Sistema antiaéreo S-300. Fuente: Andréi Aleksándrov / Ria Novosti
El año pasado Moscú vendió en el mercado internacional de armamento
un volumen que supera los 12.000 millones de dólares. Pero el producto
final no es lo único que Rusia puede ofrecer al mercado mundial. Se
suministran también tecnologías que sirven de base para que otros países
inicien la fabricación de sus propios productos.
Los motores rusos RD-180 para cohetes espaciales de clase
media fueron motivo de una seria investigación por parte de las Autoridades
Antimonopolio de EE UU. Dos compañías estadounidenses, United Launch Alliance
(ULA) y Orbital Sciences, se acusaban de lo dejar a la otra que comprase a
Rusia los motores necesarios para los cohetes "Antares" que realizan lanzamientos en el marco de los programas de la NASA.
Se sospecha que los fundadores de United Launch Alliance están
impidiendo a la competencia el acceso a piezas de vital importancia de la
subcontrata RD Amross, empresa mixta constituida por la rusa Energomash y la
compañía estadounidense Pratt & Whitney Rocketdyne. El primero de ellos
fabrica los motores RD-180, y la segunda los suministra a la ULA para los
cohetes portadores Atlas.
La pugna entre estas empresas aeroespaciales estadounidenses
por acceder a las tecnologías espaciales rusas es una muestra de que no solo
son países en desarrollo quienes se interesan por la tecnología rusa.
Por ejemplo, Francia estaba interesada en la tecnologías de
misiles. Fueron ellos unos de los primeros que encargaron a la oficina rusa de
diseños y proyectos “Fákel” el sistema del despegue vertical para su complejo
naval de misiles antiaéreos Crotale Naval.
El know-how ruso se basa en los misiles del complejo S-300/400, base del sistema francés, y que despegan del contenedor de manera vertical y
una vez en el aire apuntan por el canal de radio al objetivo. Esto permite
reducir considerablemente el tiempo de reacción contra las amenazas que surjan,
de hecho, resulta casi seis veces más rápido que sus análogos occidentales, los
cuales giran sus instalaciones de lanzamiento para apuntar al objetivo.
Hoy en día ni el sistema de misiles antiaéreos estadounidense
PAC-3 “Patriot”, ni las instalaciones prometedoras del sistema de defensa
antimisiles THАAD
cuentan con estas capacidades. Actualmente en EE UU están en proceso de diseño
del cohete de alta tecnología de alcance medio “tierra-aire”, similar al ruso,
que se llamará MEADS (Medium Extended Air Defense Missile Systems), cooperando
para ello con Italia y Alemania. Corea del Sur acudió directamente a Rusia y ya
tiene creado su propio sistema de misiles antiaéreos Cheongung M-SAM y cuenta
con el lanzamiento vertical de misiles.
Por su parte, hay también ejemplos de copias en la industria
aeronáutica. Moscú y Kiev llevan 15 años sin resolver qué hacer con el proyecto
común del avión de transporte militar An-70. Su exclusividad consiste en los
motores Progress D-27 de hélices contrarrotantes. Gracias a ellas el avión
puede despegar y aterrizar en las pistas cortas. Esta tecnología que se quedó
inutilizada en los años 80 sirvió de base para el programa europeo del avión
FLA, que más adelante se convertiría en el avión de transporte militar A-400M, absolutamente idéntico al An-70.
Algo parecido ocurrió con el nuevo avión italiano de
instrucción y combate М-346 Master de la empresa Alenia Aeromacchi. Los italianos obtuvieron
su documentación a principios de los 90 como liquidación de la deuda de la
oficina de diseños y proyectos Yákovlev. Actualmente en el mundo existen dos
aviones idénticos: el avión de instrucción y práctica Yak-130 y su clon europeo, el М-346 Master.
“Hoy en día la ciencia y la industria rusas se encuentran
dentro de un sistema global, - afirma el profesor catedrático de la Academia de
Ciencias Militares Vadím Koziulin. – Sería una tontería 'inventar la rueda',
cuando es más fácil comprarla o copiarla. Ahí está el ejemplo de China, que
tras comprarnos las tecnologías de producción de los aviones de combate Su-27,
adelantó 25 años en el desarrollo de su industria aeronáutica. Actualmente
Pekín ya tiene su avión de combate de 5ª generación”.
En cualquier caso, esto demuestra que el potencial
técnico-militar de las empresas rusas no está tan lejos del estadounidense o el
europeo. Hay áreas donde Moscú está dispuesto a copiar las tecnologías (por ejemplo,
de óptica y electrónica), pero existen otras donde también está dispuesto a
compartir sus tecnologías con otros países.
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