martes, 5 de febrero de 2013

Adios Principe




Se nos va el portaviones Príncipe de Asturias. Finaliza su vida operativa tras sólo 25 años, quizás victima de su parto prematuro, de un trance económico actual extraordinariamente duro y de unas prioridades del Gobierno que dejan las FAS al borde de la inoperatividad.
Se concibió el Príncipe en tiempos de cambio politico y con miedo a un primer gobierno socialista que se intuía iba hacerse cargo por primera vez, lleno de prejuicios pacifistas, hablando de sólo patrulleros y desarme. Miedo que luego se pudo comprobar no estaba justificado cuando -entre otras decisiones- se permaneció en la OTAN y se adquirieron los F-18 en EEUU. Pero ni la Armada ni nadie podía imaginar el cambio que los antiguos marxistas iban a protagonizar, así que forzó una orden de ejecución del portaviones para la que no se estaba aun técnicamente preparado, lo que resultó, a su vez, en unos periodos de diseño detallado y construcción excesivamente dilatados. También que algunos sistemas auxiliares no fueran los óptimos.


Con todo, el Príncipe, con su revolucionario diseño, fue claramente superior a las comparables plataformas británicas e italiana.
La Armada concibió el Príncipe como el núcleo de un todo -el Grupo de Combate- constituido, además, por cinco fragatas clase Santa María, con sus helicópteros, aviones AV-8B y un centro de mantenimiento de software y adiestramiento en tierra. Tambien su modernización de media vida fue planeada como un conjunto y, consecuentemente, parcialmente ejecutada. Pero no hubo tiempo para el turno del portaviones; la crisis golpeó antes y se tuvo que elegir. Me alegro de no haber tenido que formar parte del grupo que ha tomado la decisión de desguazarlo; ha debido ser muy amargo.

 
El Príncipe tenía un grave defecto estratégico: que era uno solo y, por lo tanto, en los periodos de inmovilización por mantenimiento, no había disponibilidad de aviación embarcada. Uno solo, en cierto modo, es sinónimo de ninguno. Este problema, con su "reemplazo" por el Juan Carlos I, no sólo no desaparece sino se agrava, al tener, este ultimo, tres misiones de diseño adicionales, incompatibles con su empleo como portaviones puro.
El Príncipe de Asturias ha participado en numerosas misiones a lo largo de su vida operativa. Sin embargo, sus aeronaves nunca han entrado en combate. Esto se puede contemplar de distintas maneras. La mía es que la Armada debe sentirse orgullosa de haber tenido siempre listo un instrumento adecuado para graves situaciones internacionales. El que ningún gobierno español -de cualquier color- haya tenido la determinación de emplearlo no es falta de la Armada sino que mide más bien los complejos, la inexperiencia y la ingenuidad de la clase politica y la opinión publica de la que venimos disfrutado a lo largo de estos 25 últimos años. Ocasiones no han faltado, lo que ha faltado es otra cosa.

 
Cuando nace un buque de guerra se elije un lema para él. Si a su muerte se hiciera lo mismo, yo sé qué epitafio escogería para nuestro Príncipe:

¡Dios, qué buen vasallo si hubiese buen señor!

Angel Tafalla

Ángel Tafalla es Almirante. Ex segundo Jefe del Estado Mayor de la Armada y del Mando Marítimo OTAN de Europa Sur

 

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