Resulta ingenuas las declaraciones de los mandatarios ucranianos por
tratar de obtener una bomba atómica, aunque los planes para vender
tecnología a China y otros páises son más realistas.
Tras la caída de la URSS, en el territorio de Bielorrusia y Ucrania
había armas nucleares. Minsk y Kiev aceptaron casi de inmediato entregar sus
arsenales a Rusia.
Era peligroso asumir frente a la comunidad
internacional la responsabilidad por este armamento, teniendo en cuenta la
extremadamente inestable situación interna de estos estados recién
independizados. El 5 de diciembre de 1994 se firmó en Budapest un memorándum
sobre el estatus no nuclear de Ucrania.
Sin embargo, el 28 de agosto de 2009 el
Consejo de la región de Ternopol se dirigió al entonces presidente de Ucrania,
Yúschenko, a la primera ministra Timoshenko y al representante de la Cámara
Alta Litvin, haciendo un llamamiento para recuperar el estatus nuclear de
Ucrania y acabar con el acuerdo de Budapest.
En aquel entonces no tuvo éxito, pero las
ambiciones nucleares han vuelto con nueva fuerza. Hasta se han llegado a oír
rumores de que cuando se entregaron los arsenales nucleares a Rusia, parte de
estos se quedaron en territorio ucraniano y que ahora es el momento de
demostrar al mundo que todavía sigue siendo una potencia nuclear.
Largo, caro y muy complicado
Así define esta cuestión el profesor de la
Academia de Ciencias Militares y miembro correspondiente de la Academia de
cuestiones geopolíticas, Serguéi Brezkun:
“Es poco probable que en Ucrania se puedan
encontrar suicidas que se arriesguen a adentrarse en una bomba nuclear. Hasta
para los soldados de las fuerzas nucleares del Ejército soviético, o los
agentes del KGB de la URSS relacionados con la tecnología necesaria para el
funcionamiento del armamento nuclear, las cargas nucleares fueron siempre y
siguen siendo cajas negras con las que tienen un contacto muy limitado y no
tienen por qué saber nada de su construcción”.
En el mundo no hay, nunca ha habido y no puede
haber un especialista de armamento que posea, él solo, toda la información
científica, de ingeniería, de producción y explotación necesaria para crear de
forma realista un arsenal nuclear.
Las características mismas de la información
hacen imposible que haya un especialista (o un pequeño grupo de especialistas)
de este tipo, debido a su extremo secretismo y fragmentación.
No existe y no puede existir un solo
investigador y constructor de una carga nuclear moderna. Para ilustrarlo con un
ejemplo. Hubo un tiempo en el que alguien fue capaz de diseñar y construir un
aparato volador primitivo, pero que a pesar de todo pudiera elevarse en el
aire. Pero ¿podría ahora uno o varios ingenieros con talento diseñar y realizar
un avión a reacción, incluyendo los motores, modernos materiales de
construcción, chasis y todo lo demás? Para esto haría falta todo un complejo de
empresas de actividades diversas. Fabricar una carga atómica bélica resultaría
todavía más complicado.
Para que Ucrania pueda tener el estatus de
estado nuclear, debería proveerse de su propio complejo armamentístico nuclear.
Es algo que no es muy sencillo, es muy costoso y simplemente sería imposible
para este país.
¿En qué manos caería 'Satán'?
Sin embargo, el peligro de que Ucrania
entregue a terceros países tecnología de misiles nucleares es algo más
realista. Los misiles balísticos intercontinentales más poderosos del mundo,
los R-36M2 'Voyevod', 'Satán de acuerdo con la denominación de la OTAN, han sido diseñados y construidos en
Dniepropetrovsk, en la empresa Yúzhnoe.
Toda la documentación tecnológica y
constructiva sigue allí almacenada. En los medios de comunicación ha aparecido
publicado que los representantes de Yuzhmash están negociando una posible
cooperación empresarial en Turquía. Y en la misma Dniepropetrovsk han comenzado
negociaciones a nivel oficial con representantes provenientes de China.
Oficialmente, el Ministerio de Asuntos
Exteriores de la Federación Rusa mantiene que Ucrania, como miembro del Régimen
de control de tecnología de misiles (RKRT) y habiendo firmado el código de
comportamiento de La Haya para la no proliferación de misiles balísticos, tiene
una gran responsabilidad política.
Rusia no debería preocuparse. Pero en los EE
UU ya tienen razones para la preocupación. Si Pekín ofrece un crédito blando de
muchos miles de millones, los fabricantes de misiles chinos podrán obtener toda
la documentación de construcción y la tecnología de fabricación de los 'Satán'.
El nuevo gobierno de Ucrania ha declarado sus
intenciones de detener completamente toda la colaboración en tecnología militar
con Rusia. Los diseñadores de misiles ucranianos, sin trabajo tendrían todo el
derecho moral de vender sus conocimientos a China, Irán e incluso Corea del
Norte, con tal de que pagaran. Y no hay duda de que pagarán un buen dinero a
estos especialistas. Además, les pagarían más cuanto más problemático fuera
para los EE UU el país que ofrece el contrato.
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