Los
 Laboratorios Nacionales Sandia Científicos estadounidenses y la empresa
 Northrop Grumman han difundido un proyecto de investigación de UAV 
propulsados por energía nuclear
El
 objetivo del proyecto era identificar tecnologías que diesen una mayor 
autonomía, células de hidrógeno o combustibles hidrocarbonados y que 
proporcionase una capacidad global sin precedentes para observar y 
prevenir actividades terroristas y de armas de destrucción de masas. Si 
bien, debido a la sensibilidad del tema, no figura en el informe la 
palabra nuclear. El punto de contacto de los Laboratorios Sandia era el 
Dr. Steven Dron, especialista en propulsión nuclear. 
Northrop
 Grumman solicitó el apoyo de los Laboratorios Sandia para desarrollar 
un sistema de propulsión y de suministro de energía "ultra persistente" 
para su posible incorporación en una nueva generación de sistemas UAV. Y
 la investigación, altamente sensible en lo que se denominó "tecnologías
 para la ultra-permanencia", trataba de resolver tres problemas de los 
aviones no tripulados: falta de persistencia para sobrevolar objetivos 
potenciales; falta de potencia para que funcionasen los sistemas de 
observación y de armas complejos; y falta de capacidad de 
comunicaciones.
El
 equipo de trabajo trató de determinar que conceptos de almacenamiento 
de energía y de generación de energía podrían aumentar con más 
efectividad la capacidad de propulsión y de energía para aumentar la 
duración de las salidas del UAV de día a meses, a la vez que aumentaba 
la potencia eléctrica disponible al menos dos veces. Se analizaron 
diferentes sistemas de propulsión para UAV de tamaño medio y grande, 
antes de decidirse por la solución nuclear y se concluyó que los UAV 
nucleares eran capaces de proporcionar bastante más tiempo de vigilancia
 e inteligencia por misión en comparación con las otras tecnologías y 
reducían los considerables costes de los sistemas de apoyo, eliminando 
la necesidad de bases avanzadas y de suministro de combustible en zonas 
remotas y, posiblemente, hostiles. 
Se
 contrastaron y compararon ocho tecnologías que proporcionaban la 
propulsión, tres sistemas de conversión de energía, dos configuraciones 
de sistemas de propulsión de ciclo doble y un único esquema de 
generación de energía eléctrica. También se investigaron el rendimiento 
general, los parámetros de potencia específicos, las complejidades 
técnicas, la seguridad y otras características operativas. También se 
redactaron planes de desarrollo del sistema para determinar donde se 
encontraban los caminos críticos tecnológico y del programa. Por otro 
lado, señala el informe que ninguno de los resultados del estudio pueden
 ser difundidos abiertamente, debido a restricciones impuestas por la 
seguridad nacional.
Tanto los Laboratorios Sandia como Northrop Grumman han trabajado previamente en estudios de UAV nucleares. Northrop Grumman había patentado en 1986 un UAV equipado con un reactor nuclear refrigerado por helio y ha trabajado en proyectos nucleares con el laboratorio de investigación de la Fuerza Aérea estadounidense, que, en los años cincuenta, había desarrollado programas de aviones propulsados por energía nuclear, como el programa de energía nuclear para aviones (ANP), para construir un avión que transportaría misiles estratégicos y permanecería en alerta volando durante una semana o más tiempo. En el programa se utilizó un avión Convair B-36, NB-36H, con un reactor nuclear de 1 MW en la parte posterior de la bodega de bombas, con un escudo protector instalado en el centro del avión. El reactor llegó a funcionar, pero no se utilizó para propulsar el avión, sino para investigar los efectos de la radiación en los equipos del avión. Entre 1955 y 1957 el avión realizó 47 vuelos de prueba y 215 horas, de las que en 89 el reactor fue crítico.
Tanto los Laboratorios Sandia como Northrop Grumman han trabajado previamente en estudios de UAV nucleares. Northrop Grumman había patentado en 1986 un UAV equipado con un reactor nuclear refrigerado por helio y ha trabajado en proyectos nucleares con el laboratorio de investigación de la Fuerza Aérea estadounidense, que, en los años cincuenta, había desarrollado programas de aviones propulsados por energía nuclear, como el programa de energía nuclear para aviones (ANP), para construir un avión que transportaría misiles estratégicos y permanecería en alerta volando durante una semana o más tiempo. En el programa se utilizó un avión Convair B-36, NB-36H, con un reactor nuclear de 1 MW en la parte posterior de la bodega de bombas, con un escudo protector instalado en el centro del avión. El reactor llegó a funcionar, pero no se utilizó para propulsar el avión, sino para investigar los efectos de la radiación en los equipos del avión. Entre 1955 y 1957 el avión realizó 47 vuelos de prueba y 215 horas, de las que en 89 el reactor fue crítico.
Los
 Laboratorios Sandia han realizado estudios sobre UAV propulsados por 
energía nuclear, patrocinados por la Fuerza Aérea estadounidense, desde 
los años noventa y, en 2001, propusieron un vehículo de extremadamente 
elevada autonomía (ELEV), que podría volar a 70.000 pies y permanecer 
volando de seis meses a un año, con una carga útil de 5.000 libras. 
Asimismo, había participado en el programa de tecnología de propulsión 
térmica nuclear para el espacio, que comenzó en 1987.
A
 comienzos del siglo XXI, los UAV presentaban, frente a los aviones 
tripulados, ventajas para utilizar la energía nuclear; por un lado por 
su carácter de avión no tripulado (podría permanecer mucho más tiempo en
 el aire al no tener las limitaciones de la tripulación y, por ello, el 
escudo protector del reactor podría ser menor), y, por otro, por la 
mejora en el diseño de reactores nucleares. 
Un estudio previo de los Laboratorios Sandia había concluido que podría probarse un UAV con propulsión nuclear, pero que no lo sería por los problemas presentados por la propulsión nuclear, por consideraciones políticas y por la preocupación de la opinión pública, que no aceptaría la idea de emplear una tecnología tan peligrosa, por los posibles daños que podría causar en caso de accidente (muy frecuentes y en cuyo caso el avión se convertiría en una bomba sucia) o por el peligro de que el UAV cayese en manos enemigas.
Un estudio previo de los Laboratorios Sandia había concluido que podría probarse un UAV con propulsión nuclear, pero que no lo sería por los problemas presentados por la propulsión nuclear, por consideraciones políticas y por la preocupación de la opinión pública, que no aceptaría la idea de emplear una tecnología tan peligrosa, por los posibles daños que podría causar en caso de accidente (muy frecuentes y en cuyo caso el avión se convertiría en una bomba sucia) o por el peligro de que el UAV cayese en manos enemigas.
Los
 Laboratorios Sandia confirmaron que el proyecto se había completado y 
que la solución del estudio era muy teórica y conceptual, no 
construyéndose ni probando ningún sistema. No obstante, las industrias 
comprenden mejor los temas técnicos, de seguridad y políticos que 
implica la realización de estas estrategias y como podrían mejorarse 
significativamente las operaciones aéreas utilizando este tipo de 
propulsión y de energía disponible, aunque las condiciones políticas 
actuales no permitan hacer uso de los resultados del estudio.
El
 resumen de la investigación también expone que los resultados "iban a 
ser utilizados en la próxima generación de UAV empleados en misiones 
militares y de inteligencia", donde "habrían proporcionado un 
rendimiento del sistemas imposibles para las otras tecnologías 
existentes."
Añade
 también, que "ninguno de los resultados se utilizará ni a corto ni a 
medio plazo", debido a consideraciones políticas, lo que había 
decepcionado a Northrop Grumman, al no permitir utilizarlos.
Actualmente,
 un UAV convencional, como el MQ-9 Reaper, lleva dos toneladas de 
combustible y otras dos en sistemas de observación y de armas, con una 
persistencia en vuelo de 42 horas, o de 14 cuando está completamente 
cargado de municiones. Si fuese propulsado por energía nuclear, no sólo 
podría permanecer volando mucho más, sino llevar más misiles o equipos 
de vigilancia y eliminaría la necesidad de equipos en tierra, en zonas 
remotas y peligrosas.
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