Cuando
empezó todo aquello de anunciar un ataque limitado norteamericano a
Siria como represalia por haber pisado la línea roja de las armas
químicas (ver Siria ¿engaño o incompetencia?),
expresé mis dudas acerca de la naturaleza de lo que se estaba haciendo
público. Una posibilidad -en aquella fecha- era que se tratase de un
engaño, es decir, de una operación de decepción operativa. Posteriores
acontecimientos parecieron alejar esta hipótesis, haciendo más plausible
la idea de que, "sólo", se trataba de una incompetencia de la
administración Obama, que milagrosamente fue salvada por una rápida
iniciativa rusa.
Sin
embargo, hechos que se van conociendo poco a poco, parecen aumentar las
posibilidades de que la nonata operación norteamericana fuese en
realidad un gambito -o un farol- de Obama desde el principio. Veremos
por qué.
Hay
un prestigioso analista norteamericano de nombre Raymond Prichett
-utiliza el seudónimo de Galrahn- que en su blog ha colgado dos
fotografías que demuestran que el submarino "Georgia" (SSGN-729) se
encontraba en Diego García y en aguas del Índico durante todo el tiempo
en que se contempló la operación de represalia contra al Assad.
El
"Georgia" era el único submarino clase "Ohio" disponible, de los cuatro
reconvertidos para llevar 154 misiles tomahawk. Hubiera sido factible
que transitara a alta velocidad -invirtiendo en ello unas dos semanas-
hasta la costa de Siria. Pero no lo hizo; permaneció todo el tiempo en
el Índico.
Cuatro
o cinco destructores, incluso ayudados por algún supuesto submarino de
ataque norteamericano que operase en la zona, no suman un número
comparable de misiles al de un solo SSGN. Es altamente improbable que,
teniendo disponible este tipo de submarinos, los norteamericanos no lo
utilizasen en las fases iniciales de un ataque contra un ejército como
el sirio. Al menos en Libia, sí que se empleó extensivamente el
"Florida", SSGN-728, responsable de mas de 90 de los 110 tomahawks
disparados. El hecho de confiar casi exclusivamente en los destructores
-especialmente con una agrupación rusa en zona- parece excesivamente
arriesgado, debido al consecuente mayor tiempo de vuelo de los misiles
con su correspondiente más alta posibilidad de ser detectados y
derribados.
Tampoco
estaba nada claro qué hacia el grupo de combate del portaviones
"Nimitz" en el mar Rojo durante toda la crisis. O bien permanecía en
posición de neutralización de blancos iraníes cercanos al Indico o
entraba en el Mediterráneo y participaba -aunque fuera solo como
disuasión- en lo de Siria. Pero en el mar Rojo no pintaba nada.
Menos
aún hubo despliegue de aviación de ataque en Chipre, ni
reposicionamiento de cisternas y alerta temprana/guerra electrónica que
suelen acompañar estas operaciones, una vez que se ha ablandado la
defensa aérea enemiga.
Todo
esto pudiera indicar que el presidente Obama nunca consideró atacar de
verdad y que confiaba que, o el Congreso de mayoría republicana o el
Consejo de Seguridad de la ONU, vetarían la operación, cargando
consecuentemente con las culpas, pero quedando "demostrada" la voluntad
presidencial de restaurar su averiada credibilidad. Los rusos debieron
olerse el bluff y reaccionaron a la velocidad de la luz (diplomática) a
las palabras del secretario Kerry en Londres, con lo que todo se
complicó un poco más.
Reconozco
que todo esto es solo una hipótesis, pero espero haber convencido al
lector que es bastante razonable. Por si fuera cierta esta maquiavélica
operación, vamos a hacer unas pequeñas reflexiones sobre las operaciones
de decepción operativa que pudieran ayudar al presidente Obama -ya
flamante Nobel de la paz- a presentarse al premio Sun-Tzu (pendiente de
establecer) sobre la sorpresa en el arte de la guerra.
La
decepción (=engaño) a nivel táctico suele ser más efectiva que a nivel
operacional. Recordemos si no, lo del caballo de Troya. Esto es así
porque la decepción consiste en intoxicar varias antenas enemigas (con
un sólo síntoma no se suele picar) y tiene fecha de caducidad, es decir
no dura mucho tiempo. Tampoco debe recurrirse sistemáticamente a la
decepción en las operaciones como demuestra ampliamente lo que ocurrió
al pastor del cuento tras gritar ¡lobo! numerosas veces y espero podrían
-adicionalmente- confirmar expertos jugadores de póker.
A
nivel operacional, las operaciones de decepción tienen una grave
dificultad añadida: que pueden, además, engañar o confundir a propios y
aliados, a los que por motivos de seguridad se ha mantenido en la
sombra. Puede que algo de esto pasara con el premier británico y el
presidente francés que, aunque igualando en acometividad a nuestro Cid
-pero al Campeador si que le seguían los suyos hasta después de muerto-,
han quedado solos y desautorizados. "Daños colaterales" de estas
operaciones de engaño.
Es
evidente, también, que sólo deben emprenderse operaciones de decepción
operativa en el seno de una línea de acción estratégica planeada. Lo que
está sucediendo en Siria, y sus consecuencias con Irán, muestran
síntomas inequívocos de improvisación.
¿Cómo
acabara todo esto? Difícil de averiguarlo, aunque ya he dado mi opinión
de que el premio Sun-Tzu no va de momento para Obama. Quizás se tenga
que conformar con el de hijo predilecto del Kremlin, a otorgar por la
asociación de diplomáticos rusos.
Ángel Tafalla
http://www.revistatenea.es
*Ángel Tafalla es almirante
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