La
rivalidad basada en pleitos históricos que mantienen Chile, Bolivia,
Perú y Ecuador es el principal obstáculo para construir un verdadero
proyecto de integración regional en el Pacífico. Sucesos importantes,
pero que se remontan a hace más de 130 años, impiden culminar la tantas
veces pospuesta unidad sudamericana.
Precisamente,
2012, va a ser un año en el que esto se haga muy claro y patente. Perú y
Bolivia encabezan una ofensiva diplomática que afecta directamente a
Chile, quien por su lado ha reforzado su acercamiento a Ecuador para
evitar verse cercada en los ámbitos internacionales.
Este
juego de ajedrez diplomático lo abrió Perú en 2008. Desde entonces
Chile hace frente en la Corte Internacional de Justicia a una demanda
peruana que aspira a modificar a su favor el límite marítimo, al
considerar que éste no está fijado legal y diplomáticamente. Santiago,
por el contrario, subraya que existen dos tratados limítrofes vigentes,
desde los años 50, que para Lima son solo acuerdos pesqueros.
Luego,
a esta iniciativa se unió el gobierno del Presidente boliviano, Evo
Morales, quien pretende personarse ante la Corte Internacional de
Justicia para defender su posición de " derecho al acceso soberano" al
mar. Morales anunció en marzo de 2011 que demandaría a Chile ante
tribunales y organismos internacionales para buscar una salida
"soberana" al Pacífico. En diciembre anunció además que visitaría la
Corte Internacional de Justicia de La Haya para recabar información
sobre la posibilidad de demandar a Chile.
Morales
considera que el Tratado de Paz y Amistad firmado en 1904, que cedió a
Chile la soberanía de territorios que antes eran bolivianos y estableció
ciertas contrapartidas, es "injusto e impuesto por la fuerza", mientras
que Chile defiende su validez y vigencia.
La
decisión, que seguramente tome el tribunal a lo largo de 2013, tendrá
consecuencias directas para la política interna de todos estos países,
que han hecho una apuesta muy grande para salir victoriosos del pleito
internacional.
Repercusiones sobre la política nacional
Pese
a que el tribunal suele dar sentencias ponderadas tratando de no
perjudicar a una de las partes, sino buscando que todos salgan con penas
y satisfacciones repartidas, por la naturaleza de ambos casos ese
objetivo no será fácil de cumplir.
Por
ejemplo, para un gobierno de ideología nacionalista como el de Ollanta
Humala (por mucho que se haya moderado dando un giro ortodoxo) una
derrota diplomática frente a un rival histórico como Chile, sería
especialmente dolorosa (los peruanos no olvidan la imagen de las tropas
chilenas desfilando por Lima en 1881).
El ejecutivo de Humala ha cifrado todas sus aspiraciones exteriores en vencer en La Haya. Esto lo ha llegado a confesar el propio el canciller Rafael Roncagliolo: "Tengo por ejemplo dos ideas que constituyen ideales para este ejercicio de Gobierno. La primera es culminar la reivindicación marítima".
El ejecutivo de Humala ha cifrado todas sus aspiraciones exteriores en vencer en La Haya. Esto lo ha llegado a confesar el propio el canciller Rafael Roncagliolo: "Tengo por ejemplo dos ideas que constituyen ideales para este ejercicio de Gobierno. La primera es culminar la reivindicación marítima".
No
menos dañina para la estabilidad del gobierno sería una derrota para
Chile. El gobierno de Piñera viene muy mermado en cuanto a apoyo
ciudadano debido, entre otras cosas, a las protestas estudiantiles de
2011 y una mala praxis a la hora de impulsar las reformas políticas y
socio-económicas y trasmitir a la ciudadanía los lineamientos de su
gobierno.
Si
Piñera recibiera una derrota en La Haya, podría darse por muerto su
gobierno que simplemente cubriría el expediente hasta el final de su
mandato y daría un arma poderosa para ser utilizada por la oposición.
Mirar al pasado hipoteca el futuro
De
igual forma, Evo Morales, con serios problemas internos y de
contestación por parte de sus propios aliados indígenas, ha apostado por
recurrir a temas como la salida al mar para recuperar popularidad. Si
existe un puñal clavado en el pecho y en el recuerdo de todos los
bolivianos es precisamente ese, el de la aspiración a dejar de ser un
país mediterráneo.
Morales
ha colocado el listón muy alto, lo que tiene claramente un efecto
boomerang si la realidad contradice finalmente los deseos. Llegó a
afirmar esta misma semana que Chile le devolverá el mar a Bolivia o por
la vía bilateral o con una demanda internacional. "No descarto, todavía
tengo confianza en el presidente del Gobierno de Chile (Sebastián
Piñera) para resarcir el daño histórico, y si no es por unas relaciones
bilaterales, entonces es con demanda internacional a los tribunales".
Y
mientras rencillas históricas y añejas entre estas naciones no pierden
vigencia y acaparan mucho tiempo a sus respectivos presidentes y
canciller, el tren de la historia pasa.
Y el tren de la historia se llama Alianza para el Pacífico, foro donde Chile, Bolivia, Perú y Ecuador tienen mucho que decir. Seguir anclados en un conflicto decimonónico (de 1879) no conduce a nada salvo a perder tiempo y fuerzas para encarar los retos de un futuro que para estos países ya es presente.
Y el tren de la historia se llama Alianza para el Pacífico, foro donde Chile, Bolivia, Perú y Ecuador tienen mucho que decir. Seguir anclados en un conflicto decimonónico (de 1879) no conduce a nada salvo a perder tiempo y fuerzas para encarar los retos de un futuro que para estos países ya es presente.
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