martes, 24 de diciembre de 2013

Así son y así destruyen las nuevas bombas de Estados Unidos

 

 


Boeing ha suministrado la última bomba de precisión y bajos daños colaterales (Focused Lethality Munition, FLM) a la Fuerza Aérea estadounidense, de un contrato de 500 bombas.
 
La FLM es una versión de la bomba de pequeño diámetro (SBD), de 130 kg (285 lb) y 93 kg de explosivo, que produce mínimos daños colaterales al atacar un objetivo, al estar diseñada con un cuerpo y ojiva de fibra de carbono para minimizar la producción de fragmentos metálicos. 

Utiliza un compuesto explosivo multifase, desarrollado por el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea, con pequeñas partículas de tungsteno que crea una zona de destrucción de unos metros, produciendo pocos daños fuera de esos metros de radio.

La FLM dispone de un sistema de guiado GPS, con un sistema de navegación inercial y un sistema antiperturbaciones GPS. Está equipada con unas alas desplegables en forma de diamante invertido que aumenta el alcance hasta los 111 km, fuera del alcance de los sistemas de defensa antiaérea, proporcionando más seguridad a las tripulaciones de los aviones lanzadores.



  
Utiliza los mismos sistemas que las bombas de pequeño diámetro, que puede llevar cuatro bombas y que se puede emplear en los puntos de carga externos de los aviones convencionales y en las bodegas interiores de los aviones furtivos F-22 y F-35 y de los bombarderos B-1 y B-2 y puede ser lanzada desde aviones no tripulados de combate (UCAV). Han sido lanzadas con éxito 23 bombas en 23 misiones.

La Fuerza Aérea estadounidense comenzó a principios de los años 90 del siglo pasado un programa para desarrollar bombas de gran precisión, que no fuesen afectadas por las condiciones meteorológicas, como lo eran las Paveway guiadas por láser. 

El programa condujo a la obtención de las municiones conjuntas de ataque directo (JDAM), con guía GPS, y el desarrollo posterior de las bombas de pequeño diámetro, de gran precisión y lanzadas a gran distancia del objetivo. 

Con esa mayor precisión y menor peso se pueden llevar más bombas y con un solo avión cumplir una misión de ataque a más objetivos. Y la Fuerza Aérea está interesada en el desarrollo de una nueva generación de armas modulares de mayor precisión, penetración, que no sean localizables (furtivas) y lanzadas a gran distancia.



 
En 2006, el Mando Central estadounidense, con responsabilidad en Irak y Afganistán, realizó una petición urgente para desarrollar una bomba que provocase menores daños colaterales en entornos urbanos, comenzando Boeing, en septiembre de ese año, el desarrollo de la bomba FLM, cuyas primeras cincuenta unidades entregó en marzo de 2008.

La bomba tiene un error circular probable de 5 a 8 m (el cincuenta por ciento de las bombas caerían en un círculo de esas dimensiones), que puede disminuirse actualizando los datos GPS antes de su lanzamiento, lo que la hace muy útil para atacar edificios urbanos, sin provocar daños colaterales.


Julio Garulo 
http://www.revistatenea.es

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