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Ballester Esquivias Lo prometió durante
la campaña para las elecciones de finales de 2012 que terminaron por
devolverle el poder y lo ha cumplido: el primer ministro japonés Shinzo
Abe ha decidido aumentar en un 0,8% el gasto militar de Japón. Es la
primera vez en once años que el país da semejante paso.
En un documento oficial de 434 páginas
sobre su estrategia militar hecho público ayer, el Gobierno de Tokyo no
alega directamente ningún motivo específico para justificar su giro
estratégico pero dedica amplios espacios al conflicto que mantiene con
China: ambos países se disputan la soberanía del archipiélago de las
Senkaku.
En el último año, los incidentes
alrededor de las Senkaku se han multiplicado: entre septiembre de 2012 y
abril de 2013 Japón ha detectado, en sus aguas territoriales, 41
intrusiones chinas. Lo mismo cabe decir de los incidentes aéreos:
ridades japonesas, en 2012 comprobó 567 vuelos de cazas, frente a 425 en
2011.
Un cúmulo de escaramuzas lo
suficientemente importante como para que Japón considere -por primera
vez de forma oficial- que China está intentando provocar un cambio de la
situación actual. Para Tokio, "China aplica tácticas despóticas
encaminadas a forzar un cambio en el statu quo e insistiendo en sus
reivindicaciones que son incompatibles con lo establecido por el derecho
internacional".A continuación, el documento no duda en afirmar que
varias de las acciones llevadas a cabo por el Gobierno de Pekín "son
peligrosas y podrían acarrear consecuencias no deseadas".
No es la única afirmación contundente
contenida en el documento oficial, que rezuma un tonillo nacionalista
poco habitual en la retórica gubernamental japonesa. Por ejemplo, en el
prólogo, firmado por el titular de la cartera de Defensa, Itsunori
Onodera, se puede leer que los factores de desestabilización para la
seguridad de Japón "son cada vez más pronunciados, agudos y
problemáticos" o que el Imperio del Sol Naciente "protegerá la vida de
sus ciudadanos, sus intereses y su integridad territorial -la terrestre,
la marítima y la aérea- hasta el final".
Unas
palabras que antes de final de año -cuando se conozcan las líneas
maestras de la estrategia de Defensa a largo plazo- podrían suponer un
cambio histórico en el carácter estrictamente defensivo -oficialmente se
llaman las Fuerzas de Autodefensa- de los Ejércitos japoneses.
Por mandato de la Constitución de 1947,
Japón renuncia para siempre a la guerra- Sin embargo, el mandato podría
sufrir algunas excepciones si el Gobierno de Abe decide permitir que
Japón pueda lanzar ataques anticipatorios en bases enemigas situadas en
el extranjero o si el Ejecutivo apuesta por la creación de una fuerza
anfibia similar al Cuerpo de Marines estadounidense.
Si se aprueban estos y otros proyectos, a
Japón le podrían ser especialmente útiles en relación con Corea del
Norte. La agresividad atómica de la que hace gala el régimen comunista
de Pyongyang es motivo de preocupación para Tokio desde hace tiempo. De
ahí que el documento del ministerio de Defensa describa el desarrollo de
los misiles balísticos norcoreanos -combinados con una capacidad
atómica en aumento- como "un problema que, para la comunidad
internacional en sentido amplio, se convierte en apremiante según pasan
los días".
En principio, tanto el caso de China
como en el de Corea del Norte, Japón puede contar con el apoyo de
Estados Unidos, con quien le une un tratado de cooperación y seguridad
desde 1960 que, entre otros aspectos, incluye a las Senkaku. Sin
embargo, dentro de sus nuevas ambiciones, Abe pretende recuperar
territorio a las bases aéreas norteamericanas instaladas en Okinawa y
desplazar hacia un lugar más discreto al destacamento de Marines
estacionado en la misma isla. ¿Le dejará Obama ejecutar estas maniobras a
Shinzo Abe?.
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