Tenemos
un nuevo modelo de Fuerzas Armadas con profesionales capaces de
intervenir en cualquier lugar del mundo y con una cualificación que va
más allá de lo militar. Esto les permite un análisis concienzudo de los
problemas y el manejo de nuevas tecnologías, experiencia en
inteligencia, idiomas, facilidad para la integración cultural, y otras
herramientas que han transformado a nuestros ejércitos de manera
notable. Apenas quedan resquicios del ejército predemocrático cuya única
misión era defender el territorio nacional. En la actualidad, la mayor
parte de los militares españoles han participado en misiones
internacionales y tienen absolutamente asumida su subordinación al poder
civil.
La
Transición, el asentamiento de la democracia y la entrada en 1986 en la
OTAN y la UEO cambiaron la mentalidad del militar español. Desde el año
89 han participado en más de 50 misiones en el exterior, bajo las
siglas de la ONU, la OTAN o la UE, por las que han pasado más de 130.000
soldados. Las misiones internacionales de nuestras Fuerzas Armadas han
supuesto un giro copernicano en la visión que la sociedad española
tenía sobre su ejército.
Hace más de 25 años teníamos un ejército de 300.000 efectivos y actualmente de 136.000 (82.600 en Tierra, 32.000 en la Armada, 25.000 en el Aire; según datos del World Defense Almanac de 2010) pero con una capacidad de despliegue mucho mayor. Esto nos convierte en una potencia media que está por debajo de las grandes de Europa como Francia que cuenta con 233.800 efectivos, Reino Unido con 175.000, Alemania con 152.463 o Italia con 185.000.
Incluso
países vecinos, como Marruecos con casi 200.000 militares o Argelia con
cerca de 120.000 efectivos, tienen más militares, aunque peor
preparados y equipados.
Nuestras
Fuerzas Armadas cuentan en la actualidad con 3.500 efectivos que están
cumpliendo las obligaciones internacionales. Además tenemos una Fuerza
de Reacción de 1.500 militares que pueden ser movilizados en pocos días;
otros 3.500 efectivos integrados en la OTAN; 1.500 que participan en
los grupos de combate de la UE; 1.000 para la ONU, 25.000 para la
defensa territorial y 4.500 en la Unidad Militar de Emergencias (UME).
Presupuesto reducido
En
cuanto al presupuesto, gastamos menos del 1% del PIB en defensa, una
cantidad menor a la de Italia (1,4%) o Alemania (1,2%) pero muy inferior
al de las potencias nucleares como Francia o Reino Unido (2,32%) y
lejos del 4% de EEUU.
El
esfuerzo presupuestario que se realizó en España entre 2005 y 2008 se
ha visto mermado por la crisis y ya tiene su reflejo en los programas de
modernización que serán los más afectados por la reducción del gasto en
defensa (-38,7%). Asimismo, en este capítulo todavía hay una deuda
pendiente de 27.000 millones de euros.
El 66% del presupuesto de
defensa se destina a personal, (cuando no debería pasar del 40%) y en lo
últimos 3 años ha caído en un 16%. Esto supone la búsqueda de nuevas
vías de financiación.
Tenemos
un Ejército preparado para afrontar amenazas no compartidas como un
hipotético ataque de Marruecos. A nivel material se está preparado, algo
distinto es si se está o no a nivel político. Es decir, si el gobierno
de turno está preparado para usar esos medios y hasta dónde es capaz de
llegar.
Misiones en el Exterior
La
participación de nuestras unidades en misiones de paz en el extranjero
ha servido para variar la opinión de los ciudadanos españoles sobre las
Fuerzas Armadas de manera positiva y sustancial. Unas operaciones que
entrañan riesgos. Por eso, se envía a los ejércitos y ha permitido a los
soldados colaborar con organizaciones internacionales y con ONG.
Además, nos permite ver al ejército como un instrumento no sólo de la
política de defensa sino también de la política exterior.
Los
riesgos y amenazas han cambiado y las misiones internacionales con
participación de fuerzas multinacionales tienen una gran trascendencia.
La impredecibilidad es el rasgo principal de los actuales desafíos
estratégicos.
Las amenazas más importantes en la actualidad son: terrorismo y delincuencia organizada, piratería, ciberataques, la proliferación de armas de destrucción masiva, los estados fallidos, la dependencia energética, el cambio climático o las migraciones masivas incontroladas.
Un
armamento flexible y con más capacidad para variar su diseño es cada
vez más necesario en un escenario cambiante e impredecible como el
actual.
En
el mundo globalizado en el que vivimos, muchas de las anteriores
amenazas sólo pueden ser enfrentadas de manera transnacional con la
colaboración no sólo de distintos estados sino incluso de organizaciones
internacionales. España participa actualmente en varias misiones
exteriores con unos 3.500 efectivos. Destaca nuestra participación en la
misión de la OTAN en Afganistán con unos 1.500 efectivos, la misión de
la ONU en Líbano (UNIFIL) con 1.100 militares españoles, la de la UE
contra la piratería en Somalia (operación Atalanta) que cuenta con unos
300 efectivos, o la de Libia contra el régimen de Gadafi que ha contado
con un máximo de 500 militares.
La
dotación presupuestaria para las misiones depende de un Fondo de
Contingencia de los Presupuestos Generales, distinto del gasto destinado
al Ministerio de Defensa de manera ordinaria. En 21 años, más de
130.000 soldados han sido desplegados en el exterior con un coste
superior a los 7.000 millones de euros. En 1990, las misiones costaron
40 millones y en la actualidad más de 800 millones de euros. Se
financian con ese fondo para situaciones imprevistas pues requieren un
esfuerzo económico importante para pagar los complementos a los soldados
en el exterior, el transporte de tropas y material o la renovación de
los blindados o los inhibidores.
El futuro en una situación de crisis
En
una situación de crisis como la actual, que requiere de una reducción
del gasto público para contener el déficit, el mantenimiento de un
ejército profesional como el nuestro con misiones en el exterior se hace
muy complicado. Los tiempos de permanencia de los militares en la zona
de operaciones se han incrementado para ahorrar costes aunque, por otro
lado, mejoran la operatividad y se desgasta menos el material.
En teoría todos coinciden en que no se pueden escamotear medios para garantizar la seguridad de las tropas en el desarrollo de las misiones, lo que supone la adquisición a la industria de defensa, por ejemplo, de nuevos y mejores vehículos, mantenerlos y garantizar su operatividad; pero la realidad es que entre 2008 y 2011 han caído esas inversiones en un 50%.
En teoría todos coinciden en que no se pueden escamotear medios para garantizar la seguridad de las tropas en el desarrollo de las misiones, lo que supone la adquisición a la industria de defensa, por ejemplo, de nuevos y mejores vehículos, mantenerlos y garantizar su operatividad; pero la realidad es que entre 2008 y 2011 han caído esas inversiones en un 50%.
Si
a esto añadimos que Defensa debe a la industria militar cerca de 36.000
millones de euros, la situación se presenta muy difícil. Es necesario
buscar nuevas vías de financiación para pagar esa deuda y el envío de
militares al exterior debe contar con los mejores medios para garantizar
su seguridad. No tener los presupuestos adecuados conlleva pérdida de
vidas humanas, retraso tecnológico y puestos de trabajo en la industria
de defensa.
El
coste de las operaciones se ha duplicado porque estamos en lugares y
operaciones cada vez más complejas y difíciles, que conllevan
mantenimiento y un gasto (blindados en Afganistán o las fragatas en el
Índico). No debemos parar la transformación y modernización de nuestro
ejército en los próximos años pero habrá que plantearse una reducción de
efectivos para que estén mejor preparados o incrementar el presupuesto
entre el 15 y el 20%. La segunda opción es muy complicada con la
coyuntura económica actual, pues España es menos rica que hace 4 ó 5
años y es difícil tener desplegados 3.000 hombres de manera permanente
dedicando sólo menos del 1% del PIB a defensa.
La
deuda nos ha hecho un país más pobre y habrá una parte importante de la
población dispuesta a recortar los gastos en defensa antes que en otras
partidas. ¿Por qué? Porque carecemos de una cultura de Seguridad y
Defensa y no se hace suficiente pedagogía de la importancia que tiene
este sector para la política exterior e incluso para la economía y el
bienestar de un país.
Interesante artículo. Me quedo con eso de "si el gobierno de turno está preparado para usar esos medios y hasta dónde es capaz de llegar"
ResponderEliminarSaludos K.Charro, Siempre ! a travès de los tiempos, exectuando los tercios españoles que perduraron hasta Flandes cuando se perdiò el imperio, han estado en la incapacidad y decidia polìtica de mantener una estructura militar preparada y al dia, con elementos que nunca permitirìan lo que pasò en Gibraltar,Marruecos,Cuba,Filipinas,etc
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