El primer ministro chino presentaba hace
escasos días ante la Asamblea Popular Nacional el presupuesto de
Defensa de 2014, con un incremento del 12 por ciento respecto al año
anterior.
Beijing es muy consciente del efecto acción-reacción de estas
cifras sobre la alianza que conforman Japón, Corea del Sur y Estados
Unidos, para quienes la incógnita es si, tras la consolidación y
refuerzo del que ya es de lejos el segundo presupuesto militar del mundo
y en el marco de la tensión que se aviva en el Este de Asia (con
epicentro en las islas Senkaku), se esconde una mera estrategia de
tanteo o una clara demostración de fuerza por parte de la China Popular.
No son pocos los analistas que quieren
ver similitudes entre el actual escenario asiático y el ambiente
prebélico que vivía Europa a principios del siglo XX y que culminó con
la I Guerra Mundial. Pero, ¿puede realmente Beijing prender la mecha
para que Japón y Corea del Sur puedan verse forzados a un conflicto
diplomático e incluso armado? ¿Podrían ser las islas Senkaku el punto de
discordia que haga estallar las viejas y no resueltas rencillas,
todavía latentes en la región?
Beijing, que no quiere ni oir hablar de
tener a las tropas norteamericanas a las puertas, sigue proporcionando
el oxígeno suficiente para que el régimen comunista de Corea del Norte
sobreviva. Estados Unidos está instalado en el Sur desde el final de la
Guerra de esa nación. En el momento actual hay más de 28.000 efectivos
norteamericanos en la península. Pero China tensa la cuerda, aunque es
difícil saber si está ya preparada para afrontar un conflicto de escala
regional.
La tensión alcanzaba un punto álgido en
noviembre, con la creación de una nueva Zona de Identificación de
Defensa Aérea (AZID) por parte de Beijing, en la que se incluía a las
islas en disputa con Japón.
Ahora está por ver si, como se advirtió
desde el Gobierno chino, se establecerán a lo Putin nuevas zonas de
defensa aérea, lo que sería un episodio mucho más difícil de digerir
para los aliados de Estados Unidos. Sin embargo, el aún débil poder
naval de la nación asiática no hace prever de manera inmediata una
provocación límite, que pusiera el mar del Este de China al borde de una
guerra.
El problema intrínseco que afecta a
Japón es que, desde el final de la II Guerra Mundial, nunca ha sido
independiente en materia militar, sino que siempre se sometió a los
intereses de Washington.
El país, que está abandonando a marchas
forzadas ese rol de la autodefensa, prevé una inversión militar durante
los próximos cinco años de 240.000 millones de dólares. Pero tanto Japón
como Corea del Sur dependerían del auxilio de Estados Unidos en caso de
conflicto y no está nada claro hasta donde llegaría de facto el apoyo,
aun habiendo mudado al Pacífico sus intereses geoestratégicos.
Es difícil prever un conflicto en la
zona a corto plazo, aunque todo dependerá de hasta qué punto lleguen las
ambiciones de Beijing por reafirmar su área de influencia y de la
postura que, llegado el caso, adoptará Estados Unidos, que se encuentra
inmerso en un proceso de considerables recortes en los presupuestos de
Defensa, que le llevarán el año que viene a tener los mismos efectivos
que en 1941.
http://www.defensa.com
0 comentarios:
Publicar un comentario