El pasado 8 de abril, el adjunto del ministro de Defensa en cuestiones de seguridad internacional Derek Chollet, anunció en el Senado de los EE UU que la administración militar estadounidense había enviado a Lituania seis cazas tácticos F-15 más y que se han desplegado en Polonia 12 cazas polivalentes F-16, además de unos 200 instructores.

 
Ya en marzo llegaron a las aguas del Mar Negro destructores norteamericanos equipados con el sistema Aegis. Además de eso la jefatura militar de la OTAN ha diseñado nuevos vuelos para los aviones de reconocimiento equipados con los sistemas AEW en el espacio aéreo de Rumanía y Bulgaria.

Pero esto no es más que el principio.
"Estamos dispuestos a dar más pasos en caso de que sea necesario, realizar nuevas maniobras, actualizar los planes de defensa", declaró el comandante en jefe del mando unificado en Europa, el general estadounidense Philip Breedlove. Entre las medidas concretas Breedlove ha nombrado el refuerzo de las unidades de aire y mar que garantizan la seguridad de las fronteras de los países miembro de la Alianza desde el mar Báltico al Mar Negro.

 
Los representantes occidentales asocian estas acciones y declaraciones a la intensificación de la presencia rusa en Ucrania y a la anexión de la península de Crimea.  

Moscú tiene su propia lógica. Ya el 17 de abril el presidente ruso Vladimir Putin declaró que la decisión de Rusia sobre Crimea estaba unida en parte a la amenaza de que la OTAN entrara en Ucrania. "Si la infraestructura militar se acerca a nuestras fronteras nos vemos obligados a tomar acciones de respuesta", dijo.

"Si las fuerzas de la OTAN entran allí (Crimea), instalarán medios de ataque que presionarán a Rusia fuera de la zona del Mar Negro"; aclaró el líder ruso. El presidente también recordó que los países de la OTAN ya han declarado más de una vez que no tenían intención de ampliar el bloque, sin embargo posteriormente no han mantenido sus promesas.

Como explica el coronel Konstantín Sivkov, que ha servido durante años en el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, en la actualidad las acciones de ataque no nucleares se realizan mediante aviación de marina con misiles de crucero con base en el mar. El último ejemplo de esto ha sido Libia. Rusia, al ser un estado continental, de momento está a salvo de este tipo de amenaza. 

Sin embargo en caso de que la OTAN entre en la vecina Ucrania, los centros de dirección política y militar de Rusia, los nudos de comunicación así como las unidades estratégicas nucleares de Rusia se encontrarían dentro de la zona de acción de la aviación táctica, cuyo radio de acción es de unos 500 km.

 
En caso de lanzar un ataque sorpresa prácticamente no quedaría tiempo para tomar una decisión sobre un ataque de respuesta.  Ni tampoco medios para realizarlo. Los misiles rusos que quedaran podrían ser aniquilados por el escudo antimisiles que se está construyendo a toda velocidad en Europa del Este y junto a las costas de Rusia en los mares del norte.

En caso de que la OTAN entrara en Ucrania, podría repetirse de hecho la situación que surgió antes de la crisis de Cuba, cuando EE UU desplegó misiles nucleares de medio alcance en Turquía. Entonces Jruschov comenzó a desplegar sus misiles en Cuba como respuesta.

 
Para Moscú la entrada de la OTAN en Ucrania supone cruzar la línea roja. Algo que quedó todavía más claro después del derrocamiento por la fuerza del presidente ucraniano Víktor Yanukovich y la llegada al poder del gobierno proestadounidense de Yatseniuk-Turchínov.

El Kremlin mostró cómo podía desarrollarse los acontecimientos llevando a cabo unas maniobras militares a gran escala la víspera del Día de la Victoria.  

El escenario preveía en parte los efectos de un ataque de misiles nucleares masivo. Para que quedara claro se realizó el lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales Topol desde el cosmódromo de Plesetsk.

Y los submarinos de las Flotas del Mar del Norte y del Pacífico realizaron dos lanzamientos de misiles balísticos. Las tropas realizaron también lanzamientos de misiles de los complejos operativo-tácticos Iskander-M.

 
Moscú también ha anunciado el refuerzo de la Flota del Mediterráneo que garantiza la defensa de Rusia en el sur y que en un futuro próximo estará presente en el mar Mediterráneo. No se ha retirado de la agenda el tema del despliegue de Rusia en las regiones del sur, sobre todo en el óblast de Kaliningrado, de complejos de misiles móviles Iskander-M, cuyo alcance permite apuntar a toda Europa Central.

"Un paso más de la OTAN en dirección a las fronteras rusas, acercarse a las fronteras rusas, traerá consigo el desplome de toda la arquitectura de seguridad europea", dijo el secretario de prensa del presidente de la Federación Rusa Dmitri Peskov. "Y Rusia se verá obligada a tomar medidas para garantizar su seguridad".

Andréi Iliashenk
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