Bombardero B-2
El mando de la Fuerza Aérea estadounidense teme que
el B-2 pueda convertirse en el último bombardero tripulado, cediendo
este tipo de aparatos frente a la aparición de nuevas tecnologías y de
aviones no tripulados más desarrollados.
Esta clase de aeronave apareció en la Fuerza Aérea estadounidense en
la década de 1930 y desde entonces ha conformado la espina dorsal del
poder aéreo de EE.UU.
Pero las nuevas tecnologías (misiles inteligentes más eficaces y
drones) amenazan con poner fin al uso de los bombarderos pesados,
escribe Strategy Page , portal estadounidense especializado en temas militares.
Bombardero B1B
A día de hoy quedan menos de 200 de estos aviones en servicio en
EE.UU. y sólo 20 ellos son del tipo más avanzado: el furtivo B-2.
La Fuerza Aérea acarició durante varios años la idea de desarrollar
un nuevo bombardero pesado, pero el mayor problema que ha afrontado es
obtener la financiación suficiente para el ambicioso proyecto, puesto
que el tiempo estimado para diseñar y desarrollar tal aeronave ronda los
15 años y el coste de un aparato puede llegar a los 550 millones de
dólares (a los precios actuales).
En efecto, un nuevo bombardero estratégico sería una versión mucho más grande del cazabombardero furtivo F-35
y sería capaz de llevar entre 6 y 10 toneladas de bombas
'inteligentes' a más de 9.000 kilómetros de distancia sin repostar en
vuelo.
Pocos en el Congreso creen que la Fuerza Aérea pueda sacar el proyecto adelante e incluso si se le permite intentarlo, el
desarrollo de la aeronave tardaría más tiempo de lo previsto y cada
aparato pasaría acostar un mínimo de cerca de mil millones de dólares.
A esto se suman el ajuste del presupuesto de la Fuerza Aérea y los
enormes costes de los mil nuevos F-35 que deberían reemplazar a los
actuales cazas F-16 y F-15. También existe presión para lanzar el
proyecto de nuevos drones furtivos.
Bombardero B-52
En resumidas cuentas, el futuro de la nueva generación de
bombarderos estratégicos tripulados es incierto. Independientemente de
los deseos del mando aeronáutico estadounidense, tendrá que afrontar los
problemas más inmediatos, como el de la finalización de los drones
estratégicos y los exorbitantes precios de los nuevos F-35 .
Mientras tanto, la Fuerza Aérea sigue actualizando la pequeña flota de
los B- 2.
En los últimos años, ello incluye la instalación de nuevos
bastidores de bombas que permiten a cada B-2 portar 80 bombas
inteligentes de 227 kilogramos de peso. Además, los modernizados B-2
también incorporan nuevos radares AESA , capaces de seguir y fijar la mira en varios objetivos al mismo tiempo.
Los B-2 también fueron equipados con un sistema más potente de
comunicación vía satélite, herramienta que le proporciona la capacidad
de compartir más rápidamente los datos de AESA o de cámara con otra
aeronave (incluyendo vehículos aéreos no tripulados).
Sus 80 bombas
inteligentes JDAM convierten al B-2 en una 'flota de bombarderos' que
puede destruir 80 objetivos distintos.
Sin embargo, el B2 es una aeronave sumamente compleja que se utilizó por
primera vez en los bombardeos de Yugoslavia, en 1999, cuando, además,
una de ellas fue derribada por un viejo misil de producción soviética.
Era difícil mantenerlo operativo porque su cubertura antiradar requiere
un constante y costoso mantenimiento. Por cada hora que el B-2 está en
el aire, se requieren 53 personas por hora de mantenimiento.
La Fuerza Aérea suele tener el 60% de sus aviones en estado
operativo y listos para el combate, pero en el caso de los B-2 este
índice se reduce al 33%. Con el tiempo esta situación ha mejorado, pero
los el B- 2 aún requieren más mantenimiento que otros bombarderos
pesados, como el B- 52 o el B-1B.
Los pesados (181 toneladas) B-2 fueron desarrollados en la década de
1980 y entraron en servicio en 1992, siendo una combinación de una
tecnología radicalmente nueva y no probada, muy difícil de perfeccionar y
extremadamente cara.
Más de 25.000 millones de dólares se gastaron antes de que el B-2
alzara su primer vuelo y los costes proyectados de 132 aviones eran de
70.000 millones. Sólo 20 aeronaves se construyeron hasta 1996, a un
precio de 2.000 millones cada una. Esto significa que tres B-2 cuestan
más que un portaviones nuclear o media docena de drones pesados
Peacekeeper, junto con sus refugios bien protegidos.
Como resultado, la Fuerza Aérea trata al B-2 más bien como a un
buque de guerra, que rápidamente puede ser enviado a cualquier parte del
planeta con sus 80 bombas de precisión. Esta capacidad sin precedentes
en realidad no se ha utilizado todavía. Hasta ahora, ha sido más barato
enviar a B-52 o B-1 para lanzar estas bombas.
Y parece que ningún nuevo bombardero estratégico será capaz de
competir con los modernos aviones no tripulados, dado su dinámico
desarrollo, adopción y relativamente bajo coste.
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