El uso regular por los norteamericanos de naves no pilotadas fue expuesto, a finales de octubre, a una masiva campaña de acusaciones por parte de una serie de organizaciones internacionales.
Esto culminó con la presentación de los informes de los expertos de la Asamblea General de la ONU sobre la peligrosidad de los drones.
 En principio, se ha planteado la cuestión de la necesidad de un control
 internacional sobre el diseño y la utilización de los robots militares.
 Los analistas están convencidos de la actualidad del problema, pero 
también, de que quedará sin respuesta. 
Los
 más tristes ejemplos de robots militares no pilotados se conocen 
gracias a las informaciones de los medios de prensa acerca de las 
acciones militares y las operaciones especiales del Ejército de EEUU en 
Afganistán y Pakistán. 
Los drones
 patrullan constantemente el territorio de estos países y en caso de 
necesidad golpean a las agrupaciones de combatientes. Sin embargo, el 
caso es que bajo el fuego de estos exterminadores caen habitantes 
pacíficos, los cuales se convierten en víctimas, según se ha 
determinado, con la misma frecuencia que los muyahidines o incluso más, 
mientras el mando militar ni se toma el trabajo de hacer públicas las 
estadísticas de los ataques robotizados desde el aire.
Organizaciones
 independientes tan conocidas como Human Rights Watch y Amnistía 
Internacional han dedicado informes a la utilización incontrolada de drones. La influyente revista norteamericana Time
 relató sobre la existencia de todo un movimiento, Campaign to Stop 
Killer Robots, que se pronuncia a favor de la prohibición internacional 
de los robots asesinos autónomos. Aunque nos imaginamos que de una 
manera más sistemática han abordado este problema los expertos de las 
Naciones Unidas, o como se les llama tras las paredes de esta respetable
 organización: los conferencistas especiales de la ONU. 
En
 dos documentos presentados en estos días a la Asamblea General de la 
ONU, se analiza la práctica y los resultados de la utilización de los drones
 contra los terroristas, así como la correspondencia de todo esto con 
las normas internacionales. 
El experto de la ONU en la lucha contra el 
terrorismo, Ben Emmerson, en su informe propone a todos los Estados que 
utilizan drones que garanticen “la transparencia en cuestiones 
de diseño, adquisición y utilización de naves artilladas no pilotadas”. 
Así mismo emite un llamamiento a los Gobiernos de develar al máximo la 
información sobre la utilización de drones en las operaciones 
antiterroristas sobre el territorio de otros Estados, así como publicar 
las cifras correspondientes a las pérdidas reales entre la población 
civil. 
Los llamamientos del conferencista especial de la ONU sonaron, como mínimo, ingenuos, afirmó en una entrevista a La Voz de Rusia el experto militar Vladímir Scherbakov: 
–Esto
 es imposible, es un absurdo total. Nadie, nunca, va a hacer esto de 
manera transparente, si lo que ellos ejecutan son operaciones 
especiales. Esto es lo mismo que exigirle a nuestra policía que cuelgue 
en Internet sus materiales sobre las actividades de persecución 
operativa. Nadie, nunca, ni un solo país normal del mundo preocupado por
 su bienestar y su seguridad, podría estar de acuerdo con el 
planteamiento del problema de manera que se haga transparente la 
utilización de sus servicios especiales. Esto se podría, o bien 
limitarlo, o bien exigir el cumplimiento de los acuerdos internacionales
 existentes que prohíben la utilización de cualquier fuerza armada en el
 territorio de otro Estado soberano, mientras no exista ningún acuerdo 
intergubernamental. 
Entre
 tanto, hace ya bastante tiempo que diferentes organizaciones defensoras
 de los derechos han planteado la necesidad de prohibir totalmente la 
utilización de drones. Desde la primavera de este año, las 
organizaciones integrantes del movimiento Campaign to Stop Killer Robots
 exigen la prohibición no solo de la utilización sino incluso del diseño
 de robots militares. 
En realidad se está hablando de aparatos 
completamente autónomos, o sea, independientes en el momento de 
seleccionar un objetivo. Los argumentos fundamentales de los 
“neoluditas” son los asesinatos de inocentes por error de drones;
 la probabilidad de que semejantes tecnologías caigan en manos de 
enemigos o de agrupaciones extremistas y terroristas; fallos peligrosos 
en el programa, etc. 
La
 introducción de cualquier tipo de prohibiciones en esta rama es una 
cuestión bastante controvertida, según considera el comentarista militar
 de la agencia de información Rosinformburó, Anatoli Sokolov: 
–No
 considero adecuado limitar totalmente el desarrollo ulterior de la 
técnica robótica porque esta es una de las direcciones fundamentales del
 desarrollo científico técnico contemporáneo en la esfera destinada a 
los equipos, tanto civiles, como militares. Pero si miramos al 
horizonte, entonces, claro está, el desarrollo incontrolado de autómatas
 y de robots asesinos puede conllevar a un daño suficientemente 
sensible. 
Por
 eso, Anatoli Sokolov presupone, si no ahora mismo en un futuro cercano,
 que será necesario comenzar a desarrollar algunas normas y reglas 
regulatorias para el diseño y la utilización de sistemas robotizados. 
Diferenciar legislativamente este problema es un sinsentido, considera 
por su parte Vladímir Scherbakov. 
Por cuanto ya existen leyes 
internacionales relativas a la utilización de armamentos de toda clase. 
Puede que tenga sentido la reformulación de estas leyes en el sector de 
la utilización del armamento autónomo. De manera que el problema no está
 en los drones en sí, sino en el carácter de su utilización. Pero quienes usan estos sistemas, son los propios seres humanos. 
Foto: EPA 







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