetros tocando el agua únicamente con la punta.

Aunque la supercavitación no permite que se utilice de forma eficaz en este arma sistemas de guiado, esto se ve más que compensado por su mera potencia explosiva. Un equivalente en TNT a una explosión nuclear de 150 kilotones que aseguran la destrucción de cualquier submarino o buque de superficie en un radio de un kilómetro.

El Shkval, que portaban la mayoría de los submarinos nucleares soviéticos, estaba considerado como un arma igual de efectiva tanto de ataque como en caso de defenderse del ataque de un submarino enemigo.

Capaz de viajar seis kilómetros en un minuto, el Shkval podía cambiar las tornas rápidamente: mientras que los submarinos estadounidenses tenían la ventaja de ser más silenciosos al acercarse y lanzar el primer ataque, el torpedo de alta velocidad podía ser disparado antes de iniciar la maniobra de evasión. Así que mientras que submarino en su retirada era incapaz de corregir los datos de un torpedo que ya estuviera en el agua, la potencia de fuego del Shkval garantizaba un devastador contraataque.

Esta arma única permitió a la marina soviética compensar la inferioridad en el ruido de sus submarinos hasta que esta tara se subsanó en los años 80.

El Shkval se convirtió en noticia mundial en un caso de espionaje en el año 2000, cuando un antiguo oficial de la marina estadounidense, Edmond Pope, fue juzgado y condenado en Rusia por obtener información secreta sobre este arma.

Hoy en día el Shkval sigue siendo un arma secreta y no se conocen diseños que la hayan superado.

http://es.rbth.com/