Para principios de 2013 las Fuerzas de
Seguridad Nacional Afganas (ANSF, por sus siglas en inglés) recibieron
ayuda militar extranjera por unos diez mil millones de dólares y las
autoridades confiaban en que todas sus necesidades estaban cubiertas.
Sin embargo, en enero de 2013 el presidente de Afganistán, Hamid Karzai,
acudió al Pentágono con una lista de deseos de equipo militar para
garantizar la seguridad de su país en 2014, cuando las fuerzas de la
OTAN se retiren de esa zona del mundo.
Entonces el
subjefe del Estado Mayor de la OTAN, Adam Findlay, un general de brigada
australiano cuestionó la demanda de Kabul de tanques -entre otros
equipamientos- para luchar contra a la insurgencia talibán, al señalar
que los carros de combate "desempeñaron un papel importante durante la
invasión soviética, pero se adaptan mal a la estrategia de
contrainsurgencia contemporánea".
Realmente, en los 1980
el Ejército afgano contaba con tres divisiones blindadas (más de
quinientos setenta tanques Т-55) y la Fuerza Aérea nacional disponía de
unos quinientos aparatos entre los bombarderos, aviones de asalto y de
transporte y helicópteros.
Actualmente este número se
redujo a setenta y dos aparatos aéreos. Los helicópteros de transporte
Mi-17 son pilotados por los estadounidenses, mientras los asesores de la
República Checa forman a los pilotos afganos de helicóptero de combate.
Según informó el vice comandante de la Fuerza Aérea de ISAF (Fuerza
Internacional de Asistencia a la Seguridad), Kenneth Wilsbach,
próximamente Kabul recibirá doce helicópteros Mi-18 y cuatro aviones de
transporte C-130.
El General de Brigada Steven M.
Shepro, Comandante General del Comando de Entrenamiento Aéreo para
Afganistán de la OTAN anunció los planes para modernizar los
helicópteros Mi-17C y suministrar nuevos modelos de aviones de ataque
ligero: veinte aviones A-29 Super Tucanos. Pero los suministros no se
realizarán antes de 2014 y no estarán operativos antes de 2018.
Es más, en una entrevista a Air Force Times
en pasado junio Kenneth Wilsbach reconoce que con los envíos de técnica
militar ya no se puede arreglar la situación: “Para que la Fuerza Aérea
sea eficaz necesita pilotos profesionales, miembros de tripulación,
técnicos y otro personal cualificado".
De momento la Fuerza Aérea Afgana cuenta solo con noventa y nueve pilotos, otros doscientos están haciendo cursos de formación.
¿Quizás
las fuerzas de operaciones especiales, que soportan todo el peso de la
guerra, dispongan de más recursos? Folad Sherzad, el capitán de Fuerzas
Especiales Afganas dijo a la revista Stars and Stripes en
junio: “Los helicópteros son muy importantes y útiles. El enemigo tiene
miedo si sabe que operan los helicópteros, ya que no puede hacer nada
contra ellos”.
Para garantizar la operatividad y
eficacia de su flota aérea, las fuerzas especiales afganas necesitan
ochocientos y seis profesionales. A principios del año solo contaban con
ciento ochenta. El problema está en que antes de integrarse en estos
cuerpos los candidatos pasan un período de pruebas durante un año y
medio.
Tampoco hay aparatos suficientes. Los militares
estadounidenses intentan conseguir que quince de los treinta Mi-17 de la
flota aérea de las fuerzas especiales vuelvan a entrar en servicio. De
no alcanzar este objetivo, “se quedarán oxidándose en los aeródromos,
como ya pasó en los 1980”, dice un artículo de Trumpet.com.
Los
militares estadounidenses afirman que en los próximos diez años las
fuerzas de seguridad afganas no serán capaces de realizar todas las
operaciones de combate en el país sin ayuda de la OTAN.
Los
resultados de las primeras operaciones de 2013, lideradas por las
tropas afganas, revelaron que el ejército nacional es poco eficaz sin
apoyo aéreo. Este problema existió durante los doce años de la presencia
de ISAF en el país asiático. Pero por alguna extraña razón hasta este
verano no se ha planteado.
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