domingo, 10 de febrero de 2013

Las razones de Brasil para comprar armamento a Rusia

 
El sistema antiaéreo Pantsir-S1 (archivo)
Rusia y Brasil están dispuestos a firmar un contrato para el suministro de sistemas de defensa antiaérea de fabricación rusa por 1.000 millones de dólares.
"Nos interesa adquirir tres baterías del sistema antiaéreo Pantsir-S1 y dos baterías del sistema antiaéreo Iglá”, comentó el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Brasil, general José Carlos De Nardi.
Se trata de sistemas antiaéreos de cañón-misil Pantsir-S1 y sistemas antiaéreos portátiles Iglá. Según la información disponible, el acuerdo también podría incluir la construcción de una planta y la transferencia de tecnología para producir los anunciados sistemas antiaéreos bajo licencia en el territorio de Brasil.

Brasil, interesado en desarrollar su industria de Defensa
Se puede juzgar la política de Brasil en lo que se refiere a la cooperación militar por los anuncios sobre los preparativos para firmar el contrato para el suministro de sistemas antiaéreos. El país latinoamericano tiene intención de ser líder regional tanto en el sector militar como en el desarrollo de las tecnologías.
 
Por eso todos los contratos de exportación de armamento y material bélico irán acompañados inevitablemente de inversiones, por ejemplo, con la creación de nuevos puestos de trabajo en el sector brasileño de Defensa, como pasa en este caso, y con el traspaso de las tecnologías.
A día de hoy Brasil no sólo goza de reputación de “país del fútbol”. En los setenta y ochenta este Estado ya disponía de una potente industria de defensa, fabricando armas de fuego, vehículos blindados e incluso aviones de diseño propio.
Tras el colapso de la dictadura militar a finales de los ochenta, los gastos militares de Brasil se redujeron un poco, pero el potencial industrial y tecnológico creado por los militares latinoamericanos fue conservado, comercializado y está desarrollándose.
Así las cosas, la compañía brasileña Embraer es bien conocida en otros países. Se la conoce como el fabricante de aviones civiles, cuando fue creado como diseñador y fabricante de aviones de combate. Sus aviones ligeros de asalto de turbohélice Tucano y Super Tucano tenían éxito en varios países del tercer mundo que luchaban contra guerrilleros locales e incluso centraron la atención del Pentágono.
Los fabricantes brasileños de vehículos blindados vendieron sus productos no sólo a sus Fuerzas Armadas sino también a otros países.
Así las cosas, se debe entender que el armamento y material bélico moderno a Brasil no se suministran siguiendo el principio “paga y usa”. Es un proceso complicado de organización de la fabricación conjunta e intercambio de tecnologías. En este sentido, Brasil se asemeja a la India que en el ámbito de la suscripción de contratos militares persigue el objetivo de fabricar armamento y material bélico extranjero bajo licencia en sus plantas.

El espacio para el intercambio de las tecnologías está abierto

Los fabricantes rusos de armamento y material emprenden intentos de entrar en el mercado de Brasil desde hace mucho. En general, Brasil ya compra armas rusas. A finales de 2008, se firmó un contrato de suministro de 12 helicópteros rusos de asalto Mi-35М (bajo la denominación brasileña AH-2 Sabre) por un monto de 150 millones de dólares. Hasta hoy, se han suministrado 9 aparatos.
Pero las ambiciones de la industria de Defensa rusa van más allá del suministro de una partida del material bélico por montos pequeños. Un contrato multimillonario para el suministro de sistemas antiaéreos es una buena oportunidad para los fabricantes rusos que, según se puede juzgar, están dispuestos a ofrecer a Brasil los artículos de la última generación.
Al menos desde 2010 los representantes de la industria aeronáutica rusa dan a entender que Brasil puede convertirse en el segundo (después de la India) socio de la Corporación Aeronáutica Nacional para el desarrollo de la versión del caza de quinta generación PAK FA destinada a la exportación.
Anteriormente, Rusia trataba de ganar el concurso F-X2 para la compra de 36 cazas polivalentes a la Fuerza Aérea de Brasil con la perspectiva de organizar en el territorio de este país la fabricación de 94 aparatos más. Rusia ofreció su caza Su-35 de la generación '4++' que a día de hoy se convierte en el modelo principal de la aviación táctica rusa destinado a la exportación.
Circulaban rumores que para ganar el concurso anunciado la industria aeronáutica rusa estaba dispuesta a desarrollar proyectos conjuntos sin precedentes con Embraer.
Pero este proyecto no tuvo éxito. Los fabricantes franceses con sus cazas Dassault Rafale fueron los favoritos de aquel concurso. Pero las partes no lograron llegar a una fórmula de compromiso respecto al precio del contrato y a la transferencia de las tecnologías. Y el entonces presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, decidió aplazar la decisión sobre la compra de cazas franceses.


La decisión la tuvo que tomar la nueva presidenta del país, Dilma Rousseff. La hija de un comunista búlgaro, quien en su juventud había militado en movimiento de izquierda, es una figura muy específica aún para la América Latina tradicionalmente izquierdista.
Rousseff decidió reanudar el concurso atribuyéndolo a la reducción de gastos militares. La parte rusa puede volver a participar en éste con las nuevas ofertas que pueden incluir el intercambio de material bélico.
Cuando los franceses prematuramente consideraban que habían ganado el concurso F-X2, los medios de comunicación publicaron las noticias de que París está dispuesto a comprar 12 aviones militares de transporte KC-390 que están desarrollándose por Embraer a cambio del suministro de cazas Dassault Rafale. El primer vuelo de los KC-390 es programado para 2014.
Teniendo en cuenta este intercambio no realizado, sería interesante entender cómo son las perspectivas de tales transacciones entre Rusia y Brasil, en caso de que las partes lleguen a un acuerdo respecto al suministro de los Su-35 o PAK FA, lo que parece más verosímil.
Es curioso saber también qué influencia ejercerían estas perspectivas en el destino del proyecto ruso-indio MTA (Il-214) que es rival directo del KC-390, pero que no se logra mover del punto muerto.

© RIA Novosti. Mikhail Fomichev

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