El
historiador británico Geoffrey Parker calificó de "helada milagrosa" la
causa de la salvación de tres Tercios de españoles que habían sido
copados por los rebeldes holandeses en 1585 en la isla interior de
Bommel formada por dos brazos de río, en el Bommelerwaard, en los Países
Bajos.
Antigua Infantería. ©A. Manzano
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Los
Tercios asediados (de los Maestres de Campo Mondragón, Yñiguez y
Bobadilla según los estudios de nuestro colaborador José Palau) habían
sido enviados allí para proteger a las poblaciones católicas,
maltratadas por los protestantes, y pasar el invierno porque en esta
estación disminuía, en principio, la intensidad de las operaciones y los
Tercios se diseminaban por el territorio para hacer a las comarcas
menos gravoso su sostenimiento. Sin embargo, ni españoles ni rebeldes
desaprovechaban las circunstancias para obtener ventajas sobre el
enemigo.
Eso
precisamente sucedió a estos tercios: por estar en una zona débil del
despliegue, los rebeldes los bloquearon con embarcaciones que ocuparon
los brazos de los ríos de modo que les impedían recibir refuerzos y
víveres ya que la comarca estaba devastada; además, provocaron
inundaciones para que subiera el nivel de las aguas, lo que obligó a los
infantes españoles, ante el bombardeo enemigo, a concentrar su defensa
en la colina de Empel. La situación era literalmente la antesala de un
desastre. Frío, hambre y la vergüenza de una derrota segura.
Pero
uno de los infantes, cavando para mejorar las defensas, encontró
enterrado un cuadro con la imagen de la Virgen María que seguramente
había sido escondido por holandeses católicos para salvarlo de la
iconoclasia de los protestantes que no dudaban en ultrajar sus
representaciones.
Antiguo mapa de Flandes
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En
aquellas circunstancias de extrema gravedad y de certeza de acabar
pronto en una gran derrota, este hallazgo hizo que los infantes
españoles lo interpretaran como una especial intervención de la Virgen
María, a la que veneraban como católicos y españoles que eran. Rezaron,
pidieron por su salvación y . esa noche cayó una helada tan espantosa
que las aguas empezaron a congelarse, lo que indujo al almirante
holandés a retirar las embarcaciones para que no quedaran bloqueadas por
el hielo. Esto permitió a los infantes españoles reaccionar, salvar la
situación y salir de aquella ratonera con la honra intacta. Se dijo que
el almirante rebelde se lamentaba de que en esta ocasión "Dios se había
hecho español".
Aquellos
infantes atribuyeron con tanta fe su salvación a un milagro que la
devoción a la Inmaculada fue extendiéndose entre los demás Tercios, a
pesar de que algunos ya tenían otros santos patronos. Y el que un
historiador no español como Parker haya dado el calificativo de
milagroso a este episodio -también conocido como el Milagro de Empel-
lleva a considerar que lo sucedido fue verdaderamente extraordinario e
inicio justificado de un camino imparable de devoción general de la
Infantería española.
A
lo largo del tiempo, la devoción a la Inmaculada fue alcanzando tal
grado de extensión e intensidad entre los españoles de toda condición
que a Ella consagró España el Rey Carlos III en 1761 y la tomó por
Patrona y Protectora, creando en su honor la Real y Distinguida Orden de
Carlos III. Por aquella dedicatoria de Carlos III, el 8 de diciembre
sigue siendo actualmente una de las Fiestas Nacionales de España.
Con
el tiempo, y como consecuencia de la extensión que la devoción de los
españoles tuvo en el resto de la catolicidad, entre otros factores
doctrinales, el Papa Pío IX proclamó el 8 de diciembre de 1854 el Dogma
de la Inmaculada Concepción de María mediante la Bula "Ineffabilis
Deus". Y en reconocimiento a la Iglesia española por su importancia en
la proclamación de este Dogma, en 1864 la Santa Sede otorgó a los
sacerdotes españoles el privilegio de vestir una casulla azul en su
fiesta.
En
vista de la tradicional coincidencia de los Regimientos de Infantería
en tenerla por Patrona particular, el 26 de julio de 1892 el General
Inspector de Infantería, en representación de toda el Arma, solicitó al
Ministro de la Guerra que se declarara a la Inmaculada la Patrona de la
Infantería española. La iniciativa acabó felizmente el 13 de noviembre
de ese año, cuando la Reina Regente Dª. María Cristina declaró mediante
Real Orden (DO. 248) "Patrona del Arma de Infantería a Nuestra
Señora la Purísima e Inmaculada Concepción, que ya lo fue del antiguo
Colegio Militar y lo es de la actual Academia General y de un gran
número de Regimientos".
Numerosos Patronazgos
La
Inmaculada no sólo es la Patrona de la Infantería española sino que,
por su influencia, en el ámbito del Ejército de Tierra, lo es también
del Estado Mayor. Además, jurídicos, interventores, capellanes,
farmacéuticos, veterinarios y los de Oficinas Militares también están
puestos bajo su advocación. Como también innumerables localidades y
corporaciones, tanto de España como de toda Iberoamérica.
Antonio Manzano
http://www.revistatenea.es
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