lunes, 10 de septiembre de 2012

10 de septiembre de 1632: Creación de la coronelía de la Guardia Real

 


Casi olvidadas las resonantes victorias en Fleurus, Juliers, Breda y Cádiz y las reconquistas de San Juan de Puerto Rico, Bahía de Brasil y la isla de San Cristóbal, entre otras, y a pesar de las paces con Inglaterra y Francia, en 1632 había en España muy serias preocupaciones.

El conde de Bergh conspiraba para convertir Flandes en una república y se temía algo parecido en el territorio peninsular por culpa de los excesos del Conde Duque de Olivares, el todopoderoso valido. Tal era el temor, que para la seguridad del rey en su viaje a Aragón se mandó organizar una coronelía de 3.000 hombres, más del doble que un tercio ordinario.


Regeneración militar

Bandera de las compañías de infantería
/ L. Grávalos y J.L. Calvo
También preocupaba superar las faltas de presupuesto y tropas y, por ello, se invitó a los Grandes de España a que, con sus medios y súbditos, formaran regimientos; se confiaba en que el Conde Duque, el Almirante y el Condestable de Castilla, el Condestable de Navarra, seis duques y un conde reunirían unos 20.000 infantes y 1.000 de a caballo. Y como en 1634 se temía otra invasión francesa por el Pirineo, otros tres duques y dos condes habrían de crear sus regimientos. Pero este plan falló porque la belicosidad de las clases nobles casi había desaparecido.

Se decidió entonces formar tercios con los soldados veteranos que había en la península con licencia, porque "más vale un soldado viejo que muchos bisoños", y se pidió que se formaran los cuerpos vascongados y catalanes, regulados por sus respectivos fueros.


Pero como tampoco este nuevo plan aumentó y estabilizó la fuerza militar, en 1637 se encomendó a determinados territorios de Castilla que reclutaran y mantuvieran un tercio, de donde salieron cinco tercios provinciales, fórmula que dio buenos resultados y fueron creándose más.

La coronelía de olivares

El Conde Duque había respondido el primero a aquella llamada a los Grandes y presentó a la Junta de Defensa una ambiciosa propuesta sobre su coronelía que mereció su aprobación el 22 de agosto de 1634 al respecto de que sería para la "guarda del Rey" y que le seguiría cuando éste saliera a campaña, que mientras tanto sería un tercio operativo, que precedería a los demás en marchas y formaciones, que todos sus servicios serían considerados de guerra, que serviría de escuela de oficiales, que no saldría de España, que por ser de guardia real tendría muchos voluntarios, y otros muchos privilegios y ventajas que compensarían el gasto tremendo, en aquella grave crisis económica, de 200.000 escudos al año.

Aunque muchos enemigos de Olivares, con Juan José de Austria a la cabeza, combatieron su propuesta, el 10 de septiembre de 1634 se decretó la creación de la Coronelía de Guardas del Rey, con el Conde Duque como coronel, para "poner el freno -de aquí su sobrenombre- a los enemigos de la corona", con 15 compañías, más que las de un tercio normal del interior.


Integrantes de la coronelía
/José M. Bueno
Vestían una casaca abierta en sus laterales y con las mangas también abiertas, de color amarillo, adornada por el galoneado jaquelado rojo y blanco, todo ello específico de la guardia real. En el pecho y en la espalda llevaban las armas de Castilla y, en las mangas, el aspa roja.

En 1637 combatió a los franceses en el frente de Cataluña y en 1638 pasó al de las vascongadas donde, el 7 de septiembre, obtuvo una brillante victoria sobre unos 3.000 de ellos fortificados en la ermita de Guadalupe del monte Jaizquíbel, cerca de San Sebastián.

Gracias a sus éxitos, la coronelía aumentó en ocho compañías más, mientras con el tiempo, en Europa se sucedían las batallas: Brisach, Constanza, Rheinfelden, Nordlingen y otras, y Olivares, caído en desgracia, era desterrado el 23 de enero de 1643.

Por otra parte, cuando el Infante Baltasar Carlos murió el 9 de octubre de 1646, la coronelía de su guardia -creada en 1642 por Olivares y de la que él era su teniente coronel, con el propio Infante como coronel-, se disolvió pasando su fuerza a la del Rey, que alcanzó la respetable fuerza de 27 compañías de infantería y 10 de a caballo.

Con el rey en Cataluña y en Portugal

La coronelía del Rey acompañó a Felipe IV cuando se acercó al frente de Cataluña, invadida por Francia y en
El Conde Duque de Olivares
/ Diego Velázquez.
Museo del Prado. Madrid
rebelión contra la monarquía, para fortalecer la moral de las tropas castellanas y leales. Allí combatió por todos los lugares, destacando especialmente en la reconquista de Lérida el 31 de julio de 1644 y de otras ciudades, hasta la paz de los Pirineos en 1659. Cuando el Rey pasó al frente de Portugal en 1661 la coronelía le acompañó con 15 compañías destacando en la conquista de Onghelha y Arronches, entre otras acciones.

El fin de la Coronelía de Guardas del Rey ocurrió cuando su eterno enemigo Juan José de Austria, como jefe del ejército de las operaciones en Portugal (1661-1665), consiguió suprimir sus prerrogativas y la convirtió en tercio normal que, en 1667, fue adjudicado a Sevilla, como su provincial.

Así acabó la historia de esta poderosa, combativa, brillante y lujosa unidad que permitió la regeneración militar deseada. Convertida en tercio provincial de Sevilla continuó en el siglo XVIII reconvertido más adelante en regimiento de Castilla, que se reputaba como heredero de aquella guardia real y rival de la nueva creada por Felipe V, y que consiguió que se le declarara como el más antiguo del Ejército y único, de entre los varios que lo pretendieron, de origen inmemorial.


Antonio Manzano
http://www.revistatenea.es  

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